El mayor nido de huevos de saurópodos de Europa, enterrado en el Pirineo catalán, explotaba con la emersión de cientos de crías en un espectáculo similar al de las tortugas actuales.
Cuando la criatura ya estaba a punto, rompía el huevo y, a ciegas, se abría paso bajo la tierra, con sus patas recién formadas, hasta salir a la superficie. Junto a ella, si había suerte, se empeñaban por llegar a la luz una veintena de hermanos y, posiblemente muy cerca, otras camadas hacían lo mismo. Escenas como ésta se repetían con asiduidad hace 70 millones de años en Coll de Nargó, en pleno corazón del Pirineo leridano, donde se encuentra el mayor nido con huevos de dinosaurio de toda Europa. Científicos del Instituto Catalán de Paleontología (ICP) han descubierto datos inéditos del comportamiento reproductivo de estos animales saurópados, sorprendentemente similar al de las tortugas actuales. Los «pollitos» de dinosauro, ya de unos veinte centímetros, rompían sus huevos y excavaban con toda la fuerza y el empuje de la vida, igual que lo hacen ahora las fragilísimas crías de tortuga. Rápidamente, se convertían en jóvenes adultos que podían llegar a alcanzar los quince metros de cabeza a cola y seis desde los pies hasta la cadera. La investigación aparece publicada en la revista científica PLOs ONE.
Cuando la criatura ya estaba a punto, rompía el huevo y, a ciegas, se abría paso bajo la tierra, con sus patas recién formadas, hasta salir a la superficie. Junto a ella, si había suerte, se empeñaban por llegar a la luz una veintena de hermanos y, posiblemente muy cerca, otras camadas hacían lo mismo. Escenas como ésta se repetían con asiduidad hace 70 millones de años en Coll de Nargó, en pleno corazón del Pirineo leridano, donde se encuentra el mayor nido con huevos de dinosaurio de toda Europa. Científicos del Instituto Catalán de Paleontología (ICP) han descubierto datos inéditos del comportamiento reproductivo de estos animales saurópados, sorprendentemente similar al de las tortugas actuales. Los «pollitos» de dinosauro, ya de unos veinte centímetros, rompían sus huevos y excavaban con toda la fuerza y el empuje de la vida, igual que lo hacen ahora las fragilísimas crías de tortuga. Rápidamente, se convertían en jóvenes adultos que podían llegar a alcanzar los quince metros de cabeza a cola y seis desde los pies hasta la cadera. La investigación aparece publicada en la revista científica PLOs ONE.
Hasta ahora, se creía que las hembras de dinosaurio saurópodo, un gigantesco animal herbívoro del Cretácico, ocultaban sus huevos entre la hierba de la marisma, pero no era así como sucedía. En realidad, los enterraban en una zona cercana a los ríos para que se incubaran con el calor, y la eclosión se producía dentro del sustrato. Por los huevos encontrados, esta práctica era muy común y se repetía en el tiempo, incluso se han encontrado restos de un comportamiento similar en lugares remotos del mundo, como Argentina. La zona catalana estaba entones cerca de la costa, y «el clima húmedo y cálido y la abundante vegetación la convertían en un lugar idóneo para anidar», explica a ABC Ángel Galobart, jefe del grupo de investigación del Mesozoico del ICP.
En el yacimiento de Coll de Nargó se han encontrado nueve puntos de anidación, con una media de entre diez y quince huevos cada uno, aunque uno de los nidos tiene 20 huevos y otro, el más grande, nada menos que 28. En total, 140 huevos de saurópodo de hasta 20 centímetros de diámetro que han sido analizados con sumo cuidado por los investigadores durante cinco años.
En busca de embriones
Extraer los huevos para su análisis no fue fácil y los científicos tuvieron que utilizar un cemento expansivo. Después, una tomografía computerizada (TAC) permitió ver su interior. «Es muy difícil saber cuánto tiempo pasaba el dinosaurio dentro del huevo, pero sí sabemos que cuando nacían se desarrollaban muy rápido», apunta Galobart. También es un misterio cuál era el éxito de los nacimientos, aunque sí se sabe por algunos huevos hallados intactos que no todos eran fértiles.
Hasta ahora, todos los huevos se han encontrado vacíos, pero los investigadores tienen la esperanza de descubrir algún día un embrión en los que aún no han sido analizados. «Sería algo extraordinario, porque hay muy pocos en el mundo», explica Galobart. Como no existe un escáner en el mundo en el que se pueda analizar un nido de 28 huevos en una sola pieza -mide dos metros por uno-, los cietíficos trabajan en el desarrollo de un macroescáner de estas medidas para analizar los fósiles.
En el yacimiento de Coll de Nargó se han encontrado nueve puntos de anidación, con una media de entre diez y quince huevos cada uno, aunque uno de los nidos tiene 20 huevos y otro, el más grande, nada menos que 28. En total, 140 huevos de saurópodo de hasta 20 centímetros de diámetro que han sido analizados con sumo cuidado por los investigadores durante cinco años.
En busca de embriones
Extraer los huevos para su análisis no fue fácil y los científicos tuvieron que utilizar un cemento expansivo. Después, una tomografía computerizada (TAC) permitió ver su interior. «Es muy difícil saber cuánto tiempo pasaba el dinosaurio dentro del huevo, pero sí sabemos que cuando nacían se desarrollaban muy rápido», apunta Galobart. También es un misterio cuál era el éxito de los nacimientos, aunque sí se sabe por algunos huevos hallados intactos que no todos eran fértiles.
Hasta ahora, todos los huevos se han encontrado vacíos, pero los investigadores tienen la esperanza de descubrir algún día un embrión en los que aún no han sido analizados. «Sería algo extraordinario, porque hay muy pocos en el mundo», explica Galobart. Como no existe un escáner en el mundo en el que se pueda analizar un nido de 28 huevos en una sola pieza -mide dos metros por uno-, los cietíficos trabajan en el desarrollo de un macroescáner de estas medidas para analizar los fósiles.
Fuente : ABC - Ciencia
1 comentarios:
Muy interesante!!!
Publicar un comentario