viernes, 18 de marzo de 2011

La Batalla de San Quintín. Felipe II domina Europa (2ª Parte)

Hacia el desastre francés:
 
Tras agotadores esfuerzos, Montmorency pudo reagrupar a la mayoría de sus hombres e inició la retirada bajo protección de su caballería, acosada a su vez por los jinetes de Egmont. Pero la marcha pronto se convirtió en una pesadilla. Tras la artillería, que avanzaba con lentitud, iban los carros con los víveres y la impedimenta, y luego la infantería tratando de apretar el paso. Estaban haciendo, en sentido inverso, el camino que tan agotadoramente habían recorrido la madrugada anterior, sólo que ahora estaban mucho más cansados pues no habían dormido ni apenas probado bocado, y además eran perseguidos.

El objetivo era acanzar los bosques de Montescourt para protegerse y reorganizarse. Por su parte, el duque de Saboya sabía que no podía dejar escapar la presa y que debía obligar a Montmorency a presentar batalla. Para impedir el repliegue francés, el duque ordenó que parte de la caballería de Egmont avanzase por los flancos al ejército enemigo y le bloquease el camino ante los bosques. Unos dos mil jinetes se lanzaron a galope con ese objetivo, sin que la exhausta y desgastada caballería gala pudiese impedírselo. Media hora después, tras desbordar al ejército francés, ya estaban en su lugar formando una barrera entre el bosque y el ejército de Montmorency. De esta manera, a media tarde y tras tres horas de marcha, las fuerzas galas se encontraron con la desagradable sorpresa de que la retirada era imposible. No había otra opción que combatir.

 (Las grandes victorias de Felipe II en San Quintín y Gravelinas (1558) sobre Francia desembocaron en la Paz de Cateau-Cambrésis de 1559, Francia reconoció la supremacía hispánica, los intereses españoles en Italia se vieron favorecidos y se pactó el matrimonio con Isabel de Valois. Al término de las guerras italianas en 1559, la Casa de Austria había conseguido asentarse como la primera potencia mundial, en detrimento de Francia. Los estados de Italia, que durante la Edad Media y el Renacimiento habían acumulado un poder desproporcionado a su pequeño tamaño, vieron reducido su peso político y militar al de potencias secundarias, desapareciendo algunos de ellos)

El general francés trató de convertir su caravana en un ejército formado en orden de batalla. Pero el cansancio de sus hombres, el estorbo que suponía desplazar carros y cañones, y el hostigamiento del enemigo, que venía pisándoles los talones, no lo permitían. Aun así, Montmorency despejó en lo posible el terreno, ubicó a lo que quedaba de su caballería en las alas, puso a sus cinco mil mercenarios alemanes al frente, y él se situó en el centro junto a sus veteranos gascones, que también formaron en la retaguardia. Para entonces sus efectivos ya se habían reducido a unos escasos y exhaustos veinte mil hombres.

La caballería de Egmont atacó de inmediato para no dar tiempo a que los franceses se organizasen mientras llegaba la infantería del duque. Los escasos jinetes galos fueron barridos, los carros y cañones capturados, y la infantería empezó a sufrir las acometidas de los reiters, jinetes alemanes que portaban varias armas de fuego y contra los que las picas no resultaban efectivas.

Pronto las líneas francesas comenzaron a quebrarse y aparecer huecos. Por ellos se lanzaron los jinetes flamencos, que atacaron por la espalda a los defensores. En ese momento, los mercenarios alemanes de Montmorency, viendo que la resistencia era inútil, optaron por rendirse casi en bloque. Al comandante francés sólo le quedaban sus fieles gascones, con los que trató de abrirse paso.

(En el Monasterio de El Escorial encontramos esta gran galería de 60 x 6 metros, con 8 metros de altura donde se representan en grandes pinturas al fresco algunas batallas ganadas por los ejércitos españoles. La batralla de San Quintín es una de las representadas)

Sin embargo, entonces llegó la infantería, que comprendía el grueso del ejército de Felipe II. El duque de Saboya ordenó atacar con ella, mientras la caballería de Egmont descansaba. Primero bombardeó intensamente con metralla a las formaciones defensivas francesas, en cuadro, y seguidamente lanzó contra ellas a sus hombres, encabezados por los dos experimentados tercios españoles de Alonso de Navarrete y de Alonso de Cáceres, que con sus descargas de arcabuces comenzaron a desbaratar los cuadros adversarios. Estas formaciones defensivas se rompieron pronto, y por los huecos irrumpió una oleada de infantes que comenzaron a matar a diestro y siniestro, mientras los gascones huían en desbandada.

 (Plano de situación de la contienda en tierras francesas)

El resultado fue una terrible carnicería, pues sólo se perdonaba a quien se presumía que, por su vestimenta, era un noble por el que se podía pedir rescate. Un médico francés, llegado para atender a los heridos unos días después, escribió: 

“Vimos más de media legua (más de dos kilómetros) de terreno cubierto por la muerte; y prácticamente ni nos detuvimos debido al hedor que despedían los hombres muertos y sus caballos”

Murieron seis mil franceses, entre ellos unos trescientos miembros de lo más granado de la nobleza.

La toma de San Quintín:

Montmorency fue apresado, junto con unos siete mil hombres entre los que se encontraban numerosos nobles. Sólo unos cinco mil soldados pudieron escapar dispersándose en la confusión de la batalla. Los mercenarios alemanes presos fueron liberados, sin armas, y enviados a su casa con medio ducado cada uno, bajo la promesa de no coger las armas contra el Rey de España en al menos seis meses. Unos cuantos españoles e ingleses que militaban entre los vencidos fueron ejecutados por traidores. En el bando del duque de Saboya, las bajas no llegaron a los mil hombres entre muertos y heridos.

(Sumando a las bajas en combate la matanza de huidos, que fue muy considerable, se calcula que el ejército francés perdió unos 6.000 hombres, resultando prisioneros 6.000 más. Entre éstos destacaban casi un millar de nobles, incluyendo al propio Montmorency, entre los cuales se hallaban los duques de Montpensier y de Longueville, el príncipe de Mantua y el mariscal de Saint André. Fueron capturadas más de 50 banderas y toda la artillería.
Este es un detalle del Fresco de las Batallas de El Escorial correspondiente a la batalla de San Quintín, si pinchas sobre la imagen podrás verla en detalle)
 
Esa noche partió un mensajero a Cambrai para informar a Felipe II de la rotunda victoria que había obtenido su ejército. A las pocas horas el Rey partió eufórico con su ejército, y el día 13 por la mañana llegaba a San Quintín. Allí contempló el enorme botín capturado, felicitó efusivamente a los generales que habían logrado la victoria y envió a numerosos emisarios con las buenas nuevas, entre otros a su esposa, la reina María de Inglaterra, al duque de Alba  (que estaba a punto de saquear Roma, pero que recibió la orden de pactar la paz con el papa) y a su padre, Carlos V, que estaba retirado en Yuste.

Ya sólo quedaba esperar la toma de San Quintín, que se produjo el 27 de agosto, tras un duro asalto. No hubo piedad para los defensores, que en su mayoría fueron pasados a cuchillo, y la ciudad sufrió un concienzudo saqueo en castigo por su resistencia. Un testigo comentaba que los mercenarios alemanes al servicio de Felipe :

“Demostraron una crueldad nunca vista (…) las mujeres y los niños gritaban con tanto lamento que a cualquier cristiano se le hubiese partido el corazón”. 

Esta vez el Rey estuvo presente; de hecho, se puso por primera y única vez en su vida una lujosa armadura de batalla, con la que lo retrató Antonio Moro. Pero al ver la sangre derramada exclamó, a pesar de la rotunda victoria:
 “¿Es posible que de esto gustase mi padre?”. 

Tres días después, Felipe II hizo su entrada solemne en San Quintín, dirigiéndose a la iglesia (totalmente expoliada) para dar gracias a Dios por la victoria.

(El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es un complejo de palacio, basílica y monasterio. Fue residencia de la Familia Real Española; la basílica es lugar de sepultura de los reyes de España y el monasterio residencia actual de los frailes de la Orden de San Agustín. Es una de las más singulares arquitecturas renacentistas de España y de Europa. Ocupa una superficie de 33.327 m². Fue considerado, desde finales del siglo XVI, la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su tamaño y complejidad funcional como por su enorme valor simbólico. Sus pinturas, esculturas, cantorales, pergaminos, ornamentos litúrgicos y demás objetos suntuarios, sacros y áulicos hacen que El Escorial sea también un museo.
El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue promovido por Felipe II, entre otras razones, para conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo. Pincha en la imagen para agrandarla)


La prudencia del monarca, quizás excesiva, enseguida se dejó ver. En contra de la opinión de su padre renunció a marchar sobre París y decidió volver al refugio seguro de Flandes, tras dejar bien guarnecida la ciudad y sus aledaños. 

La guerra prosiguó durante 1558, y aunque Francia conquistó Calais (el último reducto inglés en el continente) en verano sufrio otra apabullante derrota en Gravelinas. Meses después, en abril de 1559, se firmó la paz de Cateau-Cambrésis, que supuso la entrega a España y sus aliados de 198 enclaves. 

Entre las cláusulas de este tratado figuraba el matrimonio entre Felipe II, que acababa de enviudar de María Tudor, y la hija de Enrique II, Isabel de Valois. El Imperio español vivía sus años más gloriosos, que quedarían indisolublemente unidos al nombre de San Quintín.

Fuente :

Juan Carlos Losada, "San Quintín", Aguilar, Madrid, 2005 a través de Historia de National Geographic.

20 comentarios:

La Dame Masquée dijo...

Qué buena pregunta la de Felipe II, monsieur. Y qué diferentes eran él y su padre. Curioso que a pesar de no tener España un rey guerrero en Felipe II, a fin de cuentas durante su reinado se consiguiera alguna victoria importante.
Magnífico el fresco de las batallas, por cierto. Una maravilla.

Feliz dia

Bisous

desdelaterraza-viajaralahistoria dijo...

Resulta inquietante pensar lo que habría sido de la historia del España, Europa y del mundo si España hubiera marchado sobre París. Podrían escribirse muchas novelas de historia-ficción con ese supuesto. Un saludo Pedro y gracias por recordarnos las grandes gestas de la España Eterna.

Colotordoc dijo...

La recreación de la batalla en el mural es impresionante.

Una gran gesta la de Felipe II. Es cierto que no quería que se escribieran biografías sobre él?

Saludos Pedro

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Es una explicación perfecta. Y Francia quedó fuera de juego, durante mucho tiempo.

Saludos cordiales.

Fotos Antiguas de Mallorca dijo...

Que barbaridad, menuda carniceria. Y despues nos quejamos de lo que fue la I guerra Mundial. No se porque aun me sigue sorprendiendo la inhumanidad del hombre en estas batallas.
Saludos

Anónimo dijo...

Que interesante entrada, de verdad que cada día se aprende un poco más.
Aunque me he de imaginar todos esos hombres muertos y mejor ni quiero imaginar el terrible olor a muerte.

Lo felicito por este tema tan interesante que publicó esta vez, merece una sincera reverencia, mil respetos :)
No logro procesar aun la idea de como España convirtiendose en potencia mundial, llegó al declive. Si usted pudiera instruirme un poco en esto se lo agradecería de todo corazón.

Lo espero pronto en mi blog.
Continue escribiendo en este espacio, es maravilloso como trata los temas, fáciles y concisos. No hay mas. :)

Le deseo buen día
Besos.

J. Eduardo V. G. dijo...

Como te contesto desde un blog local decirte que en Torrelaguna tenemos una calle San Quintín en una zona de calles con nombres históricos, zona antigua.

Saludos.

PACO HIDALGO dijo...

Toda una soberbia victoria de los tercios españoles en San Quintin, que hacían que el reinado de Felipe II empezase como terminó el de su padre, con victoria sobre Francisco I. Efectivamente, el Palacio-Monasterio de El Escorial se erige en conmemoración de esa gran victoria y tiene la forma de parrilla, con ese mango detrás de la iglesia, para honrar la forma en que murió San Lorenzo un 27 de agosto, quemado. Gran remate de entrada. Abrazos.

CAROLVS II, HISPANIARVM ET INDIARVM REX dijo...

San Quintín supuso el punto de partida de la preponderancia española en Europa, la batalla que marcaría la gloria de Felipe II, solo oscurecida por la derrota de la Invencible, la rebelión de las Provincias Unidas y la Paz de Vervins, ya en las postrimerías de su reinado.

Como en Nördlingen, no hubo compasión con los vencidos, decidiéndose cortar el problema de raíz pasando a cuchillo a todos los enemigos que se encontraban, sobre todo a esos traidores españoles.

Un abrazo.

PD: no gusto del término "Imperio Español", pues en España no había Emperador sino Rey, yo por eso, al igual que los actuales historiadores, con Ribot a la cabeza, opto por el término "Monarquía Hispánica".

PD2: pese a las absurdas imposiciones de la RAE, expoleada por la "ministra e cultura", seguiré escribiendo Rey, Emperador, Príncipe, etc con mayúscula cuando éstos vayan solos y no acompañados de nombre propio.

Ccasconm dijo...

La victoria sobre las armas francesas significó la entrada por la puerta grande del nuevo rey español Felipe II en Europa, aunque bien es verdad que su preparación ya venía siendo gestada desde el reinado anterior. Seguro que la batalla satisfizo al emperador que permanecía retirado en Yuste. En cuanto a Felipe II, después de aquella carnicería, no volvió a presentarse en ningún campo de batalla. Las armaduras tan sobresalientes que lucía en los retratos sólo se las ponía para significar su poderí, no por que las usase de manera efectiva.

Por cierto, quién iba a decir después de esta hazaña bélica que Egmont sería acusado de alta traición, encarcelado y condenado a la muerte por el propio rey durante la revuelta de los Países Bajos.

Saludos

Pedro de Mingo dijo...

@Madame, ciertamente Felipe II y su padre eran diferentes en algunas cosas, como por ejemplo el hecho de participar personalmente en las guerras, y muy similares en otras como por ejemplo su celo extremo por la fé católica.

Felipe II siempre tuvo mucho respeto y veneración por su padre a pesar de sus diferencias, incluso tras su muerte mandó trasladar su tumba desde Yuste al Escorial, por considerar que el monasterio cacereño no era digno de albergar los restos del emperador (en esto contravino la última voluntad de Carlos I que quiso descansar allí para siempre)

Un abrazo, Madame y gracias por su visita.

Pedro de Mingo dijo...

@desdelaterraza-viajaralahistoria, otro gallo le hubiera cantado a Francia en ese siglo de producirse lo que usted comenta, pero la historia siempre nos dejará en el tintero esas hipótesis. ¿Y si los árabes no hubieran perdido la batalla frente a Carlos Martell? ¿y si Colón no hubiera llegado a América....?

Gracias por su visita amigo :-))

Pedro de Mingo dijo...

@Manuel, el mural es impresionante, le recomiendo una visita a El Escorial si no lo conoce. En cuanto a Felipe II, no era muy amigo de la fama, de la notoriedad ni de los grandes fastos (aunque en esto muchos historiadores pueden rebatirme).No puedo decirle si tuvo especial interés por una biografía suya en vida, pero sinceramente no lo creo.

Un saludo y gracias por su visita.

Pedro de Mingo dijo...

@Retablo de la Vida Antigua, gracias por sus palabras, ciertamente como usted dice, Francia tendría que esperar bastante tiempo para imponerse como potencia europea. Este tiempo sin duda fue el tiempo de España.

Un saludo.

Pedro de Mingo dijo...

@Lorenzo/Fotos Antiguas de Mallorca, estimado amigo, el hombre es capaz de lo mejor y de lo peor y en materia de guerras desgraciadamente hay muchos ejemplos que demuestran el segundo punto.

Un saludo.

Pedro de Mingo dijo...

@AnGie SuGary, como una vez comenté en su blog, ni hay tormenta eterna ni verano que dure mil años. Esto es aplicable a todo, también a los grandes imperios, pues el español no fue el único que sufrió este proceso, lo mismo podemos leer en los libros de historia sobre los imperios romano, inglés, francés, alemán.....
Lo que hay que estudiar no es sólo lo que fueron, también el legado que dejaron, eso es realmente lo que queda de todo aquello, eso es lo que convierte a un imperio en algo circunstancial o eterno.

Si realmente le interesa el tema del declive del imperio español, tendré mucho gusto en hacer algunas entradas sobre el tema, pues es un tema harto complejo como para explicárselo como ustedes merecen en un simple comentario.

Un saludo y gracias por su visita :-)

Pedro de Mingo dijo...

@Eduardo de Vicente, me parece perfecto que algunos nombres de calles conmemoren hechos tan trascendentales como este. Lástima que no sea algo recurrente.

Un saludo.

Pedro de Mingo dijo...

@Paco, como bien comenta usted, El Escorial se hizo para conmemorar aquellos acontecimientos y al haber sucedido tal batalla y victoria en el día de San Lorenzo y habiendo sido este santo sacrificado en una parrilla, la forma del monasterio tiene precisamente la forma de este instrumento.
Puede contemplarse precisamente la parrilla en la portada de acceso al recinto :-)

Muchas gracias por su interesante comentario.

Pedro de Mingo dijo...

@Carmen, veo que es usted una buena conocedora de la época y de lo que entonces aconteció. Como usted bien dice, Felipe II no gustaba de armaduras ni de batallas, la llevó para posar en el famoso cuadro de Tiziano, para su boda con Maria Tudor y posiblemente aquel día en San Quintín. Era un hombre de despacho, gobernaba desde sus aposentos en El Escorial, no participando en los campos de batalla.

Un saludo y gracias por aportarnos su conocimiento, Carmen.

Pedro de Mingo dijo...

@Carolus, muchas batallas ganó nuestro rey y otras perdió, como cualquier otro rey y nación, pero su figura y su forma de gobernar marcaron una época y le convirtieron en una figura inmortal en la historia.
En cuanto al término "Imperio Español" entiendo perfectamente su postura, y aunque efectivamente España no era imperio porque no tenía emperador, también es cierto que un imperio es un estado multinacional y multiétnico que que abarca varias naciones o reinos, en este sentido si podíamos hablar de imperio.
Por otra parte yo tampoco soy muy partidario de las nuevas normas aprobadas por la RAE, nuestra ministra pierde mucho tiempo en banalidades cuando tenemos otros problemas más importantes como la defensa de nuestro idioma común....

Un saludo y gracias por su visita y comentario.

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