martes, 22 de noviembre de 2011

La primera Constitución de España. Cádiz 1812 (1ª Parte)


-¿Juráis la santa religión católica, apostólica, romana sin admitir otra alguna en estos reinos?

 -¿Juráis conservar en su integridad la nación española y no omitir medio alguno para libertarla de sus injustos opresores?

 -¿Juráis desempeñar fiel y legalmente el encargo que la nación ha puesto a vuestro cuidado, guardando las leyes de España, sin perjuicio de alterar, moderar  y variar aquellas que exigiese el bien de la nación?

-Si así lo hiciéreis, Dios os lo premie, y si no, os lo demande.


Así repitieron uno por uno cada uno de los diputados que se reunieron aquella mañana del 24 de septiembre de 1810 en representación de todas las ciudades y  territorios de España, en la isla de León (la actual San Fernando en Cádiz). Todos ellos juraron con determinación tras la misa oficiada por el cardenal arzobispo de Toledo, don Luis de Borbón. Así nacía la primera Constitución Española.


(Portada de una edición de la Constitución de Cádiz de 1812, Biblioteca Nacional. Madrid. Si os fijáis en el detalle, aparecen en la parte inferior unas cadenas que representan al despotismo)

Una vez terminada la misa, los participantes de aquel hecho histórico trascendental en nuestra historia, se trasladaron al Salón de Cortes  situado en el Teatro Cómico de la Isla de León. Allí el presidente del Consejo de Regencia pronunciaría un discurso y posteriormente quedaron formalmente inauguradas las Cortes Generales extraordinarias, que quedarían grabadas para siempre en los libros de historia como las Cortes de Cádiz.

Ese mismo día se aprobó el primer decreto por el que los diputados se proclaman legítimos representantes de la nación española y depositarios de la soberanía nacional, reservándose la facultad del poder legislativo. Esto que hoy en día puede parecer normal, por entonces contituía algo auténticamente revolucionario pues las Cortes de Cádiz despojaban al monarca Fernando VII de su poder absoluto, sentando lo que serían las bases del poder constitucional.

Sin embargo este proceso no fue repentino. Ya dos años antes, en 1808, cuando entraron en España las tropas invasoras de Napoleón, hubo un auténtico colapso de las estructuras políticas del regimen absolutista de Fernando VII, incluso el rey se encontraba retenido en la misma Francia. Ante tal vacío de poder, se empezó a fraguar el germen de lo que llegaría a ser nuestra primera constitución, todo ello en un marco de revueltas populares y enfrentamientos militares ante el invasor francés.

Se
constituirían así las primeras juntas de gobierno locales y provinciales independientes que a su vez se englobaban en las llamadas Juntas Supremas. Posteriormente se crearía la Junta Suprema Central que estaba integrada por 36 vocales de las juntas provinciales. Tendría su sede en Aranjuez y sería presidida por el conde de Floridablanca. Posteriormente ante el avance de las tropas napoleónicas, la Junta Suprema Central tuvo que trasladarse hasta Sevilla. Fue el órgano que acumuló los poderes ejecutivo y legislativo españoles durante la ocupación napoleónica de España. Se constituyó el 25 de septiembre de 1808 tras la victoria en la batalla de Bailén y después de que el Consejo de Castilla declarase nulas las abdicaciones de Bayona. Estuvo vigente hasta el 30 de enero de 1810.


(La Constitución de Cádiz fue uno de los textos políticos más liberales de su época. La pintura, representa la lectura pública del texto en la Plaza de San Felipe Neri, ante el pueblo soberano y las autoridades. Actualmente, esta obra se halla en el Museo de las Cortes de Cádiz. Merece la pena pinchar sobre ella para verla en detalle)

Efectivamente, ante el vacío del tradicional poder monárquico, se constituyeron células de autogobierno que poco a poco fueron a desembocar en el gran proyecto de una Constitución para todos los españoles donde el poder residía en el pueblo y que a su vez constituía un arma contra el poder usurpador de los franceses.

Algunos pensaron que ésta era una solución de transición para los tiempos revueltos que se vivían y que seguiría vigente hasta la vuelta de Fernando VII. Pero otros consideraron que, independientemente de lo que ocurriera, podría ser una alternativa al modo de gobierno conocido hasta entonces, una alternativa válida frente al absolutismo borbónico y soñaban con aprovechar la guerra contra Napoleón para hacer en España una revolución política como la que hubo en la Francia de 1789. 

Sin embargo, las Cortes como institución no eran una novedad. Ya en la edad media, existían en cada uno de los reinos de España asambleas en las que se representaban los tres estamentos sociales: el clero, la nobleza y las ciudades. Estas Cortes aprobaban leyes y en ocasiones se enfrentaban al poder del mismo Rey. Sin embargo, desde el siglo XVI entraron en declive como consecuencia del afianzamiento del poder absoluto de los reyes, de tal manera que en el XVIII habían desaparecido o tenían una función muy diluida y se convocaban en raras ocasiones.

Sin embargo ahora su recuerdo se reivindicaba con fuerza, aunque en realidad más que querer resucitar esta institución medieval, se quería crear un nuevo órgano de gobierno con más atribuciones que aquellas Cortes primigenias, creando una asamblea nacional que asumiera toda la soberanía como aquella que surgió en la Francia revolucionaria de 1789.


(Juramento de las Cortes de Cádiz en la Iglesia Mayor Parroquial de San Fernando el 24 de septiembre de 1810. Expuesto como tal en el Congreso de los Diputados de Madrid)

En abril de 1809 un miembro de la Junta Central, Calvo de Rozas, elaboró una propuesta de convocatoria de las Cortes y elaboración constitucional, con el objetivo de establecer una "Constitución bien ordenada". Durante las siguientes semanas, la propuesta se convirtió en un Real Decreto. Este Real Decreto, con fecha de 22 de mayo de 1809, proponía oficialmente la celebración de una asamblea constituyente para el año 1810, además de la creación de una Comisión de Cortes, presidida por Jovellanos, que prepararía las reformas necesarias para poder llevar a término las Cortes.


Los defensores del absolutismo, los conservadores, recelaban de esta idea ya que se convocaban las Cortes en ausencia del monarca, algo que no tenía precendentes. Mientras que los liberales esperaban que ésta fuera la oportunidad para introducir todas las reformas que el país necesitaba.

La Junta Central decide también que las Cortes tengan una composición estamental y sean bicamerales, enviando la convocatoria a las ciudades con voto a Cortes. Por dificultades administrativas no se envía la convocatoria a los otros dos estamentos, Clero y Nobleza.


(«La Verdad, la Historia y el Tiempo» (también conocido como «Alegoría de la adopción de la Constitución de 1812». Alegoría de la Constitución de 1812, Francisco de Goya, Museo de Estocolmo)

Sin embargo el panorama bélico era desfavorable para España. La invasión de Andalucía por parte de los franceses motivó que la Junta Central abandonara Sevilla y se trasladara a la isla de León en Cádiz, que se convertiría así en el baluarte de la resistencia española y en la cuna de la primera Constitución de España.

(Continuará)
 
Curiosidades :

» La Constitución española de 1812, también denominada La Pepa, fue promulgada por las Cortes Generales de España el 19 de marzo de 1812 en Cádiz. La importancia histórica de la misma es grande, al tratarse de la primera Constitución promulgada en España, además de ser una de las más liberales de su tiempo. Respecto al origen de su sobrenombre, la Pepa, fue promulgada el día de San José, de donde vendría el sobrenombre de Pepa.


 » La Constitución de 1812 se publicó hasta tres veces en España (1812, 1820 y 1836), se convirtió en el hito democrático en la primera mitad el siglo XIX, e influyó en la gestación de varias constituciones europeas posteriores. También tuvo gran impacto en los orígenes constitucionales y parlamentarios de la mayor parte de los Estados americanos durante y tras su independencia.

 » La mayor parte de las investigaciones dedicadas a estudiar la constitución española de 1812 omiten o minusvaloran la influencia que la revolución liberal y burguesa española tuvo al transformar el imperio colonial español en provincias de un nuevo Estado, y convertir en nuevos ciudadanos a los antiguos súbditos del absolutismo, y que incluía en su definición de ciudadanos españoles no solo a los europeos o sus descendientes americanos, sino también a las castas y a los indígenas de los territorios de América, algo de gran trascendencia para las nacientes legislaciones americanas.(1)

 » Sometida a asedio durante más de dos años por los franceses, la ciudad de Cádiz se defendió con dos mil soldados españoles, reforzados posteriormente por otros diez mil, así como por tropas británicas y portuguesas. Los gaditanos se preocuparon de instalar a los ingleses fuera de las murallas para que no se repitiera con ellos con que sucedió en Gibraltar un siglo antes. También se crearon milicias de voluntarios locales que participaban en la defensa de la ciudad, son los llamados "Voluntarios Distinguidos", provistos de un llamativo uniforme y que todavía hoy desfilan por las calles de Cádiz en algunos actos conmemorativos.

(1) Paniagua Corazao, Valentín "Los orígenes del gobierno representativo en el Perú: las elecciones (1809-1826)"
 
Fuentes :

 
» Artola, Miguel: «Orígenes de la España contemporánea», Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 2000; Las Cortes de Cádiz, Ayer, 1, 1991.
» Chust, Manuel: «La cuestión de la nación americana en las Cortes de Cádiz», Valencia, UNED-UNAM, 1998.
» Rodríguez, J. E.: «La independencia de la América española», México, FCE, 1996.» Pérez Garzón, Juan Sisinio: «Las Cortes de Cádiz», Síntesis, Madrid, 2007.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El misterio de los Santos Emparedados

El hallazgo se produjo en los últimos días del mes de enero de este año, en la iglesia de Santo Domingo de Silos de Prádena del Rincón (Madrid).

Durante este tiempo los arqueólogos han preferido guardar silencio para entender el descubrimiento. Algo que no habían visto jamás. Dentro de una tumba, entre restos humanos, aparecieron tres misteriosas esculturas, dos de ellas, sin cabeza. Emparedadas y decapitadas... dentro de un nicho.

Las investigaciones arrojaron posteriormente que se trataba de tallas religiosas de la primera mitad del siglo XIV. Dos de ellas están perfectamente identificadas: la Virgen María y San Juan Evangelista. Sobre la tercera, hay dudas. Puede ser Santo Domingo de Silos (por la advocación de la iglesia) o Santo Tomás, ya que antiguamente el templo estaba dedicado a su figura. Pero después de clasificarlas, los técnicos han centrado todos sus esfuerzos en responder al gran enigma: ¿Qué hacen tres tallas religiosas de hace 700 años dentro de una tumba?

 (Fotografía del misterioso hallazgo)

Hay dos teorías al respecto, tal y como señala Carla Olivé, restauradora del edificio. Existe la posibilidad de que en algún momento la iglesia hubiera cambiado de culto.

«A lo largo de los siglos —explica— el templo ha podido experimentar sucesivas ampliaciones; que comenzara siendo una pequeña capilla y que acabara convirtiéndose en lo que es hoy. Esas remodelaciones también incluían la renovación de los objetivos religiosos que estaban considerados como los más antiguos».

Por otro lado, los arqueólogos no descartan que el abad de la iglesia hubiera decidido, en su momento, enterrar estas tres esculturas al haber recibido otras similares, pero de mejor calidad. Dada su naturaleza religiosa, estas no se podían vender ni destruir, por lo que pudo optar por enterrarlas en un nicho.

Las tres tallas de bulto redondo se encontraban ocultas en una hornacina practicada en uno de los muros del atrio norte, en unas condiciones lamentables, aunque los trabajos de restauración permitirán recuperar su disposición original.

 (Iglesia Parroquial Santo Domingo de Silos en Prádena del Rincón)

El estilo presentado por las esculturas es posiblemente gótico si bien con ciertos caracteres arcaizantes en lo referente a las facciones. Desde el punto de vista artístico, las tallas del probable calvario presentan un notable dominio técnico del volumen y movimiento de los ropajes, y sus cabezas, unas facciones proporcionadas y bien definidas.

La imagen de la Virgen tiene una túnica que cae hasta los pies y calza zapatos de remate puntiagudo que asoman por debajo. Las manos están entrelazadas encima del pecho, lo que se ha interpretado como símbolo de asociación al sacrificio de su Hijo. La cabeza, a pesar de su deterioro, posee unos rasgos finos, mientras que los ojos (almendrados) están magníficamente tallados, al igual que la boca. La figura de San Juan lleva túnica talar hasta los pies y parece sostener un libro en una mano.

La singularidad de este descubrimiento es aún mayor si se tiene en cuenta que los hallazgos conocidos de ocultamientos son escasos en España: sólo se conocer tres casos en iglesias de Soria, Palencia y Vitoria.
Pinturas y una necrópolis

Durante los trabajos de rehabilitación de Santo Domingo de Silos, que comenzaron hace un año, también han aflorado varios elementos artísticos de distinta cronología y tipología, como restos conservados del retablo mayor que resultó quemado hace cuarenta años.

También se han descubierto restos de pintura mural en paredes de la nave. Estos se dividen en dos grupos de cronología y significado muy diferente, pero ambos habían permanecido ocultos tras un tabique adosado al muro. Además, se ha perforado el subsuelo sacando a la luz una necrópolis junto al atrio norte. Hay tumbas antropomorfas excavadas en la roca, realizadas con ladrillo y también aunando ambas tipologías. Las más antiguas son anteriores a la construcción de los muros del templo.


Fuente:

ABC - Miguel Olivier

domingo, 6 de noviembre de 2011

Carlos II el Hechizado, el final de una dinastía

A finales el siglo XVII, la inmensa Monarquía Hispánica estaba gobernada por Carlos II, un enfermo crónico como consecuencia de la consanguinidad que había sido la política constante de su familia durante generaciones. En las cortes de Europa, muchos esperaban su final con ansiedad, pues el monarca no tenía descendientes directos, por ello todos se preparaban para lanzarse sobre una monarquía que parecía a punto de extinguirse.

(Carlos II, el hechizado por Claudio Coello, 1685. Aparece el Rey de rodillas adorando la Sagrada Forma en el Monasterio de El Escorial. Recomiendo pinchar sobre la imagen para verla en detalle)

Por aquel entonces, todavía se conservaban practicamente intactos todos los inmensos territorios que se habían ido acumulando desde los Reyes Católicos y que habían ampliado los sucesivos descendientes de la Casa de Austria, por ello, la descendencia de Carlos II era un tema del que dependía la continuidad del imperio, aunque éste ya mostraba evidentes signos de debilidad. Por ello la principal obsesión de la Corte de Madrid era garantizar el futuro de la dinastía. No se hicieron pocos esfuerzos para conseguirlo, tras el primer matrimonio que terminó con la muerte de su esposa María Luisa de Orleans, contrajo de nuevo esponsales con Mariana de Neoburgo, hija del elector del Palatinado.

Consciente su nueva esposa de que su valía y continuidad dependían de darle un heredero al rey de España, Mariana se sometió a todo tipo de tratamientos de fertilidad que pasaron desde las procesiones, las sangrías, las purgas y la ingesta de distintos brebajes que terminarían por minar también su salud. Nada sirvió para lograr el cometido, ni siquiera sus once simulados embarazos y sus simulados abortos, pronto se corrió la voz en la corte de la esterilidad de la reina y por si fuera poco su falta de docilidad le granjeó la enemistad de la madre del rey Mariana de Austria.

Uno de los enfrentamientos entre ambas Marianas vino por el nombramiento de un gobernador en los Países Bajos. La reina consorte tenía en mente a su hermano Juan Guillermo y la reina madre sin embargo apostaba por el marido de su nieta María Antonia: Maximiliano Manuel, elector de Babiera. La pugna entre ambas se dirimió finalmente en favor de éste último y por tanto la reina madre se salió con la suya, Maximiliano Manuel fue finalmente nombrado por Carlos II gobernador de aquellos estados por real decreto de 26 de diciembre de 1691.

El plan de la reina madre estaba claro, quería que Maximiliano Manuel fuera una extensión de su voluntad en los Países Bajos y que abriera el camino para el príncipe José Fernando, hijo de Maximiliano Manuel y de su nieta María Antonia, nacido en Viena el 28 de octubre de 1692, bisnieto del rey Felipe IV de España y de la reina doña Mariana de Austria, y sobrino nieto del rey Carlos II de España. Sería por tanto José Fernando de Baviera el heredero de todos los reinos, estados y señoríos de la Monarquía Hispánica desde 1696, por testamento del rey Carlos II de España, hasta su muerte en 1699. José Fernando fue considerado por Mariana de Austria como el heredero directo de la Monarquía Hispánica pues estaba convencida de que su hijo nunca podría concebir.

(Retrato del príncipe José Fernando de Baviera por José Vivien, 1698)

La reina consorte, despechada, escribiría :

"para dominar ella sola al Rey, forzosamente había que esperar que muriese la Reina Madre"

Finalmente se cumplieron sus deseos y el 16 de mayo de 1696, en Madrid, moría la Reina Madre de un cáncer de pecho. Su triunfo póstumo fue el testamento que suscribió su hijo Carlos II en septiembre de 1696 decretando heredero universal de la Monarquía a su sobrino nieto José Fernando de Baviera. El Barón de Baumgarten, describió los sucesos tras la juerte de la Reina Madre en los siguientes términos, con algún suceso paranormal incluído:

"Miércoles 16, a las doce menos cuarto de la noche, en el instante mismo en que se hacía más visible el eclipse de luna, falleció la Reina, en las casas de Uceda, donde vivía. A las cuatro de la mañana se abrió el testamento, y después se expuso el cadáver en el estrado. Al domingo siguiente lo trasladaron a El Escorial con la pompa de costumbre. Según pudo ver mucha gente, al sacar el cadáver de la caja mortuoria una paloma estuvo revoloteando buen rato. Una monja que ha servido en el cuarto de la Reina difunta, al tener noticia de su muerte, pidió un recuerdo de ella, y le dieron una de las camisas de noche de Su Majestad. Esta monja, paralítica desde que entró en el convento, metió la camisa en su cama, y a la mañana siguiente amaneció completamente curada."

Al eliminarse el principal obstáculo para la esposa de Carlos II, Mariana de Neoburgo dominó finalmente la débil voluntad del Rey.

En 1697 llegó el embajador francés a España (una vez concluida la guerra entre España y Francia en 1689) era el Marqués de Harcourt que movió sus hilos para ganar adeptos para la causa francesa, como el poderoso Cardenal Portocarrero.

Así en el complicado tablero de aspirantes teníamos por una parte a José Fernando de Baviera designado sucesor en el testamento de Carlos II por influencia de Mariana de Austria. Por otra parte el emperador Leopolpo I que quería imponer como heredero en España a su hijo el archiduque Carlos. Y finalmente estaba el partido francés dirigido por el embajador francés, Harcourt, que tenía como principal candidato a Felipe de Borbón, duque de Anjou, nieto de Luis XIV y biznieto del fallecido Felipe IV.
 
(Moneda de 4 Reales de Carlos II, 1684, Segovia. En 1680 se realizó una reforma monetaria muy importante. Se permitió la acuñación de un vellón con valor fáctico mayor que su valor intrínseco)

Las dos últimas candidaturas eran complicadas puesto que si triunfaba la primera, la del archiduque Carlos, podría desembocar en la unión de España y Austria. La segunda candidatura, la de Felipe de Anjou, podría desembocar a su vez en la unión de España y Francia. Ambas posibilidades crearían a un coloso de fuerza descomunal para los intereses del resto de potencias europeas, por lo que se empezaron a mover los hilos en Europa y ya entre ellas comenzaron a urdir los posibles repartos.

De esta manera en 1698 Luis XIV ya tenía en mente un posible reparto por el que al morir Carlos II, el príncipe José Fernando de Baviera se quedaría con los Países Bajos, los reinos de la Península y las posesiones de las Indias, mientras que Francia se quedaría con Nápoles y Guipúzcoa y el archiduque Carlos recibiría el gran ducado de Milán.

Sin embargo la voluntad de Carlos II era bien distinta y el 11 de noviembre de 1698 realizó un nuevo testamento en el que se recalcaba que el conjunto de la Monarquía era indivisible y que su heredero universal era el príncipe José Fernando de Baviera.

Así estuvieron las cosas hasta que la fatalidad se cruzó en el destino de la Monarquía, pues José Fernando de Baviera, con sólo 7 años de edad, falleció de forma inesperada en febrero de 1699, con lo que una de las tres posibilidades antes comentadas se descartó definitivamente.

A partir de este momento comenzaron de nuevo las intrigas y las propuestas y los posicionamientos de las diferentes potencias europeas. Luis XIV incluso comenzó a mover sus hilos en la Corte española. Así en 1699 estalló en Madrid el llamado "Motín de los Gatos" organizado seguramente por amotinados movidos por intereses extranjeros y que aprovecharon la mala coyuntura económica y la carestía de alimentos :

"Pan, pan, pan, queremos pan.... Viva el rey, muera el mal gobierno" 

Los disturbios, en los que la multitud exasperada comprometía gravemente el orden, sólo se calmaron con la intervención del propio rey Carlos II de España que llegó a dirigirse a la muchedumbre congregada ante palacio, tras lo que los ánimos se calmaron. Las consecuencias del motín fueron la destitución del Conde de Oropesa, presidente del Consejo de Castilla, y principal cabecilla de la opción austríaca y que además hacía funciones de valido y era el principal responsable del abastecimiento de la capital.


(Manuel Joaquín de Toledo Portugal y Córdoba Monroy y Ayala, conde de Oropesa, fue objetivo del motín de los gatos (abril de 1699), tras el que cayó en desgracia. Fue sustituido por el cardenal Portocarrero, partidario de la sucesión francesa. Este grabado representa a Carlos II destituyendo al conde de Oropesa tras el Motín de los Gatos)
 
También fue depuesto el corregidor de Madrid, Francisco de Vargas, siendo sustituido por Francisco Ronquillo, un destacado personaje del partido borbónico, que durante los disturbios había actuado como intermediario de las reclamaciones de la multitud, y reclamado y vitoreado por ésta. Así el "Motín de los Gatos" no fue sólo un estallido popular por la acuciante carestía; fue también, el resultado de un conflicto político en el que un bando cortesano, el borbónico (a través de la utilización de la «opinión pública»), conseguía imponerse al partido austríaco que, desde entonces, quedó, definitivamente, desmantelado

El obstáculo final, era la voluntad del rey. En los años finales de su vida, Carlos II tuvo que sufrir incluso algunos rituales de exorcismo, pues se decía que estaba hechizado y que existía un maleficio sobre él que le impedía tener descendencia. Desde Viena se enviaría a fray Mauro de Tenda, amigo de Froilán Díaz (confesor del rey Carlos II) un exorcista de renombre que llegó a asegurar que quien había hechizado al Rey es :

"Alguien que tiene simpatías por las flores francesas de lis y desea que de esta simple manera recaiga la herencia de esta Monarquía en el Rey de Francia" (1)


 
(Escudo de armas de Carpos II, podemos ver en la descripción los numerosos territorios que componían sus dominios. Posteriormente vemos otros escudos o estandartes reales que ya no incluyen el escudo de Portugal, que ya no pertenecía al dominio del Rey de España)

La débil salud del monarca se vio afectada por estos exorcismos y padeció continuas diarreas, vómitos y fiebres muy altas.

Luis XIV decidió ir más allá en el año 1700 y propuso que si en tres meses no se aceptaba su plan anterior, se buscaría un príncipe que sustituiría al archiduque Carlos en la herencia. Carlos II, viendo posiblemente muy cerca el fin de sus días, pidió finalmente consejo al papa Inocencio XII :

"...mantener inseparables los reinos de mi Corona y la Sagrada Religión", podía ofrecer "uno de los hijos segundos del Serenísimo Delfín de Francia"

De esta manera, se habló, abiertamente, sobre la posibilidad real de la opción francesa.

El papa Inocencio XII, pro-francés, no tardó en responder favorablemente a esta consulta :

"Nos vemos en el deber de no discrepar de esa opinión del Real Consejo de Vuestra Majestad"

Recibió el Rey la carta de Su Santidad y tranquilizóse ya plenamente confortado. Carlos II convencido de que finalmente esta era la voluntad de Dios se confesó y recibió la extrema unción. La monarquía católica sería heredada por un borbón francés. Unos años atrás, pocos podían haber previsto un desenlace así, pero... a fin de cuentas esta dinastía no era tan extraña en España porque todos los anteriores reyes de España habían tenido esposas del país vecino. (2)

El 1 de octubre el Rey firmó su nuevo testamento :

"...declaro ser mi sucesor, en caso de que Dios me lleve sin dejar hijos, al Duque de Anjou, hijo segundo del Delfín, y como tal le llamo a la sucesión de todos mis Reinos y dominios, sin excepción de ninguna parte de ellos. Y mando y ordeno a todos mis súbditos y vasallos de todos mis Reinos y señoríos que en el caso referido de que Dios me lleve sin sucesión legítima le tengan y reconozcan por su rey y señor natural, y se le dé luego, y sin la menor dilación, la posesión actual, precediendo el juramento que debe hacer de observar las leyes, fueros y costumbres de dichos mis Reinos y señoríos." (3)

 (Firma del rey Carlos II) 

El día 1 de noviembre del año 1700, tras una dura agonía pero con la conciencia tranquila por creer que su su monarquía descansaba en la voluntad de Dios, fallecía Carlos II, el último de los Austrias de España.

Sin embargo, su postrera decisión, no evitaría que dos años después se desencadenara la Guerra de Sucesión Española, un terrible conflicto que implicó a toda Europa en una cruenta guerra que decidiría finalmente el destino de las posesiones españolas.


»» Esta entrada se realiza a petición del blog Reinado de Carlos II en homenaje a su su 350º aniversario ««


(1) 283 B.N.E., mss.5724,fol.89.Citado en J. Contreras,«Guerra entre Inquisidores...» art.cit., p. 297.
(2) Testamento de Carlos II... op. cit., p. LVI
(3) Testamento de Carlos II (Cláusula XIII)


Fuentes consultadas :

» Contreras, Jaime. "Carlos II el Hechizado. Poder y melancolía en la corte del último Austria", Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2003.
» Ribot, Luis. "El arte de gobernar. Estudios sobre la España de los Austrias", Alianza, Madrid, 2006.
» Maura Gamazo, Gabriel. "Vida y reinado de Carlos II", Espasa-Calpe, Madrid, 1942.
» Calvo Poyato, José. "La vida y época de Carlos II el Hechizado" Planeta, Barcelona, 1998.
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