lunes, 8 de noviembre de 2010

La primera Reina de España, Juana "La Loca" (2ª Parte)

La reina Isabel fallece en 1504 y Juana era nombrada reina propietaria de Castilla y León, siguiendo el testamento de la Reina Católica. Don Fernando se encargaría de la regencia mientras los flamantes monarcas Felipe y Juana, llegaban procedentes de tierras flamencas. A finales del año 1505 Juana tendrá una nueva hija, María, que casará con el rey Luis de Hungría y Bohemia. 

 (En esta pintura vemos el momento en que Isabel la Católica dicta su testamento el 12 de octubre de 1504.   Se aprecia un escribano sentado en su pupitre recibiendo órdenes de su última voluntad.   A la izquierda,   aparece su esposo Fernando abatido con mirada ausente;   a su lado su hija Juana;   la acompañan el Cardenal Cisneros y los marqueses de Moya. Poco después,   el 26 de noviembre del mismo año,   fallece en el Palacio Real Testamentario ubicado en la Plaza Mayor de la Hispanidad de Medina del Campo.  Puedes pinchar dentro de la imagen para hacerla más grande)

La llegada de los reyes provocó el definitivo enfrentamiento entre Felipe y el rey Fernando, siendo una de las causas la pretendida locura de Juana esgrimida por el Hermoso para hacerse con la regencia. Felipe se apresuró en mostrarla como loca a los nobles castellanos para incapacitarla. La forzó a recibirlos casi a oscuras, con una caperuza negra ocultándole el rostro, pero tuvo uno de sus raptos de lucidez y los reconoció a todos, hablando muy cuerdamente. De ahí viene la leyenda de que su locura era un ardid para quitarle el trono. Que mal pago de Felipe hacia la inquebrantable lealtad que siempre le mostraba su esposa.

El 27 de junio se produce un encuentro entre el rey Fernando y Felipe en Villafáfila, donde Fernando el Católico, renuncia definitivamente al poder en Castilla para evitar un inevitable enfrentamiento armado. Fernando firma un documento reconociendo la incapacidad de su hija Juana para gobernar, se retira a Aragón y Felipe es proclamado Rey de Castilla. Felipe el Hermoso de esta forma se convierte en Felipe I de Castilla.

 (Encuentro entre Felipe y el Rey Fernando)

Pero el destino aún no había jugado sus cartas, quiso que en los primeros días del mes de septiembre de 1507 don Felipe jugara un partido de pelota con sus más allegados en Burgos, posteriormente hablaba ese día con varios cortesanos acerca de la aparición de un cometa en el horizonte.

-Dicen que este fenómeno presagia la muerte de algún príncipe – dijo uno.
-¡bah! – contestó Felipe, soltando la carcajada -. Guarde Dios a mi padre y a mí, y de los demás haga lo que guste.
 
Lo cierto es que después de practicar deporte, bebió agua helada, por lo que al día siguiente se sintió con fiebre. Nunca se curó y el día 25 de septiembre de 1507 fallecía, (diez semanas después de su coronación, a los 28 años) especulándose que pudo haber sido envenenado, lo que no se pudo probar, lo cierto es que gracias a su oportuna  muerte Fernando, el rey de Aragón, recuperó la regencia del reino de Castilla, con lo que la unión entre ambos reinos siguió siendo efectiva.

La muerte de Felipe hizo que el estado mental de Juana empeorara definitivamente, Juana no deseaba el gobierno del reino y, como ya he comentado, dejó a su padre los asuntos de Estado como regente de Castilla.

 (Juana velando día tras día el cuerpo de su marido difunto)

Doña Juana, que no le abandonó un instante  mientras duró la breve enfermedad, negóse a reconocer la realidad.

- Mi esposo idolatrado no ha muerto – decía – : está dormido.

Los restos mortales de Felipe el Hermoso reposaban en un magnífico ataúd colocado en un carro, arrastrado por cuatro caballos negros. De tal guisa, el cortejo patético emprendió la marcha. Todos iban a pie, dando ejemplo doña Juana, cubierta de negros crespones, y acompañada por un séquito interminable de prelados, personajes y caballeros.

Únicamente caminaban de noche, por orden expresa de la atribulada y enloquecida reina.

- Una mujer honesta – decía -, que ha perdido a su esposo, que es su sol, debe huir de la luz del día.

Y así avanzaba, lentamente, recorriendo más de media España, camino de Granada. En los pueblos del tránsito se celebraban solemnes exequias, a los cuales no podía concurrir ninguna mujer. La reina quiso velar a su marido tanto en la vida como en la muerte y no se separó de él ni siquiera cuando el cadáver ya empezaba su proceso natural de descomposición. Un día, por error, quisieron hacer noche en un convento que creyó de frailes, entre Torquemada y Hornillos. Hasta que horrorizada la reina al saber que era de monjas, hizo sacar el cadáver al campo permaneciendo ella con toda la comitiva a la intemperie, desafiando la crudeza de los elementos.

Fue precisamente de camino a Granada tuvo Juana su último alumbramiento, naciendo una niña llamada Catalina, el día 14 de enero de 1507, en Torquemada. Catalina contraería años después matrimonio con Juan III de Portugal

(Juana velando a Felipe, mientras recorría enlutada media España)

No había forma de apartarla del muerto, no se cambiaba de vestido ni se aseaba, pero al entrar en una de sus crisis, tuvieron que recluirla en el castillo de Tordesillas, con el ataúd de Felipe a la vista en una iglesia cercana.
Resultaba asombroso que la infeliz señora no derramase una sola lágrima. Dolíase ella de esta anomalía, que más y más aumentaba su padecer, por falta de tan natural desahogo. 

- Lloré tanto, cuando me convencí de las infidelidades de mi esposo, que el manantial de mis lágrimas quedó seco para siempre.

Así fueron pasando los años, murió el rey Fernando en Madrigalejo en 1516, vino Carlos, el hijo de la reina, a visitarla y también le prestó acatamiento, pero nadie pensó en rescatarla de su oscura vida hasta la rebelión de los comuneros, que trataron de reponerla en el trono como reina legítima contra el emperador Carlos I.

Unos hablan de manías, otros de lealtad sin fin, pero la Reina no firmó ningún papel y no consiguieron su autorización para nada serio. El caso es que su gesto evitó una cruenta guerra civil en Castilla.

Cruel fue gesto de su hijo Carlos que también la traicionó encerrándola para siempre.

Los restos de Felipe finalmente fueron trasladados a Granada en 1525 por orden del emperador Carlos I (si bien, el corazón es enviado a Brujas)

Curioso es el destino, los herederos de Isabel y Fernando fueron muriendo uno a uno, hasta llegar a Juana, la mujer más poderosa del mundo y que sin embargo no pudo reinar y fue encerrada hasta su muerte.

Corría el mes de enero de 1509 y allí permaneció el resto de sus días, vestida siempre de negro y haciendo una vida retirada, lo que contribuyó a acentuar su problema mental. Antes de morir recuperó momentaneamente la lucidez y mandó que la enterraran con Felipe en Granada y dejó este mundo reconciliada con todo y con todos.

(Bellísimo sepulcro de Juana en Granada, junto a su amado esposo)

El 12 de abril de 1555 fallecía doña Juana, tras 46 años de reclusión, cubierto su cuerpo de llagas al negarse a ser aseada y cambiada de ropa. Quizá la pobre Juana tuviera una leve enfermedad mental, pero no se llevó a cabo un programa de recuperación muy adecuado con ella al encerrarla en Tordesillas, aunque, para descargo de sus familiares, esto ha sido práctica común con la mayoría de los enfermos mentales hasta nuestros días.

Así se fue forjando la leyenda :

"En diciembre de 1506 una mujer embarazada de ocho meses anda de noche presidiendo un cortejo fantasmal, a pie, por los campos de Castilla, a la luz de las antorchas porta un ataúd. En él van los restos de su joven marido, muerto tres meses antes. La mujer lleva al cuello, colgada de una cinta negra, la llave del féretro. El cortejo no para en las ciudades, ni en los pueblos, ni en las posadas, ni en los conventos de monjas, ni en ningún lugar donde pueda encontrarse una mujer que pudiera tocar a su marido. A la viuda la acompañan hombres armados y con antorchas, algún fraile y mujeres mayores. Ella lleva el rostro cubierto por un velo, pero todos saben que esa mujer que se esconde tras un velo negro es la más rica y poderosa del mundo. Es doña Juana I de Castilla que, huyendo de la peste declarada en Burgos, lleva a su marido don Felipe I a enterrar a Granada, junto a la reina Isabel la Católica."  

Gracias a Artehistoria, Encicliopedia.us.es, Yolanda Scheuber, Segundarepublica.com y a 'Juana La Loca' de José Luis Olaizola.



5 comentarios:

Raquel dijo...

Preciosa entrada. Qué historia más triste

La Dame Masquée dijo...

Pobre mujer, qué viva desdichada. Un amor no correspondido que ademas debe perder tan pronto.
Y también me da mucha lastima la niña, Catalina, que apenas pudo tener infancia, encerrada con su madre en una fortaleza.

Buenas noches

Bisous

Pedro de Mingo dijo...

Raquel, gracias por tus palabras, verdaderamente fue una triste historia de traiciones y olvidos ¿quién no se volvería loco así?

Madame, ciertamente fue una vida dura también para Catalina. Los hijos de los reyes en esta época (sobretodo las mujeres) eran monedas de cambio y medios para fortalecer alianzas. Los sentimientos personales quedaban en un segundo plano. Sin embargo en el caso de Juana, también estos sentimientos fueron muchas veces traicionados.

Buenas noches a las dos :-)

Anónimo dijo...

Magnífico relato,ameno y veraz.

Ya tiene usted un nuevo lector asiduo a su blog.

Anónimo dijo...

Muy interesante nadie lo hubiera resumido mejor

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