La conciencia de crisis, los arbitristas :
Felipe II logró, no sin dificultades, mantener la hegemonía de los Habsburgo pero el imperio empezó a dar señales de crisis. La política imperial española había dado lugar a una estructura compleja y cara. El mantenimiento de un ejército permanente y el elevado número de funcionarios del aparato burocrático, entre otros factores, ocasionaban enormes gastos.
(Felipe III de Austria (Madrid, 14 de abril de 1578 — 31 de marzo de 1621), llamado El Piadoso, Su reinado supuso una transición entre el apogeo de Carlos I y Felipe II y la decadencia que representarían los últimos años de Felipe IV y el reinado Carlos II. Aficionado al teatro, a la pintura y, sobre todo, a la caza, delegó los asuntos de gobierno en manos de su valido, el duque de Lerma, el cual, a su vez, delegó en su valido personal Rodrigo Calderón)
Esta situación se agravó con una deficiente política financiera. El continuo incremento de los gastos provocó un progresivo endeudamiento y el control económico acabó en manos de banqueros, extranjeros sobre todo, que hacían préstamos a la corona con fuertes intereses. En efecto, tras la victoria de San Quintín (1557), sobre Francia, Felipe II se vio obligado a declarar la primera de una larga serie de bancarrotas, frecuentes en los reinados de sus sucesores.
La crisis era bien patente durante los reinados de Felipe III y Felipe IV. De esta situación fue consciente un grupo de hombres que se dedicó a analizar los males de la enferma sociedad española. Estos hombres, llamados arbiristas, fueron los primeros que tuvieron conciencia de la crisis y los primeros que ya desde finales del siglo XVI intentaron poner remedio a los problemas realizando multitud de proyectos. Las ideas de estos economistas políticos o de estos “maquinadores de planes”, como también se les ha calificado, fueron muy diversas.
(Uno de los problemas de la administración española fue el jurídico-penal por la mezcla de jurisdicciones (civil, eclesiástica e inquisitorial) que muchas veces hacían difícil la labor de de la justicia, sobre todo en la Corona de Aragón, por las peculiaridades forales. Arriba, la cárcel de Corte de Madrid)
Sus proyectos o arbitrios eran, en ocasiones, disparatados. La monarquía llegó a financiar las experiencias de alquimistas que prometían la fabricación del oro para acabar con la escasez de metal. Sin embargo, es necesario diferenciar estos proyectos. Al lado de ideas absurdas, encontramos verdaderos programas de reforma.
Los arbitristas propusieron que fuesen reducidos los gastos del gobierno, que se reformase el sistema tributario castellano; algunos llegaron a sugerir un impuesto único (pensemos que en el Antiguo Régimen el número y variedad de impuestos era numerosísimo, así como las jurisdicciones que los percibían). Asimismo pedían que los diversos pueblos de la monarquía contribuyeran con sus impuestos, pues a causa de los fueros sólo los súbditos castellanos financiaban la política imperial.
(Muchos de los arbitristas intentaron en el siglo XVII mejorar la vida del campesinado español y dulcificar las condiciones de explotación feudal buscando una mayor productividad del campo español a través del estudio de las técnicas agrícolas. Abajo, fuente de la Marblanca en el Madrid del siglo XVII)
Uno de los arbitristas más reconocidos es Sancho de Moncada, quien realizó un excelente análisis de los males del país. Para este pensador la sociedad estaba aquejada por un grave problema demográfico que se centraba en tres factores relacionados: emigración, hambre y falta de natalidad. Denunció, asimismo, la huida de materias primas al extranjero y la falta de metal.
Sus soluciones eran perfectamente lúcidas. Sancho de Moncada planteaba una mejora de la agricultura basada en una extensión del regadío. Proponía también un proteccionismo que implicaba medidas contra los negociantes extranjeros. Todo ello debía potenciar la economía del país.
Digamos por último que después de ser durante largo tiempo criticados y menospreciados, hoy los arbitristas son considerados como los “autores primitivos del pensamiento económico”. Se ha reconocido, por tanto, la importancia de su análisis de la decadencia de España y la clarividencia de muchos de sus planteamientos. Los arbitristas son, en definitiva, el testimonio de la conciencia de crisis que la sociedad española fue progresivamente asumiendo.
La literatura :
La literatura :
La novela picaresca es, también, un buen reflejo de esta conciencia de la decadencia, como buena parte de la literatura española del siglo XVII. Desde la primera obra del género, "El Lazarillo de Tormes", cuya primera edición parece fecharse en 1554, a la obra considerada cumbre de la picaresca "Guzmán de Alfarache" de Mateo Alemán (1599), sin olvidar también las numerosas novelas encuadradas en este estilo a lo largo del siglo XVII, todas ellas son fiel reflejo de la decadencia de la sociedad española, y si bien el tono narrativo aparece teñido de humor, la sátira y la amargura prevalecen en la descripción.
(Cervantes tuvo una biografía llena de peripecias y desventuras que van desde la pérdida de un brazo en Lepanto a su largo cautiverio en Argel. Estos sufrimientos nunca enturbiaron su capacidad de idealización de la realidad de la que es buen testimonio Don Quijote de la Mancha)
No olvidemos, por supuesto, a Miguel de Cervantes porque posiblemente nadie como él reflejó la confrontación entre los ideales que representaban el hidalgo Don Quijote y la evidencia de la crisis de la que era un lúcido observador Sancho Panza.
No olvidemos, por supuesto, a Miguel de Cervantes porque posiblemente nadie como él reflejó la confrontación entre los ideales que representaban el hidalgo Don Quijote y la evidencia de la crisis de la que era un lúcido observador Sancho Panza.
Por su parte, Quevedo, que tanto arremetía contra la presunta envidia de los enemigos de España, reflejó con mucha frecuencia, la melancolía y la amargura ante la situación de decadencia española. Su célebre soneto es bien expresivo:
“Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arrollos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;
vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.”
que no fuese recuerdo de la muerte.”
En la segunda mitad del siglo XVII la amargura que veíamos en Quevedo se convertirá en el escepticismo de Baltasar Gracián, pero, eso sí, sin olvidar no obstante las alabanzas hacia el glorioso pasado hispánico, como lo demuestra en su obra "El político don Fermando".
La agitación Revolucionaria de 1640 :
En 1640, la monarquía española de Felipe IV tocó fondo. El imperialismo del Conde-duque de Olivares que introdujo a España en el conflicto internacional de la Guerra de los Treinta Años, se contradecía con la precaria situación económica española que había pasado por una terrible bancarrota en 1627. La monarquía intentó presionar a todos los reinos que la integraban para que colaboraran más en los enormes gastos que implicaba la política exterior.
En 1640, la monarquía española de Felipe IV tocó fondo. El imperialismo del Conde-duque de Olivares que introdujo a España en el conflicto internacional de la Guerra de los Treinta Años, se contradecía con la precaria situación económica española que había pasado por una terrible bancarrota en 1627. La monarquía intentó presionar a todos los reinos que la integraban para que colaboraran más en los enormes gastos que implicaba la política exterior.
(La revolución catalana de 1640 empieza con una sublevación de los segadores en la ciudad de Barcelona el 7 de junio de ese año, fecha del Corpus Christi: jornada de gran violencia en la que, entre otras personas, fue muerto el propio virrey Santa Coloma, por ello se la conoce como el “Corpus de Sangre”)
El 7 de junio de 1640 empezaba la revolución catalana con el llamado Corpus de Sangre, una jornada en la que segadores catalanes mataron en Barcelona al virrey Santa Coloma. La presión militar castellana y la propia conciencia de la debilidad catalana llevaron a los líderes de la revuelta a pactar, en enero de 1641, la vinculación de Cataluña a la monarquía francesa de Luis XIII. De hecho, Cataluña permanecería adscrita a la monarquía francesa de 1641 a 1652, en que don Juan José de Austria recuperó Barcelona.
También desde 1640 Portugal se lanzó a la revolución logrando la independencia de la Monarquía Hispánica, a la que estaba vinculada. Durante las revueltas, tanto desde la Corte como desde los respectivos focos revolucionarios, se escribieron infinidad de folletos a favor y en contra de la sublevación.
Los revolucionarios catalanes eran, lógicamente, pro-franceses, pero desde Castilla se llevó a cabo una campaña dirigida a desacreditar a Richelieu, y a los franceses por su nula fiabilidad. Por su parte, los folletos de los revolucionarios catalanes pregonaron los mismos defectos que se criticaban desde Europa. Muy significativo al respecto resulta el folleto "Victoria que han alcanzado los catalanes contra los engaños de Castilla" (1642) en el que se lee:
“Pensaban enfangarnos, como han hecho a los indios que con buenas palabras los llamaban a su obediencia y después los mataban con una crueldad que ni Diocleciano a los mártires…”
(La guerra fue uno de los jinetes del Apocalipsis que más muertos causó en la época moderna, especialmente en los siglos XVII y XVIII. Fue la Guerra de los Treinta Años la que más pérdidas demográficas causó, sobre todo, lógicamente, en el ámbito alemán. Cuadro de Carl Wahlbom (1810–1858) que representa la Batalla de Lützen. La escena muestra la muerte del rey Gustavo II Adolfo de Suecia el 16 de noviembre de 1632, merece la pena ampliar la imagen y ver la obra en detalle)
Fuentes :
García Cárcel, Ricardo; Mateo Bretos, Lourdes (1990). “La leyenda negra”. Madrid: Altamira.
Alvar, Alfredo (1997). “La leyenda negra”. Madrid: Akal.
Molina Martínez, Miguel (1991). “La leyenda negra”. Madrid: Nerea.
Pérez, Joseph (2009). “La leyenda negra”. Gadir.
17 comentarios:
Nuevamente, me encantó la entrada. Tengo que hacerme del libro de García Cárcel sobre la leyenda negra. Siempre estudié que los arbitristas fueron los primeros regeneracionistas españoles, los que empezaron a poner el dedo en la llaga de los males del país; y luego tu magnífico repaso a los temas tan crudos tratados por la novela picaresca (Guzmán de Alfarache mucho más crítico que el Lazarillo), Cervantes o Baltasar Gracián. En fin, gran gran entrada. Buen fin de semana.
Parece tan actual que parece mentira. Bravo amigo.
Encuentro puntos en común con nuestra situación actual, sobre todo el comienzo del soneto de Quevedo.
Me ha gustado la entrada y sobre todo la existencia de los arbitristas, que hasta ahora desconocía. Hay un libro del francés Joseph Pérez sobre la leyenda negra y me descubrió aspectos de la historia de España que nunca había leído ni estudiado.
Un saludo.
Porque, a veces, cuando leemos historias de éstas que usted tan admirablemente nos cuenta, tenemos la sensación de que la historia se repite; que la estamos viviendo otra vez en nuestros tiempos...
Excesiva burocracia, colapso fiscal, falta de recursos, inmigración, tasas de natalidad preocupantes...
O se repite o que jamas la hemos dejado.
Feliz fin de semana.
Lo del complejo español, que dije en el anterior comentario, se deduce del decir de los políticos. A finales del siglo XIX y comienzos del XX más de una vez expresaron nuestra insignificancia. Así fue cuando Cánovas durante la redacción de la constitución de 1.876, medio en broma, medio en serio, pero lo dijo, contestó a una pregunta sobre la definición de españoles: “Son españoles los que no pueden ser otra cosa”; y sobre la política exterior a seguir se dio prueba de la personalidad patria con la siguiente frase: “Cuando Inglaterra y Francia marchen juntas unirse a ellas, si separadas, abstenerse” que muestra bien a las claras la voluntad de no buscarse enemigos, al precio que sea, sin criterio propio, lo que hasta cierto punto se comprende, no en vano, Salisburi, ministro de asuntos exteriores inglés advirtió que el mundo estaba formado por las naciones vivas: Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania; y moribundas, el resto.
Los arrebatos de dignidad, de raza, que eventualmente exhibimos, parece que confirman nuestra debilidad, y desgraciadamente es la hora que aún los acontecimientos suelen superarnos y la opinión ajena prevalece sobre la nuestra. En lo que llevamos del mes de junio de 2.011, simplemente viendo los telediarios, y mire que dicen pocas cosas, ya he apreciado dos veces esta debilidad de manera muy clara. Una vez por asuntos sucedidos en el norte de Europa, y otro por lo mismo en el norte de África.
Claro, que es muy posible que esté equivocado.
Un saludo muy cordial, Pedro.
Bueno es saber que ya en el Siglo de Oro había "indignados" con la crisis, aunque aquellos proponían medidas razonables y propuestas para salir de ella, bien es cierto, situación que no se produce en la actualidad... Los arbitristas elaboraban memoriales muy extensos que se hacían llegar de la manera que fuese a la administración. Otra cosa es que les hiciesen caso...
En cuanto a ideas peregrinas parece ser que se trató de encontrar la piedra filosofal para hacer que las rocas se convirtieran en oro. Y todo para mantener la guerra sangranteen el corazón de Europa. Quizás el problema no era tener o no dinero sino saberlo administrar.
Saludos
La historia no se repite. Es parte de la idiosincrasia de cada pueblo...En unos dos siglos, quizás estemos en las mismas
Saludos
El planteamiento de don Baltasar de Zúñiga y de Olivares, recuperar la reputación y el rearme moral, era acertado. No había otra salida para una gran potencia. Faltaban las fuerzas más que el ánimo.
Es un artículo que da mucho para pensar.
Saludos.
Y sin embargo, pese a la creencia establecida, durante el reinado de Felipe III España era aún temida y prácticamente no tenía rival en el tablero europeo. Fue precisamente durante el reinado del tercer de los Felipes III, otro de mis períodos preferidos de la historia,cuando la Monarquía alcanzó sus mayores cotas territoriales y se enviaron embajadas a lugares tan lejanos y exóticos como Abisinia, Japón o Persia...además en este período nace el "innovador" sistema del valimiento de la mano del Duque de Lerma, un sistema que descargaba al Rey de toda culpa frente a sus súbditos haciendo de su hombre de confianza una especie de escudo...este sistema acabaría alcanzando su clímax con el todopoderoso Conde-Duque de Olivares que llegó al poder precisamente tras destronar a la facción de los Rojas y extendiéndose por toda Europa: Buckingham en Inglaterra, Oxentierna en Suecia o Richelieu en Francia...
...en cuanto a la Guerra de los Treinta Años decir que hasta los movimientos secesionistas de Portugal y Cataluña los hechos fueron mayoritariamente favorables al Rey Católica y que la contienda contra Francia estaba, a pesar también de la creencia popular tras Rocroi, en unas claras tablas que sólo se decantaron del lado francés con la entrada en contra de Felipe IV de la Inglaterra de Cromwell...baste recordar la aplastante victoria de Juan José de Austria en Valenciennes...
Un abrazo.
Hola Pedro creo que te gustará este enlace con un poema de un inglés, muyrelacionado con los temas de tus últimas entradas:
http://elespejogotico.blogspot.com/2011/06/lepanto-gk-chesterton.html
Excepcional entrada Pedro, una vez más, extraordinaria documentación bibliográfica. Muy interesante el tema de los arbitristas y memorialistas que intentaron poner soluciones a la crisis que se cernía sobre la Monarquía Hispánica. Una crisis agravada por el efecto desestabilizador de las revoluciones portuguesa y catalana. Que decir ya, me quito el sombrero ante tu trabajo Pedro, vas mejorando con cada entrega de nuestra leyenda Negra.
Un abrazo
@paco, Te recomiendo la lectura del libro de García Cárcel sobre este tema y también la "Leyenda Negra" de Alfredo Alvar o la de Miguel Molina. La bibliografía aparece al final de cada entrada y explican de manera detallada todo el tema que aquí se expone.
En cuanto a los arbitristas, fueron pioneros pues crearon la primera literatura económica digna de tal nombre, simultánea y en buena parte precedente del mercantilismo de otras naciones europeas, como Francia e Inglaterra.
Un saludo y gracias por su comentario.
@Sareo, Hay un dicho muy conocido entre los historiadores que dice "historia magistra vitae est" de esta manera podemos decir que los hechos del presente de alguna manera se repitieron en el pasado y que estos pueden ayudarnos para comprender muchos de los acontecimientos actuales. En cierta medida muchas situaciones que estamos viviendo actualmente ya ocurrieron en otros tiempos, sería cuestión de analizar y comprender el pasado para actuar en el presente.
Un saludo y gracias por tu visita :-))
@Valverde de Lucerna. Ante todo bienvenido y gracias por tu participación. No conozco la obra que usted nos expone de Joseph Pérez, pero si contiene algún dato que usted cree pudiera complementar o rebatir alguna de las entradas de la serie de la Leyenda Negra, no dude en comentárnoslo.
Y si, efectivamente, el soneto de Quevedo fue en su tiempo una queja de la situación de la España de la época que podría aplicarse perfectamente a los tiempos actuales, genio y figura nuestro gran Quevedo si viviera hoy no se extrañaría de la situación actual...
Un saludo.
@Lorenzo el retronauta, Como usted nos comenta muy acertadamente, tenemos la sensación de que se repite, porque efectivamente se repite, con otros protagonistas, en otros tiempos, pero los ingredientes son los mismos ¿no ve usted los disturbios de 1640 reflejados en algunas políticas autonomicas?
Y como usted comenta los mismos problemas "Excesiva burocracia, colapso fiscal, falta de recursos, inmigración, tasas de natalidad preocupantes..." una vez más la frase "Historia magistra vitae et testis temporum - La historia es maestra de la vida y testigo de los tiempos" cobra sentido.
Sin embargo hay que tener presente que aún reconociendo que todo hecho histórico puede ser aleccionador para los tiempos posteriores no conviene mitificar lo arcaico. El hecho histórico en sí mismo es irreversible e irrepetible y para que la historia se transforme verdaderamente en "magistra vitae" es todavía necesario que se aprenda la lección. ¿Hemos aprendido la lección?
Un saludo.
@Desde la terraza, me sorprende la desafortunada frase de Cánovas, se podría rebatir con otra frase de Jose Antonio "ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo" ambas son extremistas y de nula base, como usted comenta acertadamente son "arrebatos de dignidad, de raza, que eventualmente exhibimos".
Sobre la debilidad que se exhibe en nuestra política, viene sin duda por varios motivos que a mi entender son, falta de un idealismo claro, falta de objetivos claros y falta de unidad. Creo que nuestro país necesita unidad en todos los frentes, pero ya ve usted que aquí sólo el fútbol parece unir algo a la gente.
Mientras no salgamos de una política basada más en la descalificación del contrario que en la crítica constructiva, mientras que cada uno de los territorios españoles miren más hacia su ombligo que al interés general, mientras que el respeto sea la excepción y prevalezcan los eslóganes y la improvisación sobre la política con base en un programa político, nunca saldremos del atolladero.
Gracias por su acertadísimo comentario y un cordial saludo :-)
@Carmen, Como usted muy bien comenta, podemos ver alguna similitud entre los arbitristas y los "indignados" actuales (aunque esto es una opinión totalmente personal). Entre los arbitristas hubo muchas teorías simples y otras descabelladas, pero entre ellos había también muchos personajes lúcidos que supieron atisbar con agudeza los problemas y anticipar algunas soluciones factibles. Entre los "indignados" actuales podemos ver algunas ideas lúcidae y totalmente reivindicables, pero también hay muchas ideas descabelladas que no pasan de ser un mero eslógan sin fundamento alguno.
Un sakudo y gracias por su comentario Carmen.
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