Los primeros autos de fe :
Un cronista refiere que luego, en las semanas que siguieron al apresamiento :
Un cronista refiere que luego, en las semanas que siguieron al apresamiento :
“fueron apresados algunos de los más honrados e de los más ricos regidores e jurados, e bachilleres e letrados e hombres de mucho favor”.
Descabezados sus líderes, los conversos sevillanos fueron presa del miedo y, muy pronto, de la Inquisición. La única reacción posible, descartado un motín, era la huida. La peste que asoló la ciudad en las primeras semanas del año 1481 la favoreció más aún. Sin embargo, ni la epidemia detuvo el ardor de los inquisidores.
El 6 de febrero de 1481, éstos mandaron celebrar el primer auto de fe de la nueva Inquisición real en el paraje de Tablada, al sur de la ciudad, donde fueron quemadas seis personas (hombres y mujeres).
El 6 de febrero de 1481, éstos mandaron celebrar el primer auto de fe de la nueva Inquisición real en el paraje de Tablada, al sur de la ciudad, donde fueron quemadas seis personas (hombres y mujeres).
(Tomás de Torquemada, Valladolid, 1420 - Ávila, 16 de septiembre de 1498. Fue el Inquisidor General de Castilla y Aragón en el siglo XV y confesor de la reina Isabel la Católica. Gran artífice del Edicto de Granada, que ordenó la proscripción de todos los judíos de España para el 2 de agosto de 1492. Se le ha llamado «el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país, el honor de su orden».Hernando del Pulgar, historiador de la época, al escribir acerca de Juan de Torquemada (tío del inquisidor), dijo que "sus aguelos fueron de linage de los convertidos a nuestra santa fe católica" en su libro "Claros varones de Castilla")
En el auto predicó el celoso fray Alonso de Hojeda, el mismo que había alentado la persecución y que desaparecería víctima de la peste a los pocos días, signo, según quisieron ver algunos, de la indignación divina. La peste fue ocasión para que los inquisidores establecieran el tribunal en un lugar de aires más puros: Aracena, en la actual provincia de Huelva, donde prosiguieron la persecución, pues prendieron y sentenciaron a veintitrés personas. Condenadas por judaizar, fueron quemadas en el auto de fe que tuvo lugar el 23 de julio de 1481, a la vista de muchos nobles sevillanos huidos de la peste y del numeroso gentío de la villa y sus aldeas. Pasada la epidemia, los inquisidores regresaron a Sevilla y con ellos los temores de la comunidad conversa. Los autos de fe continuarían sin descanso.
A Pedro Fernández Benadeva le llegó el turno en el tercer auto que tuvo lugar en Sevilla, el 21 de abril de 1481. No se le acusaba de rebelión o de traición. Los delitos que le llevaron a la hoguera fueron la herejía por la práctica de los ritos judaicos, el respeto de los sábados, el consumo de carne de la carnicería de los judíos y de pan cenceño (ácimo, sin levadura), y consentir que los rabinos fueran a su casa para leer y enseñar. También se le acusaba de materialismo ateo, de no creer en la resurrección y en la inmortalidad por haber proferido públicamente que no había ni hay otra vida, sino la presente de nacer y morir, ni había otro paraíso, sino pasarlo bien en este mundo.
(Algunos judíos interpretaron que la persecución inquisitorial podría ser un castigo divino, al que seguiría la venida del Mesías, tal como establecía la tradición hebrea. En la imagen el "Auto de Fe" de Francisco Rizi 1683, Museo del Prado, Madrid. Merece la pena pinchar sobre ella para verla con detalle pues se trata de la Plaza Mayor de Madrid con la asistencia del rey Carlos II y de su esposa, María Luisa de Orleáns)
A pesar de que Benadeva negó hasta el final que no fuese fiel cristiano, sobre él cayó todo el peso de la ira justiciera inquisitorial, que incluía la excomunión, la confiscación de bienes (esclavos, casas y fincas rústicas) y la relajación, es decir, la entrega del reo a la jurisdicción civil para que ejecutara la pena capital. Su dramática muerte causó regocijo en buena parte de la población, hasta el punto de que años después de su desaparición se recitaban en Sevilla canciones alusivas a su muerte en la hoguera.
Muchos otros conversos siguieron la misma suerte. Hechos los primeros escarmientos, los inquisidores, que habían situado su cárcel en el castillo de Triana, promulgaron a finales de mayo de 1482 un edicto de gracia por el que se garantizaba el perdón a aquellos que confesaran sus culpas en un plazo de dos meses. Mientras se agotaba, la cárcel fue llenándose de judeoconversos.
Las hogueras no se apagan
Al año siguiente, 1483, continuaron los autos de fe. Fue tremendo el que se celebró el 16 de mayo, en el que se quemó a cuarenta y siete conversos entre hombres y mujeres (perecieron familias enteras), incluidos algunos clérigos. En 1484 se encendieron más hogueras. El 2 de mayo, más de un centenar de conversos reconciliados (perdonados por la Iglesia) y casi el doble de mujeres fueron sacados en procesión desde la iglesia de San Salvador hasta el monasterio de San Pablo, vestidos con sambenitos (los escapularios donde se escribían sus delitos); el domingo siguiente sucedió otro tanto.
Muchos otros conversos siguieron la misma suerte. Hechos los primeros escarmientos, los inquisidores, que habían situado su cárcel en el castillo de Triana, promulgaron a finales de mayo de 1482 un edicto de gracia por el que se garantizaba el perdón a aquellos que confesaran sus culpas en un plazo de dos meses. Mientras se agotaba, la cárcel fue llenándose de judeoconversos.
Las hogueras no se apagan
Al año siguiente, 1483, continuaron los autos de fe. Fue tremendo el que se celebró el 16 de mayo, en el que se quemó a cuarenta y siete conversos entre hombres y mujeres (perecieron familias enteras), incluidos algunos clérigos. En 1484 se encendieron más hogueras. El 2 de mayo, más de un centenar de conversos reconciliados (perdonados por la Iglesia) y casi el doble de mujeres fueron sacados en procesión desde la iglesia de San Salvador hasta el monasterio de San Pablo, vestidos con sambenitos (los escapularios donde se escribían sus delitos); el domingo siguiente sucedió otro tanto.
(El sambenito es una prenda utilizada originalmente por los penitentes católicos para mostrar público arrepentimiento por sus pecados, y más adelante por la Inquisición para humillar a los condenados por delitos religiosos. En origen se trataba un saco de lana bendecido por el cura, de donde viene el nombre de saco bendito que da lugar a sambenito por asimilación fonética con San Benito. El sambenito usado por la Inquisición era una especie de gran escapulario con forma de poncho. Estaba hecho con una tela rectangular con un agujero para pasar la cabeza, que una vez puesta le llegaba al condenado hasta poco más abajo de la cintura por el frente y por la espalda, dejando los hombros al descubierto. Esta imagen es de un grabado de Goya)
Cuando los Reyes Católicos volvieron a Sevilla en octubre de 1484, la ciudad estaba hundida en la pobreza y diezmada por la peste, por la represión inquisitorial y por las confiscaciones. Para entonces ya se habían constituido tribunales en Córdoba, Jaén y Ciudad Real, reunidos todos bajo la presidencia de fray Tomás de Torquemada. Según el inquisidor del tribunal de Sevilla, Diego López de Cortegana, entre 1481 y 1524 hubo 5.000 quemados y 20.000 reconciliados en la ciudad y su distrito. Durante el mandato de Torquemada aumentaron los tribunales por toda Castilla y también las condenas a la hoguera.
Quedó en el ánimo de muchos si el camino para la conversión era la fuerza o la predicación. Pero no hubo debate, sino más de tres siglos de represión de cualquier disidencia religiosa o moral, detrás de la cual se escondió la avaricia y la envidia de muchos inquisidores que actuaron, según denunció un cronista:
Cuando los Reyes Católicos volvieron a Sevilla en octubre de 1484, la ciudad estaba hundida en la pobreza y diezmada por la peste, por la represión inquisitorial y por las confiscaciones. Para entonces ya se habían constituido tribunales en Córdoba, Jaén y Ciudad Real, reunidos todos bajo la presidencia de fray Tomás de Torquemada. Según el inquisidor del tribunal de Sevilla, Diego López de Cortegana, entre 1481 y 1524 hubo 5.000 quemados y 20.000 reconciliados en la ciudad y su distrito. Durante el mandato de Torquemada aumentaron los tribunales por toda Castilla y también las condenas a la hoguera.
Quedó en el ánimo de muchos si el camino para la conversión era la fuerza o la predicación. Pero no hubo debate, sino más de tres siglos de represión de cualquier disidencia religiosa o moral, detrás de la cual se escondió la avaricia y la envidia de muchos inquisidores que actuaron, según denunció un cronista:
“Sin autoridad de la Iglesia y con precipitación de consejo”.
Curiosidades :
» El sambenito solía llevar, como decoración, motivos que aludían a la condena: una cruz de San Andrés en el caso de los delitos leves, demonios y llamas en los delitos más graves que se castigaban con la muerte en la hoguera. Muchas veces llevaban escrito el nombre del condenado. El sambenito a menudo era expuesto públicamente tras la ejecución de la sentencia para que sirviera de memoria y ejemplo.
» El sambenito solía llevar, como decoración, motivos que aludían a la condena: una cruz de San Andrés en el caso de los delitos leves, demonios y llamas en los delitos más graves que se castigaban con la muerte en la hoguera. Muchas veces llevaban escrito el nombre del condenado. El sambenito a menudo era expuesto públicamente tras la ejecución de la sentencia para que sirviera de memoria y ejemplo.
» La Inquisición vigiló la vida de cada individuo en España con gran minuciosidad. Cualquier persona mayor de 12 años (en el caso de las niñas) o de 14 (en el caso de los niños) era considerada completamente responsable por la Inquisición.
» Las autoridades eclesiásticas nunca ejecutaban a los condenados. Se procedía a la "relajación al brazo secular" es decir se entregaba al reo al poder civil para que éste llevara a cabo la ejecución. A los huidos se les ejecutaba en efigie, es decir se quemaban una figura que los representaba. También se llegó a quemar los cadáveres de los herejes ya fallecidos.
» El medio más seguro de evitar los castigos del Santo oficio era aprovechar el periodo de gracia, que era generalmente de 30 días, en que los inquisidores ofrecían a través del "edicto de gracia" una oportunidad para que los conversos confesaran sus faltas. En 1486, en Toledo, fueron así reconciliadas nada menos que 4300 personas.
» En Sevilla, el establecimiento de la Inquisición, provocó una desbandada de conversos, los cronistas hablan de unas 3000 familias que marcharon a Portugal, Francia o el norte de África. Su ejemplo se extendió a otras ciudades españolas como Barcelona, donde en 1485 al saberse que el Santo Oficio iba a implantar un tribunal hubo un éxodo de todas las familias de conversos llevando consigo "Todas las pecunias que tenían en esta ciudad para trasportarlas a otros reinos".
» Los autos solían realizarse en un espacio público de grandes dimensiones (en la plaza mayor de la ciudad, frecuentemente), generalmente en días festivos. Los rituales relacionados con el auto empezaban ya la noche anterior (la llamada "procesión de la Cruz Verde") y duraban a veces el día entero. El último auto de fe público tuvo lugar en el año 1826 donde el maestro de Ruzafa, Cayetano Ripoll, fue condenado a ser ejecutado en la horca y quemado después, en Valencia por hereje. Pero como ya en aquellos tiempos no se consentía tan horrible espectáculo, la sentencia dispuso que no fuese quemado de forma real, sino que las llamas se pintaran en un cubo, dentro del cual estaría el cadáver, el cual sería arrojado al río.
Fuentes :
» Gil, Juan: “Los conversos y la inquisición sevillana”. Fundación El Monte, Sevilla, 2000.
» Martínez Millán, José: "La Inquisición española". Alianza, Madrid, 2007.
» Kamen, Henry. "La Inquisición española". Crítica, Barcelona, 2011.
» Nuñez Roldán, Francisco. “El nacimiento de la Inquisición”. National Geographic.
» Gil, Juan: “Los conversos y la inquisición sevillana”. Fundación El Monte, Sevilla, 2000.
» Martínez Millán, José: "La Inquisición española". Alianza, Madrid, 2007.
» Kamen, Henry. "La Inquisición española". Crítica, Barcelona, 2011.
» Nuñez Roldán, Francisco. “El nacimiento de la Inquisición”. National Geographic.
» Sefardíes.es : http://sefardies.es