miércoles, 26 de octubre de 2011

Los Vikingos atacan España (2ª Parte)


La tercera incursión:

Un siglo tuvo que transcurrir para que las velas vikingas aparecieran de nuevo por el horizonte en las costas de la Península. Como en los comienzos de estos saqueos, devastaron la parte de Galicia, matando a mucha gente y llevándose como prisioneros a un buen número de habitantes.

Estas incursiones serán recordadas a lo largo de los siglos, así  el padre EnriqueFlórez en su obra “España Sagrada” recoge un antiguo documento de tiempos del obispo Hermenegildo de Lugo (951-958) en el que puede leerse :

"Los lucenses, tanto de estado eclesiástico como los laicos y Hermenegildo Obispo, se prometen mutua y solemnemente que juntamente con los habitantes de Lugo defenderán la ciudad contra los Normandos”.

Igualmente,  debido a estos ataques, se mejoraron las defensas costeras, se construyeron muros, torres y fortalezas, como por ejemplo en Santiago de Compostela para defender la ciudad y la iglesia del apóstol y evitar nuevos saqueos.

 (Mapa que muestra algunas de las rutas que siguieron los vikingos durante sus incursiones. Pincha sobre él para ampliar)

Comentan también las crónicas que cuando el duque Ricardo de Normandía terminó su lucha en Francia contra el conde de Chartres y el rey Lotario de Francia en el 963, se encontró con que los mercenarios daneses que le habían ayudado en la pugna, ahora resultaban problemáticos, así que ni corto ni perezoso les proporcionó guías para enviarlos lejos de allí, hacia España.

De esta manera llegaron nuevas avalanchas vikingas a Galicia que sembraron el caos y la destrucción en todo el territorio, incluso los campesinos se organizaron para hacer frente a los piratas del norte, pero no fue suficiente para paliar la furia de los hijos de Odín y fueron derrotados en cruenta batalla.

El obispo Rosendo tuvo que hacer frente a la invasión de los normandos así, reunió y armó a sus tropas y dejó que los invasores se regocijaran en su triunfo y se confiaran. Cuando vio que, cargados con el fruto de sus saqueos, intentaban embarcar hacia sus tierras, lanzó contra ellos a sus hombres comandados por el conde don Gonzalo Sánchez. Los vikingos, se encontraron con la sorpresa de un ejército que se abalanzaba sobre ellos, este factor hizo que sufrieran una gran derrota y que fueran pasados a cuchillo buena parte de ellos cuando intentaban escapar por la ría de Arousa. Un texto de la época nos relata :

“volvió (San Rosendo) de sus expediciones a Santiago coronado de triunfos y aplaudido de todos”.
 
La cuarta incursión:

En el año 968 entran en Galicia los vikingos de Gunderedo (Gudrød o Gunrod) caudillo vikingo noruego considerado como el rey del mar lanzando, desde sus bases en el Loira, incursiones hacia las costas cantábricas con más de cien naves armadas en el año 968.

(Ramiro III. Rey de León (966 - 985) nombró lugarteniente suyo a San Rosendo que derrotó a los vikingos que desembarcaron en Galicia en 968)

En esta época, los vikingos hicieron grandes desmanes debido a la inestabilidad política reinante en la zona, pues el rey Ramiro III tan sólo contaba con 5 años de edad tras la muerte de su padre Sancho el Craso y había luchas internas por el poder. El Obispo Sisnando aprovechándose de esta situación se presenta el día de Navidad en la basílica de Santiago “armado y vestido con coraza” obligando al obispo Rosendo a exiliarse al monasterio de Celanova y tomando por la fuerza el obispado.

No pudo disfrutar mucho tiempo de su nuevo puesto, pues en marzo de 968, Gunderedo llega a las puertas de Compostela con su enorme flota que trasportaba un temible ejército normando. El nuevo obispo Sisnando se aprestó para hacerles frente con su ejército y se enzarzó en un violento combate en un lugar llamado Fornelos el 29 de marzo del año 968, en las cercanías del río Louro.

Él mismo, se puso al frente de sus tropas de caballería, pero su temeridad lo llevó al medio del campo de batalla sin mayor defensa que su valor y murió de un flechazo en la cabeza, sus hombres emprendieron la fuga y finalmente fueron derrotados, dejando libre el camino a los vikingos que se desparramaron por las tierras de Galicia robando, asesinando y destruyendo el país hasta los montes de Cebrero (frontera natural entre Galicia y León) finalmente lograrían entrar en Compostela saqueándola sin piedad. Monasterios como el de San Xoán de Coba, en la ribera de Ulla, y el de Santa Eulalia de Curtis, entre otros, fueron arrasados.

 (Estatua en recuerdo de las incursiones vikingas, Catoira, Galicia)

No terminaron aquí los enfrentamientos. El conde de Galicia Gonzalo Sánchez organizó un nuevo ejército compuesto sobre todo por por las gentes cuyas tierras habían sido arrasadas, cuyas casas habían sido incendiadas y cuyas familias habían sido asesinadas,  con la esperanza de terminar con el caos en la región.

La batalla tuvo lugar en el año 970. El conde Gonzalo Sánchez lanzó su ataque con un poderoso y motivado ejército que finalmente venció a los nórdicos en cruenta batalla. El propio Gunderedo murió en el combate o fue ejecutado posteriormente y los supervivientes de su flota fueron pasados todos a cuchillo. El botín fue recuperado y las naves vikingas fueron quemadas. Una respuesta tan sangrienta se debió a que en el siglo IX se llegó a decir que, vistos los precedentes de expediciones previas, el vikingo era peor enemigo que el moro.

Fueron estos, tiempos muy duros para el reino de León, pues los vikingos habían permanecido en tierras gallegas prácticamente tres años, dejando un panorama desolador, se habían saqueado numerosas aldeas, ciudades como Tuy, Braga y Orense habían sido destruidas de tal manera, que ni siquiera sus obispos tenían ya allí residencia pues habían sido reducidas a cenizas.
 
El final de la pesadilla:

Tras estas incursiones principales en España, las crónicas relatan aún alguna correría esporádica de algunas bandas de piratas vikingos y aún se producirían acciones de alguna repercusión como el asalto a Tuy de 1014 ó 1015 por parte de una escuadra vikinga que remontó el río Miño, probablemente comandada por Olaf Haraldsson futuro rey de Noruega y posteriormente llamado “El Santo”. Estos vikingos fueron expulsados por Alfonso V, tal como él mismo comenta en una carta fechada en el 1024.

 (Olaf II navegando entre trolls. Pintura sobre piedra en la Iglesia de Dingtuna, Suecia)

En 1028 hubo otra incursión, esta vez protagonizada por Ulf, apodado “el Gallego” ya que los nórdicos solían dar el nombre de la región conquistada o saqueada a quien había dirigido la operación.  Al parecer este Ulf, a parte de conseguir sustanciosos botines, se convirtió en mercenario de un noble gallego llamado Rodrigo Romariz en alguna de las turbulentas disputas políticas de la época,  contra Bermudo III.

El obispo de Compostela, Cresconio, tuvo que levantar el castillo de Oeste, ubicado estratégicamente en la ría de Arosa, junto a Catoira, para cerrar el paso a las naves vikingas que deseaban atacar Santiago remontando el Ulla. Finalmente logró reunir un ejército y, asumiendo el liderazgo de la nobleza gallega, derrotó a los vikingos hasta su expulsión en el 1038.

(Torres Catoira defendían la entrada del río Ulla. La estructura del castillo, consistía en un recinto amurallado de forma elíptica con siete torres que, ubicadas a ambos lados, cerraban la entrada del río Ulla en dirección a Padrón, tendiendo una gruesa cadena que impedía el paso a las expediciones invasoras a Compostela. Había además una gran torre que sobresalía entre las otras, y que fue costeada, según la tradición, por la ciudad de Lugo, recibiendo así el nombre de torre de Lugo)

Después de aquello, los nórdicos sólo regresan en esporádicas ocasiones y generalmente como mercenarios de nobles gallegos en los diversos conflictos del reino, como fue el levantamiento contra doña Urraca. Pero ya no son noruegos ni daneses sino sus descendientes de las islas Británicas y Orcadas.

Del mismo modo que llegaron, los piratas venidos del norte, desaparecieron por siempre para no regresar jamás, pero sin duda el recuerdo de su presencia quedaría perpetuado en las páginas de nuestra historia.

Fin.
 
Curiosidades:

» Olaf  “El Santo” sería uno de los vikingos que asoló las costas españolas. Tras su muerte, su cuerpo fue colocado en un cobertizo, y según la tradición, un ciego comenzó a ver tras ungirse los ojos con la sangre del cadáver. Los campesinos del lugar se llevaron el cuerpo y lo sepultaron junto al río Nidelven, en Nidaros (actual Trondheim). Desde entonces comenzaría el culto a Olaf, que fue llamado popularmente el santo. Su muerte fue juzgada como un martirio. Al año siguiente, su cadáver fue exhumado y trasladado al interior de una capilla que se erigió al lado de su tumba. Con el tiempo, en el lugar de la pequeña capilla se erigiría una fastuosa catedral, la Catedral de Nidaros, que sería un frecuentado centro de peregrinación. Fue venerado como un santo en todo el país y con el tiempo se convirtió en uno de los personajes más importantes del cristianismo de Noruega.

» El paso de los vikingos por España ha dejado su huella en la memoria popular, al igual que en la toponimia. Ejemplo de ello son dos localidades, una en León llamada Lordemanos y otra en Portugal, cerca de Coimbra, llamada Lordemao. En un artículo de 1998 de la revista Viking Heritage Newsletter de José Manuel Mates Luque (Vizcaya) afirma que Lordemanos es un sinónimo (cristiano o musulman, no queda claro) de la palabra Vikingo, y relaciona por tanto la etimología con la existencia de Vikingos en la zona.

Fuentes :

Reinhart, P.A. Dozy, "Los vikingos en España", Polifermo, Madrid, 1987.
Morales Romero, E "Historia de los vikingos en España", Miraguano, Madrid, 2006.

martes, 11 de octubre de 2011

Los Vikingos atacan España (1ª Parte)


La primera incursión:

El 1 de agosto del año 844 dc. cuentan las crónicas que se avistaron por primera vez las temibles naves vikingas asomando por el litoral del Cantábrico. Seguramente  formaban parte de la escuadra que venía de saquear algunas poblaciones francesas. La " Crónica Profética" nos da una fecha:

 "era DCCCLXXXII kalendas augustas"

Estos normandos (palabra que viene a significar hombres del norte) fueron bordeando la costa, como ellos solían hacer, pues no solían aventurarse en el desconocido oceano, y llegaron hasta Galicia. Al avistar el faro de la Torre de Hércules (Farum Brigantium) pensaron  que probablemente habría una importante población acompañando a aquel impresionante monumento y se decidieron a desembarcar. Sin embargo no encontraron más que pequeñas aldeas como la pequeña población de Clunia, que dejó de existir ese mismo día. Desde ese punto los vikingos saquearon toda la zona de alrededor y continuaron hasta adentrarse en la provincia de Lugo, desgraciadamente para ellos se toparon con un ejército formado por las huestes  de Ramiro I de Asturias y de algunos señores locales que se atrevieron a plantarles cara pues ya estaban avisados de esta presencia y llevaban tiempo observando los movimientos de los escandinavos. Empujaron a los vikingos hasta la ribera del Miño y les obligaron a librar combate en un lugar llamado hoy Camporramiro.

La "Cronica General de España" de Rodrigo de Toledo y Lucas de Tuy afirma :

"Y así ocurrió allí que el rey don Ramiro los venció y desbarató, y luego mandó poner fuego a la flota y les quemó LXX naves".

(Casco nórdico. Los vikingos usaban lo impredecible de sus llegadas como medio para provocar un terror psicológico a las poblaciones que atacaban. Por cierto, los vikingos nunca usaron cascos con cuernos)

Los piratas abandonaron aquellas costas, pero sus fuerzas, aunque mermadas, seguían siendo un problema a tener en cuenta. Así sus más de 53 bajeles y 58 barcos menores, llegaron el 17 de septiembre al puerto de Lisboa, ciudad que atacaron, sin éxito, durante varios días. Mientras tanto estuvieron arrasando los alrededores de la ciudad intentando hallar el modo de entrar y saquearla. Pero las murallas eran fuertes y los vikingos carecían de máquinas de asalto que no se correspondían con el tipo de guerra que ellos hacían :

"En el año 230, los madjus que habitaban en las tierras más lejanas de Al-Andalus invadieron las tierras de los musulmanes, presentandose ya en el mes de Du-l-higga del año 229 ( 20 de agosto - 17 septiembre del 844 ) ante Usbuna ( Lisboa ) quedandose allí durante trece días" (1)

Sin desanimarse por esta acción frustrada, los vikingos embarcaron de nuevo y se dirigieron hacia el sur de la Península hasta alcanzar la desembocadura del río Guadalquivir. Esta fue la puerta que se les abrió para penetrar en aquel Al-Andalus de los musulmanes. Saquearon Cádiz, Sidonia y Sanlúcar. 

(Casi todos los drakkars eran construidos sin utilizar cuadernas, superponiendo planchas de madera; para tapar las juntas de unión entre las planchas se utilizaba musgo impregnado con brea. El reducido peso del drakkar y su poco calado hacían posible que navegara por aguas de sólo un metro de profundidad, lo que posibilitaba un rápido desembarco e incluso el transportar la embarcación por tierra. Este es un detalle del Tapiz de Bayeux representando unas neves normandas) 

Llegaron así hasta la mismísima Sevilla el 25 de septiembre y esta vez sí tuvieron éxito, lograron tomar la ciudad sin apenas resistencia (aunque la alcazaba nunca llegó a rendirse) y desde allí comenzaron sus incursiones tierra adentro a lomos de los caballos que robaron. El botín conseguido fue cuantioso.

El emir, organizó rapidamente un ejército en Córdoba con el fin de expulsar a los intrusos, Abderramán II, estupefacto frente a unos guerreros que en cuestión de días habian saqueado tres ciudades de su territorio y que se desplazaban a una velocidad impensable, logró reunir un importante ejército y decidió tender una emboscada a los vikingos al sur de Sevilla, en un lugar llamado "Quintos de Muafar". Hay que tener en cuenta que por el volumen de naves utilizadas la expedición vikinga debía estar compuesta de un máximo de 1800 guerreros lo que suponía una fuerza considerable.

Al amanecer, cuando las tropas vikingas salían de Sevilla en dirección a Morón, las tropas musulmanas esperaron a la señal convenida para abalanzarse en masa hacia los invasores degollando a muchos de ellos y logrando entrar en Sevilla para liberarla de nuevo. Varios destacamentos vikingos se habían dispersado anteriormente por otras partes del territorio andaluz para seguir con sus correrías de pillaje, los que lograron escapar con vida de Sevilla decidieron regresar a sus naves y seguir remontando el Guadalquivir con la esperanza de encontrar parte de las tropas que se habían dirigido hacia Córdoba, finalmente lograron reunirse de nuevo y regresar río abajo, hostigados permanentemente desde ambas orillas por los musulmanes.

(Guerreros nórdicos disponiéndose a atacar la ciudad de Angers, en el siglo IX. Miniatura de una biografía de san Aubin del siglo XI. Biblioteca Nacional de París)

Una vez dejaron atrás Sevilla, parlamentaron con los musulmanes y aceptaron devolver todos los prisioneros que habían hecho a cambio de ropa y víveres que les permitiera continuar su viaje. También pidieron que el califa de Córdoba enviara un emisario como embajador suyo a su rey.

Sin embargo cerca de la actual Tablada, fueron finalmente alcanzados por el grueso del ejército musulmán, la batalla fue cruenta y murieron muchos hombres, se habla de más de 500 hombres y cuatro barcos. El castigo para los apresados fue ejemplar y muchos acabaron colgados de las palmeras de Tablada.

Pero no todos cayeron, los que lograron escapar del degüello lograron desquitarse asaltando la ciudad de Niebla y saqueándola antes de volver al Atlántico. Así concluyó la primera de las incursiones vikingas en la Península, pero no olvidaron a aquellos "blamenn" (hombres negros), como ellos llamaban a los sarracenos pues hablarían de todas las riquezas que habían visto, lo que daría pie a futuras expediciones.

La segunda incursión:

En el año 858, de nuevo otra armada vikinga capitaneada por Hasting y por Bjor Jernside (Costado de Hierro), atacaron las costas de Francia y posteriormente se dirigieron a la Península. En cuanto a estos personajes, sabemos algo especialmente de Costado de Hierro, hijo de Ragnar Lodbrok (Calzones Velludos) que en el 845 ya había saqueado París imponiendo el "Danegeld" ( "Impuesto danés", literalmente Oro Danés) a los francos y que llegó a ser rey de Dinamarca. 

(Ordoño I de Asturias (Oviedo, 821 — Ibíd., 27 de mayo de 866). Rey de Asturias entre los años 850 y 866. Fue hijo del rey Ramiro I de Asturias, y padre de Alfonso III el Magno. Durante su reinado tuvo que hacer frente a las incursiones vikingas)

Como no era la primera vez que los vikingos visitaban la Península, esta vez fueron directamente a Faro Brigantino con la idea principal de saquear Santiago de Compostela, cuyo renombre ya se había extendido por la Europa cristiana. Utilizaron la Ría de Arosa para penetrar con sus rapidísimas drakkar (nombre de las naves vikingas), saquearon Iria Flavia y llegaron a Santiago, pero se encontraron con una fuerte defensa por parte de sus habitantes durante dos semanas. Finalmente ante el empuje invasor, se decidió el pago del "Danegeld" para evitar el saqueo.

A pesar de todo los vikingos no se dieron por satisfechos e intentaron el asalto a la ciudad. La providencia quiso sin embargo que apareciera el conde Don Pedro de Pravia al mando del ejército que el rey Ordoño I ( hijo de Ramiro I ) había logrado reunir para repeler la invasión.Tras un duro combate los vikingos fueron derrotados y obligados a embarcar.

"En aquel tiempo los normandos vinieron de nuevo a las costas de Galicia,
donde fueron derrotados por el conde Pedro". (2)


El ataque al reino de Asturias tuvo sus consecuencias. Por una parte se comenzaron a realizar construcciones defensivas a lo largo de la costa atlántica y otras poblaciones del reino comenzaron a amurallarse. Por otra parte se trasladaría la sede episcopal de la ciudad de la vulnerable Iria Flavia a la ciudad de Santiago de Compostela lo que impulsaría aún más el crecimiento de esta ciudad.

La expedición continuó a pesar de todo, una pequeña derrota no socavó la codicia de estos intrépidos hombres del norte. Tanto fue así que bordearon la Península hacia el sur saquearon la ciudad de Algeciras; los invasores penetraron en la ciudad con la intención de capturar botín obligando a los habitantes a escapar a las colinas próximas a la ciudad. Entre los estragos que los asaltantes cometieron destaca el incendio de la mezquita llamada "Alhadra"; ante la visión del edificio principal de la ciudad ardiendo, los algecireños montaron en ira y expulsaron a los normandos de la villa. En la refriega capturaron dos de los drakkars con cuyas maderas construyeron las puertas y las vigas de una nueva mezquita.

(La Crónica Albeldense (Chronicon Albeldense) es un manuscrito anónimo redactado en latín y finalizado en el 881. En un formato de crónica histórica, relata pasajes de la historia antigua y de Hispania y supone una de las escasas fuentes conservadas de estudio del peridodo final de la monarquía hispanovisigoda, la invasión y asentamiento del poder Omeya en la península, y la génesis del Reino de Asturias. Aquí encontramos referencias del ataque de los vikingos)

Continuaron por el río Guadalquivir, como ya hizo la primera expedición, para alcanzar de nuevo Sevilla, pero esta vez la ciudad ya estaba prevenida y los emisarios habían puesto en alerta al ejército. Se dispuso una flota para repeler el ataque. Finalmente ambas escuadras se encontraron en algún punto del río Guadalquivir y allí se produjo una batalla naval que terminó con la pérdida de algunas naves vikingas y su retirada hacia la desembocadura.

No cejaron en su empeño de conseguir algún botín y se adentraron entonces en el Mediterráneo y lograron saquear algunas ciudades del norte de Africa donde parece que hicieron prisioneros que en meses posteriores llevarían, junto con el resto de productos exóticos, hasta Irlanda donde comerciarian con ellos, llamándolos "hombres azules". Posiblemente sea la primera mención de esclavos negros o tuaregs en esta lejana zona de Europa.

Continuaron su ruta y sus ataques a lo largo de la costa, así saquearon la ciudad de Uriwala (Orihuela ) y todo su territorio de alrededor. Menorca, Mallorca, Ibiza y Formentera fueron también víctimas de su saña depredadora. Saquearon un par de monasterios cercanos al río Ter y llegaron hasta la zona del Rosellón, ya en territorio franco, se harían fuertes en una isla en medio del río Ródano, en una zona llamada "La Camarga" y decidieron allí pasar el invierno y preparar las futuras correrías.

Los Annales Bertiniani o Anales de San Bertín (crónica franca) nos habla de los acontecimientos que allí ocurrieron :

"pero los daneses que estaban en el Ródano penetraron destruyendo hacia el interior hasta Valence; despues de haber saqueado toda la región, volvieron a la isla donde habían levantado sus cuarteles".

(La Península Ibérica en el siglo IX. Destaca la llamada Marca Hispánica. Carlomagno y luego su hijo Ludovico Pío crearon una serie de condados transpirinaicos para formar una frontera ("Marca") que sirviera de protección al núcleo del territorio carolingio. Estos condados tendrían desigual fortuna, algunos desparecerían absorbidos por otros de mejor fortuna, alguno llegó a ser reino, como Aragón, y otros siempre fueron condados, como el de Barcelona)

Al llegar la primavera, se hicieron de nuevo a la mar bordeando la costa italiana, saquearon Génova y la ciudad de Luna unos doscientos kilómetros al norte de Roma. Pero lo más significativo para nosotros es que para regresar a sus tierras del norte de Europa, pasaron de nuevo por las costas españolas y realizaron una intrépida excursión pues remontaron nada más y nada menos que el río Ebro, el Aragón y el Arga y llegaron hasta Pamplona (otras teorías hablan de que quizás llegaron desde el golfo de Vizcaya a través de la ría de Mundaka) pero lo cierto es que los barcos vikingos atracaron  al pie de Pamplona y asaltaron la ciudad con tal fiereza que lograron tomar como rehén al mismísimo rey García Iñiguez, por el que obtendrían una fabulosa suma de 70.000 dinares como rescate.

No terminaron aquí las incursiones vikingas en nuestro suelo, en la próxima entrada veremos nuevos ejemplos y el desenlace.

Continuará...

Curiosidades:

» Las crónicas y relatos árabes les dan el nombre genérico de "Al-Magus". Esta era la forma de llamar paganos, esto es que no tienen religión vinculada con el "Libro" (cristianismo y judaismo). El origen de la palabra hacía referencia a los seguidores del zoroastrismo que adoraban al fuego como representación de Aura-Mazda. Las fuentes medievales posteriores toman la mayoría de las veces la forma árabe en su versión aljamiada por lo que nos encontraremos en la "Estoria General" de Alfonso X o la "Historia Gothica" del obispo Jimenez de Rada referencias a los "almojuces", "almozudes" y "almonides".

» El Danegeld (o "Impuesto danés", literalmente Oro Danés) fue un impuesto aplicado para el pago de tributo a los expedicionarios vikingos para evitar el saqueo y piratería. Fue un impuesto característico en Inglaterra y la Francia merovingia durante los siglos IX y XI, siendo ambos tributarios para evitar a los atacantes.

» Un drakkar o långskip (término islandés usado para designar a los dragones) es una embarcación de casco trincado que data del período comprendido entre los años 700 y 1000. Fue utilizada por los escandinavos, sajones y vikingos en sus incursiones guerreras tanto costeras como del interior. Fueron el mayor exponente del poderío militar de los escandinavos, que los consideraban como su más valiosa posesión. En las Islas Lofoten (Noruega), algunos barcos de pesca aún siguen fabricándose siguiendo las mismas técnicas.

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(1) Sihab al-Din al-Nuwairi en su obra " de los limites de la instrucción".

(2) " Cronica Albeldense"

Fuentes :

Reinhart, P.A. Dozy, "Los vikingos en España", Polifermo, Madrid, 1987.
Morales Romero, E "Historia de los vikingos en España", Miraguano, Madrid, 2006.

miércoles, 5 de octubre de 2011

La moda en la España del Siglo de Oro (2ª Parte)

Estre ambos sexos no había diferenciación en el gusto por la moda, así los hombres ponían tanto cuidado en su imagen como las mujeres. Dependiendo de la época pasaron de resaltar unas partes de su cuerpo u otras. 

Felipe IV príncipe con el enano Soplillo, por Rodrigo de Villandrando (1620)

1 - Lechuguilla de gran tamaño que dignifica la figura.
2 - Capa de terciopelo negro y seda brocada.
3 - Ropilla de tisú blanco con bordados de oro.
4 - Puños de encaje rizado.
5 - Sombrero con adorno de joyas y una gran pluma.
6 - Calzas abombadas por encima de la rodilla.
7 - Medias de seda blancas ajustadas.
8 - Zapatos picados con lazos.
 
 
En la España del Siglo de Oro se daba mucha importancia a los grandes sombreros de ala, adornados con plumas, la entrepierna centrará también la mirada de la época con la introducción de la bragueta (en forma de saquito de tela forrada que se sujetaba en la parte delantera de las calzas y que podía sobresalir de éstas) y las cintas decorativas. Más de un eclesiástico pondría el grito en el cielo por ese motivo :

"¿puede llegar el traje a más desorden que al que ha llegado en estos tiempos?, ¿qué más incentivo de lujuria que ver a las mujeres con una saya abierta por delante?, ¿qué más incentivo que ver a los hombres con unos calzones tan ajustados? Que en la misma estrechez manifiesta la forma del muslo y algo más que por decencia callo”

"¿No acaso a vuestros mantos de infierno llamáis mantos de humo?, pues cuando sale por las calles una de estas mujeres con manto de humo, es señal que hay dentro de ella gran fuego, y está como una casa, que cuando el humo arroja por fuera, se está ardiendo en llamas por dentro. Qué mayor infierno que unos zapatos de polevi o palillo, con tanta profanidad que los adornan en tafetán, cairelados y cosidos con hilo de oro y seda?".”

“los hombres, con tanta vileza para la nación española, se han quitado el bigote y el pelo, poniéndose cabelleras postizas (…) no como cuando la nación española se hacía temer y respetar" (…) “antes, le daba a un hombre la vuelta con el bigote a la oreja, y se ataba el extremo de la barba a la pretina, y más miedo causaban con echar la mano a la barba que hoy con sacar la espada". (1)


Las calzas eran otro elemento muy valorado en el vestuario masculino español, cubrían el muslo y la pierna y fueron evolucionando con el tiempo  a formas más sofisticadas. En tiempos de Felipe II estaban “acuchilladas” es decir, tenían aberturas que mostraban otra tela de distinto color, y bajo su antecesor adoptaron una característica forma abombada. Más tarde las calzas se sustituyen por medias de seda negra o hilo, sujetas con ligas, que tapan otras medias blancas interiores. Los que no podían pagárselas imaginaban curiosas trazas para imitarlas, como un personaje de la novela “El Buscón” de nuestro Quevedo :


“Desarrebozóse y hallé que debajo de la sotana traía gran bulto. Yo pensé que eran calzas, porque eran a modo de ellas, cuando él, para entrarse a espulgar (limpiarse de pulgas o piojos), se arremangó y vi que eran dos rodajas de cartón que traía atadas a la cintura y encajadas en los muslos, de suerte que hacían apariencia debajo del luto, porque el tal no traía camisa ni gregüescos (un tipo de calzas) , que apenas tenía que espulgar, según andaba desnudo” (2)

La capa siguió siendo una prenda muy importante en el vestuario masculino y de gran valor material, incluso había ladrones especializados en robarlas, llamados capeadores. En referencia a esto, un poeta llegó a decir
“Que maten por una capa
Que no saben si es de paño
de Segovia”
(es decir de un tejido vulgar y no de una tela cara) (3)

En cuanto al vestuario femenino, también evolucionó durante el Siglo de Oro y fue elemento importantísimo en el arte de la seducción. Lope de Vega escribió :


"No la imagines vestida
con tan linda proporción
de cintura, en el balcón
de unos chapines subida.
Toda es vana arquitectura;
porque dijo un sabio un día
que a los sastres se debía
la mitad de la hermosura."  (4)

 
Mariana de Austria.Este retrato se realizó entre 1652 y 1653, el autor es Diego Velázquez.

1 - Peluca de tirabuzones a dos lados con lazos rojos.
2 - Tocado de plumas jaspeadas.

3 - Valona sobre los hombros.
4 - Brazaletes y lazos ceñidos a las muñecas.
5 - Cuerpo dorado terminado en grandes faldones.
6 - Pañuelo blanco de seda con encaje.
7 -Basquiña, colocada sobre el guardainfante.
 
El vestido se combinaría con joyas y eran usuales las cuchilladas en cuerpo y mangas, se utilizaban suntuosos tejidos: encaje, tafetán, terciopelo, brocados…

Desde el XVI se impuso la moda del verdugado (enaguas armadas con aros de alambre o madera que se acampanaban hacia abajo) sobre el que se colocaban diferentes tipos de faldas como la pollera, el guardapiés o el faldellín. En la década de 1630 triunfaron, como ya vimos, los enormes y suntuosos guardainfantes y estos evolucionaron hacia otras formas como los tontillos.

A la izquierda, la reina Margarita de Austria en 1609 luciendo una lechuguilla del XVII. A la derecha Doña Inés de Zúñiga, condesa de Monterrey en 1660, con valona escotada.

El maquillaje fue usado con generosidad; coloretes, afeites, emplastos, etc. Cubren desde la parte inferior de los ojos hasta las orejas, cuello, escote y manos, sobre todo de nobles damas solimán, pues la piel morena o tostada daba a entender que el individuo trabajaba y no llevaba una vida ociosa y regalada, como era el ideal de vida. Perfumes y aguas (de azahar, cordobesa o de rosas) se usaban con abundancia, para disimular los olores. 

Los libros de José Deleito y Piñuela, referentes a la época de Felipe IV, nos dan interesantes datos sobre la higiene y la perfumería en estos tiempos :

"En un tocador elegante no podían faltar agua de rosas y de azahar, jaboncillo de Venecia, aceite de estoraque, de benjuí, de violetas, de piñones y de altramuces; cañutillo de albayalde, solimán labrado para blanquear el cutis, tuétano de corzo, pastillas olorosas, y otros ingredientes guardados en salserillas."

Aún así, la moda femenina era más recatada que la masculina, pues el busto estaba aprisionado por una suerte de corsé llamado “cartón de pecho” que ocultaba las formas femeninas, y en 1639 se llegó a prohibir incluso el escote.
Madame d'Aulnoy escribiría :

"La carencia de pechos es otra de las condiciones que aquí determinan una belleza femenil, y las mujeres cuidan mucho de que su cuerpo no tome formas abultadas. Cuando los pechos empiezan a desarrollarse, los cubren con delgadas laminillas de plomo, y se fajan, como se faja a los recién nacidos."

El vestido de los humildes.

No todo el mundo tenía medios para seguir los dictámenes de la moda de la época, además los trajes no eran baratos, pues aunque se podían comprar ya hechos, lo normal en la gente adinerada es que se los hicieran a medida. Eran constantes las quejas por el tiempo que los sastres tardaban en fabricar las prendas y en ocasiones por la calidad de las telas y sobre todo por el precio que cobraban. Los poetas también recogieron estas críticas y alguno señalaba :

“Vendrá la circuncisión
 de la ropa y medrarás;
 mas el pronóstico llevo.
 De seis sastres me contaban
 que solamente cenaban
 entre todos seis un huevo
y que cada cual metía
su aguja en vez de cuchar.” (5)

(Velázquez, La comida (1619) Óleo sobre lienzo. 96 x 112 cm. Szépmüvészeti Múzeum. Budapest)

Los que no podían costearse galas y ornatos lujosos, se contentaban con un vestido sencillo, compuesto de camisa amplia de lino o algodón, jubón terminado en pico con formas acuchilladas en las mangas, calzas cortas o bien a media pierna, medias de lana que se sujetaban con jarreteras (una especie de ligas).

Por su parte las mujeres humildes y de clase media vestían faldas largas, y sin adornos, combinadas con blusas o camisas sencillas.

Normalmente se llevaba una pañoleta que cubría los hombros y se anudaba sobre el pecho. En épocas de frío, un manto de paño o lana proporcionaba algo de calor. Pese a su sencillez, hay que destacar que el vestido popular no se mantuvo al margen de las modas aristocráticas y por ello es así que se inspiraron muchos de los trajes regionales de la época moderna.


Fin.

(1) Fray Antonio de Ezcaray, predicador de su Majestad, y Apostólico del Colegio, y Misión de Propaganda Fide de las indias Occidentales de la ciudad de Santiago de Querétaro. “Voces del dolor, nacidas de la multitud de pecados que se cometen por los trajes profanos, afeites, escotados y culpables ornatos, que en estos miserables tiempos y en los anteriores ha introducido el infernal Dragón para destruir y acabar con las almas, que con su preciosísima sangre redimió nuestro amantísimo Jesús” 1691.

(2) La vida del Buscón (o Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños) es una novela picaresca en castellano, escrita por Francisco de Quevedo.

(3) Tesoro de los romanceros y cancioneros españoles, históricos, caballerescos ... editado por Eugenio de Ochoa

(4) El perro del hortelano (Cap. I), Lope de Vega

(5) Tirso de Molina en su obra "Santo y Sastre"

Fuentes :

» de Sousa, Francisco : “Introducción a la historia de la indumentaria en España”. Itsmo, Madrid, 2007.
» Dos Guimaraes, Isabel y García, Máximo: "Portas adentro: comer, vestir y habitar en la Península Ibérica". Universidad de Valladolid, 2011.
» Ruis Ortiz, María : "Vestirse a la moda en la España del Siglo de Oro". National Geographic.
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