lunes, 29 de noviembre de 2010

Las espadas del Cid, entre la Historia y la Leyenda (2ª Parte)

Los Cambios en la espada :

Como ya he comentado este arma es una obra maravillosa de metalurgia islámica, es de color oscuro, de ahí su nombre tizona. Este color se debe al orcurecimiento del acero fruto de la técnica de aquellos antiguos forjadores del Al-Andalus, la más avanzada de toda la Edad Media. Las espadas nacidas con esta técnica eran denominadas "tizones" y se empleaba una técnica singular con ellas, ya que para endurecer el acero, los herreros lo envolvían con pieles y procedían a su fundición en el horno, lo que dotaba de más carbono a la hoja y por consiguiente la hacía más dura y flexible, si bien el acero aparecía de un color oscuro característico. 

(Según el relato, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, obligó a Alfonso VI el Bravo, rey de Castilla y León, a jurar que no había tomado parte en el asesinato de su propio hermano, el rey Sancho II de Castilla, quien fue asesinado ante los muros de la ciudad de Zamora en el año 1072 en este cuadro vemos representado el citado pasaje conocido como la Jura de Santa Gadea)
 
Posteriormente sufría una serie de calentamientos y enfriamientos repetidos (doble temple) y el uso de diferentes aleaciones de metales para darle finalmente una resistencia y elasticidad fuera de lo común, sin duda una espada de reyes. El profesor Criado, decía de la Tizona :

«Una hoja de acero compuesto, de gran flexibilidad, dureza, tenacidad y filo cortante de gran resistencia al desgaste, todo ello en un conjunto de espada tajadora útil para el combate.»
  
La polémica de la Tizona:

Un equipo de investigadores químicos con el profesor Antonio Criado a la cabeza, realizaron hace unos años un análisis metalográfico de La Tizona, llegaron a la conclusión de que se trataba de una espada musulmana forjada con la técnica que he comentado y en acero de Constantina (antigua población islámica situada cerca de la actual Sevilla) y que fue realizada en el siglo XI, justamente el siglo en que vivió el aguerrido Don Rodrigo Diaz de Vivar, por lo que era un punto muy a favor de su autenticidad.

Tras muchos siglos de calma tras las grandes batallas que protagonizó en manos su dueño original, la polémica surgiría en la época contemporánea, con el anuncio del traslado del Museo del Ejército de Madrid a Toledo. Hubo un desacuerdo entre el dueño de la espada, el marqués de Falces, y las autoridades culturales, lo que llevó a que el marqués pusiera en venta la espada.

Ésta ha sido recientemente adquirida por 1,6 millones de euros, por la Junta de Castilla y León para exponerla en la ciudad del Cid, Burgos, donde también reposan los restos de nuestro heroe junto con los de su esposa Doña Jimena. Sin embargo, el informe pericial encargado por las autoridades culturales negaba que pudiera ser considerada al 100% la Tizona del Cid, si bien se trataba de una espada de la misma época. Pero la pregunta es, si la espada se ha demostrado que es contemporanea del Cid ¿cómo se puede asegurar que es la que llevó en sus batallas casi 1000 años después?

(Sepulcros del Cid y de Doña Jimena en la Catedral de Burgos)

Todo esto no parece sino un juego entre las autoridades pues si cuando la tenían en su poder afirmaban que era la auténtica, ahora que ya no la tienen ponen en duda su autenticidad. El Patrimonio Nacional emitió un informe indicando que :
 
"no existen datos fiables para identificar esa espada como la auténtica del Cid". 

El Museo Arqueológico la describe como "falsa reliquia" y el historiador José Godoy explica que el arma es del siglo XV-XVI, con añadiduras del XIX que no coinciden con la inscripción de la auténtica Tizona.

Otros estudios de la Universidad Complutense afirman que la hoja es contemporánea del Cid, aunque la empuñadura, primero árabe y luego renacentista, se sustituyó por otra de la época de los Reyes Católicos. La hoja lleva inscritas las siguientes leyendas :

'IO SOI TISONA FUE FECHA EN LA ERA DE MILE QUARENTA' 

(En castellano antiguo, que sería 'Yo soy Tizona. Fue hecha en la era de 1040'. Sin embargo, debe ser traducido como 1002, pues 'era de mile quarenta' se refiere a 'era hispánica', que comienza en el 38 a.C.)

En la otra cara, dice en latín :

'AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINUS TECUM'. 

(Son los tres primeros versos del Ave María: "Ave María. Llena eres de gracia. El señor es contigo".)

Ahora ya sólo queda nuestra imaginación y nuestro criterio para decidir si es o no la auténtica espada o simplemente se trata de un juego entre las autoridades. Sea como fuere, lo cierto es que fue contemporánea del gran héroe medieval español Don Rodrigo Díaz de Vivar, y que fue propiedad de muchos reyes que también consideraron que fue la espada del Cid.

(Detalle de unos relieves en el Monasterio de Silos en Burgos, podemos apreciar perfectamente el detalle de las cotas de malla, cascos, y diversas armas de los guerreros, puedes pulsar sobre la imagen para agrandarla)

Curiosidades:

» En el Cantar de Mio Cid, la Tizona tiene personalidad propia, ya que su fuerza varía según el brazo que la esgrime, aterrorizando a los adversarios indignos. Mientras la Tizona está en posesión de los infantes de Carrión, estos desdeñan su fuerza. Tras la afrenta de Corpes, el Cid recupera sus espadas y entrega la Tizona a Pedro Bermúdez para su duelo con el infante Ferrán González. Éste se declara vencido antes del combate a espada, atemorizado al ver a Pedro Bermúdez desenvainar la Tizona:

Él dexó la lança, e mano al espada metió;
cuando lo vio Ferrán González, conuvo [reconoció] a Tizón,
que antes qu'el golpe esperasse, dixo: — ¡Vençido só!

No ha terminado todo, en el próximo capítulo hablaremos de la otra espada La Colada, con una no menos agitada vida y de sus misteriosos grabados que han dado lugar a muchas teorías.....(continuará)

sábado, 27 de noviembre de 2010

Las espadas del Cid, entre la Historia y la Leyenda (1ª Parte)

La espada

La espada para un caballero medieval era como una extensión de sí mismo, representaba su medio para cumplir los designios de Dios o de su señor, era mucho más que un arma, era un símbolo de su deber y en caso de pérdida representaba una afrenta a su honor propio. Se tenía la creencia de que "un caballero llegaría tan lejos como llegase su espada" arma y caballero estaban tan unidos que permanecerían juntos desde el principio cuando el aspirante a caballero tenía que velar sus armas toda la noche antes del nombramiento como caballero y hasta el final de su vida en que era enterrado con ella o bien pasaba a sus descendientes como legado del honor y compromiso de la familia.

(El aspirante a caballero deberá velar armas en la soledad, el silencio y la oscuridad de un recinto consagrado. Se habrá confesado y depositado su espada sobre el altar. Al despuntar el primer rayo de sol del día de la iniciación, deberá realizar un baño ritual, luego no tomará sus ropas antiguas, sino que se revestirá de una túnica blanca, capa púrpura y cinto blanco)

El guerrero medieval hispano por excelencia fue el llamado Cid (Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador) Cid deriva del sobrenombre que le daban los moros: SIDI, el Señor; y Campeador, equivalente a batallador .
También en él vemos esa asociación indisoluble entre guerrero y espada, pues a su fama en el campo de batalla, aumentada por la literatura épica gracias al Poema de Mío Cid, se ha visto correspondida con la fama de sus espadas las inmortales Tizona y Colada. Sobre la autenticidad de las que tenemos conservadas hoy en día en nuestros museos se ha hablado mucho, voy a exponer las diferentes teorías y estudios:
 
La Tizona:

Ramón Menéndez Pidal (eminente historiador y medievalista) consideró veraces los datos que aporta el Cantar del Cid, en el que se habla de que nuestro gran héroe ganó la espada Tizona en el año 1093. Todo ocurrió cuando el general almorávide Abú Béker se encontraba con su ejército sitiando la ciudad de Valencia, finalmente desistieron de su empeño debido a la resistencia de los habitantes de la ciudad y al empuje de las huestes del Campeador, motivo por el cual se retiraron hacia los barcos que en la playa esperaban para volver de nuevo a tierra musulmana, sin embargo no hubo tiempo para eso y ambos ejércitos se encontraron junto al mar y entablaron feroz lucha, según parece El Cid venció al general y se apoderó de su espada, una espada valiosísima :

"Mató a Búcar el rey de allén de mar, e ganó a Tizón que mil marcos d'oro val".
(Del cantar del Mío Cid, versos 2425-2426.)

Esta valiosa espada por tanto no es la que le hizo ganar al Cid su fama y su valía, pues ya había ganado otras muchas batallas, si tenemos en cuenta que falleció en el año 1099, apenas seis años más tarde de lograr la posesión de la famosa espada, por lo que deducimos que su prestigio como caballero lo hizo empuñando otras armas, alguna de ellas igualmente famosas. Por ejemplo, durante la lucha contra Abú Béker, el Cid esgrimió la espada Colada y esta última espada fue ganada también por el Cid a otro de sus enemigos, el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer II, en la batalla de Almenara (1082).

 (Monumento ecuestre al Cid Campeador en la ciudad de Burgos)

Hay otra teoría sobre el origen de la Tizona, en el documento templario "Liber Feudoprum" fechado en la época del Cid, se cita a la Tizona y se dice que por un tratado entre el conde de Barcelona Ramón Berenguer I y Armengol I conde de Urgel el primero le entrega al segundo una espada llamada Tizona entre los años 1018 y 1026 :

"Ipsam espadam cognominatam Tizonem"

El Cid guerreó con ambos condes por tanto esta espada podía habérsela arrebatado a alguno de los dos o formar parte de un botín de guerra.

Fuese como fuese ambas espadas eran de una calidad inigualable, la Colada una joya de la ingeniería metalúrgica de la época carolingia y la Tizona igualmente encerraba los secretos de la más alta elaboración de espadas de la cultura musulmana.

Tras la muerte del Cid Campeador, el arma con una hoja de 0,785 metro de largo por 0,045 de ancho peregrinó por diferentes manos y corrió mil aventuras, para empezar, sería uno de los regalos del Cid a sus yernos los infantes de Carrión, pero volvería a las manos del Cid tras el maltrato que sus hijas sufrieron a manos de estos, por lo que se la afrecería posteriormente a su sobrino Pedro Bermúdez y posteriormente a su nieto el rey García Ramírez V de Navarra (1100-1150), que a su vez la legó a sus sucesores, los reyes de Aragón y en las manos de todos los reyes aragoneses estuvo hasta que Fernando I de Aragón (1410-1416) se la regaló a su sobrino, Juan II (1406-1454), rey de Castilla y en la corte de los reyes castellanos estuvo hasta que El rey Fernando el Católico y la Reina Isabel de Castilla le regalaron la espada al Condestable Mosén Pierres de Peralta, primer Conde de Santisteban de Lerín, Barón de Marcilla y abuelo del primer marqués de Falces; por los servicios prestados por éste en las negociaciones que permitieron el matrimonio de ambos soberanos a finales del siglo XV.

(La Tizona, expuesta en el Museo del Ejército de Madrid)

Don Alonso, primer marqués de Falces y fundador de la casa,  guardó la espada en la armería de este marquesado y fueron sus legítimos dueños durante siglos. 
Sin embargo, durante la Guerra Civil española la espada se sustrajo de la casa de esta familia. El periódico "El Liberal" afirmaba en septiembre de 1936 del hallazgo de la Tizona cuando las tropas republicanas entraron en la casa de los Falces en Madrid. Entre los objetos estaba :

"Una espada con documento acreditativo de haber pertenecido al Cid Campeador"

El ejército rojo la trasladó a Barcelona con intención de llevarla como destino final a Rusia, pero cuando finalizó la guerra aparecería de nuevo en el castillo de Figueras. Se encontró dentro de una caja y en la tapa había un letrero que decía:

"Esta es la espada del Cid, Respetadla"

Posteriormente la espada fue trasladada al Museo del Ejército de Madrid por Luis Peral, coronel del ejército de Franco y allí estuvo mucho tiempo depositada y expuesta al público. Los marqueses de Falces siguieron siendo sin embargo sus legítimos dueños.
No terminarían aún sus aventuras, pero eso ya es tema del próximo capítulo .......(continuará)

viernes, 26 de noviembre de 2010

Una mujer americana, la primera visitante del Viejo Continente.

Una mujer amerindia puso sus pies en Europa cinco siglos antes de que Colón pudiera devolverle la visita. Corría el año 1000 y la mujer fue llevada a Islandia por los vikingos que ya exploraban la costa norteamericana. No solo llegó hasta el viejo continente, sino que además tuvo hijas en él, quién sabe en qué circunstancias. El linaje ha llegado hasta nuestros días. Un equipo de investigadores, entre los que se encuentran varios españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha constatado por primera vez esta presencia precolombina con una base genética en familias islandesas. Este impresionante trabajo aparece publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology.

Varios restos arqueológicos y narraciones evidencian que los vikingos pisaron tierras americanas siglos antes de la llegada de Cristóbal Colón. El poblado vikingo descubierto en L’Anse aux Meadows, en Terranova, Canadá, y textos medievales islandeses como la «Saga de los groenlandeses» y la «Saga de Erik el Rojo», escritas en el siglo XIII, apuntan a que estos incansables exploradores comenzaron a llegar a la costa norteamericana a partir del siglo X. Pero nunca hasta ahora se había encontrado una clave genética de la relación física entre islandeses y amerindios, un hecho científico incontestable.

 (Leif Erikson, uno de los exploradores vikingos que se cree llegaron a América)

Los investigadores, en colaboración con la compañía islandesa de investigación biomédica deCode Genetics, que tiene muestras de ADN de casi todos sus compatriotas actuales, encontraron que cuatro familias distintas, integradas actualmente por cerca de 80 personas, tienen un linaje genético de origen amerindio. Los investigadores reconstruyeron las genealogías de hasta cuatro antepasados cercanos al año 1700. Hasta ahora, se conocía que los genes de los actuales habitantes de la isla procedían de los países escandinavos, de Escocia e Irlanda, pero se desconocía que el origen fuese más lejano.

El linaje encontrado, denominado C1e, es además mitocondrial, lo que significa que estos genes fueron introducidos en Islandia por una mujer.«Dado que tienen la misma secuencia y que es de tipo amerindio, lo lógico es pensar que estas cuatro antepasadas, a su vez, derivan de una única antepasada común», explica el investigador del CSIC Carles Lalueza Fox, del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra. Como la isla quedó prácticamente aislada desde el siglo X, «la hipótesis más factible es que estos genes correspondiesen a una mujer amerindia que fue llevada desde América por los vikingos cerca del año 1000», señala Lalueza Fox.

Desde esa primera mujer han pasado unas 40 generaciones, y en todas nació, al menos, una niña. «Esa mujer tuvo hijas y ese linaje femenino no se ha interrumpido hasta la actualidad. En caso contrario, el ADN mitocondrial no hubiera llegado hasta ahora», apunta el investigador. ¿Pueden existir otras familias en Europa con una antepasada tan exótica? Para Lalueza, «no es descartable, pero sería muy raro, ya que existen decenas de miles de estudios genéticos y no se ha encontrado este linaje en ninguna otra familia». Sería algo muy poco representativo y, de hecho, ya lo es, ya que hasta ahora se han descubierto 80 descendientes en un país de 280.000 habitantes.

Imaginar la vida que pudo llevar esa primera mujer «americana» en Europa no es fácil, pero seguramente estaba lejos de ser un cuento de hadas. «La tradición de los vikingos era raptar mujeres en los lugares que conquistaban, algo que también se aprecia genéticamente en la población islandesa, donde hay una proporción bastante elevada de linajes mitocondriales que provienen de las islas británicas».
Que algo tan impresionante como la primera visita de una mujer amerindia a Europa haya pasado desapercibida no es extraño. «Lamentablemente, las mujeres no escribían la historia», apunta Carles Lalueza.

Fuente : Judith de jorge - ABC - Ciencia

martes, 23 de noviembre de 2010

La Contra Armada Invencible de Inglaterra, Cap. 3º La Victoria.

La Victoria

Los sucesivos ataques desde diversos puntos, propiciados por un invasor que parece no sentir las bajas van desgastando y debilitando el poder defensivo de los sitiados. A medida que esto ocurre las mujeres coruñesas van adquiriendo un mayor protagonismo en todas las tareas de defensa. Ahora ya han dejado a niños y ancianos las labores de apoyo y ellas cargan sus propias armas y las empuñan. En una de las muchas escaramuzas que hubo en Puerta de Aires, María Pita comandando un batallón de mujeres entra en combate en primera línea; después de más dos largas horas de feroz batalla logran la retirada de los ingleses dejando cientos de muertos y heridos; el desgaste ha sido tan intenso para los sitiadores que ya no volverán a intentarlo, y esta hazaña comentada entre los defensores de la muralla hizo que diversos capitanes utilizasen a las más aguerridas en mayores cometidos.

 (María Pita sobre las murallas de La Coruña)

La batalla ya de por sí dura se vio incrementada en los días 16 y 17 por las intentonas incendiarias que los ingleses lanzaron esas noches aprovechando la bajamar y que fueron cruentamente rechazadas.

Los ingleses, contenidos en sus buques dentro de la bahía seguían siendo mantenidos a raya por los cañones del castillo de San Antón, e impedidos de saltar a campo abierto por las fuerzas estacionadas en el monte de Arcas, y que controlaban las operaciones inglesas de salida hacia nuevos y más fáciles frentes, no podían maniobrar a su antojo e incluso tenían enormes dificultades de suministros. Su moral de combate decaía en la casi totalidad de los sitiadores y lo que a los generales se les antojó como cosa de coser y cantar ahora con la triste realidad de los combates veían que se les estaba poniendo tan cuesta arriba que les resultaba imposible el creer en una victoria; las cifras de muertos y heridos eran muy elevadas y se ocultaban a la tropa.

María Pita

Las tropas asaltantes preparaban un nuevo asalto por el hueco de la muralla rota; absolutamente empeñadas en tomar la Ciudad insistían tercamente por una docena de sitios diferentes, pese a que estaban sufriendo bajas a un frenético ritmo, y trataban de que sus asaltos más importantes se realizasen por el hueco abierto; al tiempo disparaban desde el elevado baluarte de madera para distraer y entorpecer la defensa.

Los mandos ingleses habían aplicado todos los medios a su alcance para que sus tropas se alzasen con un triunfo que les permitiese justificar ante su reina el retraso, el incumplimiento de la misión y las pérdidas sufridas. No podían permitirse que un ejército reunido para la ocasión, diseñado para designios mayores, fuese derrotado por unos locos irreductibles máxime después de lo fácil que les había resultado el desembarco y la toma de la floreciente Pescadería. Cada ataque se presentaba como si fuese el definitivo, el que les permitiese acceder a la Ciudad, pero los resultados les eran contrarios una y otra vez.

Drake ya había sugerido la necesidad de suspender los ataques debido a la tardanza en consumar el asalto. John Norris se opuso; había preparado diez compañías de refresco para entrar en combate; veía cerca la victoria y él mismo, sable en mano, dio la orden de ataque. Una nueva oleada se dirigió contra la quebradura de la muralla.

Los sitiados se pasmaron de que aún hubiese tantos invasores en posición de lucha. Sólo el empecinamiento más tenaz podía explicar que Norris lanzase al combate sus últimas fuerzas de reserva.

El lado español ofrecía un panorama desolador, multitud de cadáveres y heridos campaban por doquier y el aspecto de los que aún se aguantaban en pie daba verdadera pena pues buena parte de ellos estaban heridos.

El fuego británico se hizo más intenso. Cientos de hombres se dispusieron definitivamente a entrar. Hubo un instante de asombro, pero de inmediato los defensores se lanzaron armados de picas a la brecha. Certeros disparos ingleses los barrieron, era el fin; los coruñeses ofrecían el triste momento de sucumbir ante el enemigo. ¡Ya son nuestros! Voceó un gigantesco alférez inglés luciendo una deslumbrante armadura que le cubría todo el cuerpo; estaba alcanzando lo más alto de la brecha seguido de sus soldados y con unos pasos más ya sólo tendría que descender para entrar en la Ciudad. El sol del atardecer recortaba su silueta con destellos dorados y dibujó el majestuoso trasluz de su gran bandera al viento, como si el dios Helios quisiese adornar una figura victoriosa y anunciar a los sitiados el horrendo desenlace.

(Monumento a María Pita en La Coruña)
 
María Pita que se había arrodillado para atender vanamente a un tonelero se incorporó y clavó los ojos en aquella figura imponente que farfullaba cosas ininteligibles. Eran seres como aquellos los que habían matado a su marido y a tantos y tantos otros coruñeses sólo por el hecho de serlo. Miró a su alrededor y vio a sus vecinos paralizados y horrorizados ante lo que se les venía encima. Su tristeza fue velada por una ciega ira y supo que el objetivo de su vida era derribar a aquel arrogante ser extranjero. Cogiendo la pica de un soldado, la corpulenta joven subió muy deprisa, fuera de sí, a la brecha, y se abalanzo temerariamente contra el sorprendido alférez sin darle tiempo a reaccionar. Hundió entonces la pica en su vientre.

En los ojos del gigante, atravesado de parte a parte, se leyó la sorpresa más absoluta. María lo despeñó piedras abajo, pero antes aferró el asta de su bandera y la exhibió mirando a sus conciudadanos, aunque su enmarañada melena, en lo alto de la batería fue vista desde ambos bandos.

¡Ayudadme a echarlos de aquí!¡Quien tenga honra que me siga!

Y aquel grito inició una leyenda. Las mujeres, en ese momento, emulando a María Pita, se encaramaron en masa a las murallas y a la brecha, produciendo una avalancha que hizo recular la ofensiva. En medio de ensordecedor griterío lanzaron una lluvia de piedras que acabó de aturdir a las compañías inglesas que veían además como su bandera se quedaba en manos enemigas.

"Y es que las mugeres e hijos acudían a las partes mas peligrosas con mucho ánimo con muchas piedras con las cuales tiraban a los enemigos con que les descalabraban e azian mucha ofensa…"

El día 19 Drake y los ingleses se hacen a la mar con rumbos a Lisboa, considerando inútil seguir empecinados en la conquista de La Coruña, pero ya con numerosas bajas, cuantiosas pérdidas y la moral minada. Esto le costaría también otro sonado fracaso en la capital lusa.

El rey Felipe II por su parte le concedió a la heroina una pensión que equivalía al sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales y le concedió un permiso de exportación de mulas de España a Portugal.

(María Pita vistiendo uniforme de Alférez Mayor)

Curiosidades:

En la Plaza de María Pita, en la ciudad de La Coruña y donde se encuentra situado el Ayuntamiento de la ciudad, se levantó un monumento en honor a María Pita. La obra, acabada en bronce, fue concebida por Xosé Castiñeiras, y en ella se representa a la heroína alzando una lanza con el cuerpo sin vida del alférez inglés que atacó la ciudad en 1589 a sus pies. La altura total de la obra es de 9,31 metros, compuesta por una plataforma de escalones de 45 cm, un pedestal de 5,56 m y una escultura de 3,30 metros. Su peso es de 30 toneladas.

En el pedestal escalonado se encuentra un pebetero cuya llama permanecía encendida durante todo el día, permaneciendo cuatro horas apagada durante la noche, desde las tres hasta las siete de la madrugada.


Gracias a la Orden de los Caballeros de María Pita :

lunes, 22 de noviembre de 2010

La Contra Armada Invencible de Inglaterra, Cap. 2º La Resistencia

¡A las murallas!

Conocida la situación en que se hallaba La Coruña, desde muy diversos puntos de Galicia se aprestaron a enviar ayuda. Los primeros 1.400 hombres llegaron desde San Saturnino y Betanzos y se encargaron de impedir los constantes intentos ingleses de desembarcar tropas en diversos puntos de la costa.

En el mismo sábado llegaron dos compañías de asturianos que enviaba desde Santiago el conde de Altamira y que junto a tres compañías de aguerridos soldados enviadas por don Francisco de Menchaca, señor de Cayón, sumaron 2.400 hombres a los que dedicaron a hostigar al enemigo desde el monte de Arcas así eran vistos desde la Ciudad Alta y transmitían a partes iguales esperanza a los sitiados e inquietud al sitiador.

Mientras los defensores permanecían en guardia constante sobre las murallas, atentos a cualquier intento de asalto por parte del enemigo, al tiempo que repelían los persistentes ataques. Vieron como intentaban subir un esmeril (pequeño cañón) al campanario del convento pero los defensores desde las murallas dispararon volando parte del campanario. También observaron los trabajos de zapa de los ingleses para minar el cubo de la muralla, sin poder hacer nada más que esperar, pues muy lejos les quedaba la boca-mina.

La lucha que era encarnizada en casi la totalidad del perímetro, cesaba un poco por las noches cuando los ingleses aprovechaban para aumentar sus trabajos de zapa intentando que la mina llegase lo antes posible al pie de la muralla y una vez allí acarrear ingente cantidad de pólvora que hiciese volar el cubo por los aires abriendo una irreparable brecha en el cerramiento de la Ciudad para que los ingleses entrasen a sus anchas.

En la organizada defensa de la Ciudad las mujeres fueron, en principio, las encargadas de entregar agua y comida a todos los defensores a fin de que estos no abandonasen sus puestos ni un instante; puntualmente asistir a los heridos y trasladar a los muertos. Días más tarde serían ellas las que suministrarían pólvora, cuerda y proyectiles que ya empezaban a escasear por lo que acabaron fabricándolos con todo lo que fuese metálico.

(Cañones sobre la muralla de La Coruña, fueron fundamentales para mantener alejados a los ingleses y evitar un desembarco de todos sus efectivos)

Además de este trajín se encargaban de reforzar el perímetro por el interior y terraplenar los cubos huecos consiguiendo así una solidez que las murallas no tenían lo que permitió plantar sobre ellas piezas de artillería. Los niños y los ancianos con movilidad estaban en permanente ayuda y realizaron trabajos como el de acarrear desde las lonjas que estaban arrimadas al exterior del muro todo el bizcocho que allí se guardaba (destinado como alimento a la despensa de los buques que se hacían a la mar) y cuando no pudieron acarrear más por ser sorprendidos por el enemigo incendiaron las lonjas con su contenido para no caer en manos de los ingleses.

 
(Ataque de los ingleses a la Pescadería el 5 de Mayo de 1589, pedestal del monumento en la plaza de María Pita.)

El domingo al final de una de las fuertes refriegas los ingleses tocaron a tambor de plática para parlamentar. El emisario anunció :

"los Generales pedían esta ciudad para el Reino de Inglaterra y que entregándosela usarían de Clemencia, no mirando la afrenta que el año antes le había querido hacer nuestra Armada (…) y que si así no fuese usarían todo el rigor de la guerra y aunque estuviese dentro todo el poder de España la habían de tomar dentro de dos días."

El Voto

En la noche del ocho de mayo se reúne un grupo representativo de los ciudadanos coruñeses (sin la presencia de autoridades) que acuerdan firmar su famoso Voto, su promesa particular en la que solicitan la protección de la Virgen del Rosario para que las hordas inglesas no logren adueñarse de la ciudad. Una vez firmado el documento, los firmantes se volvieron a sus puestos de defensa en la muralla. La promesa consistía en celebrar anualmente una fiesta en honor de la Virgen del Rosario, dotar a quince doncellas con veinte ducados a cada una, atender a los pobres de la ciudad y hacer una procesión conmemorativa.*

(*) Obligaba sólo a quienes lo formularon entonces y a quienes, en lo sucesivo, lo asumieran; tenía carácter penitencial, solemne y procesional.
Se celebró inicialmente en la Iglesia de Santiago y posteriormente, durante 130 años ininterrumpidos, en la de San Jorge.
A partir del año 1969 se decidió trasladar la Función del Voto a la iglesia de Santo Domingo donde la Cofradía de la Virgen lo vino celebrando.
Actualmente se ha recuperado el Voto “oficial” con una misa solemne de acción de gracias (auspiciada por la Corporación Municipal y celebrada por el Arzobispo) el domingo más próximo posible al 19 de mayo.


Se recrudece la batalla. Protagonismo de las mujeres.

La tarde del día 11 los sitiadores lanzan un masivo y elaborado ataque con escalas en la zona de Puerta Real, y tras demorado combate son rechazados. Esta victoria eleva la moral de los sitiados y lo celebran con cánticos que los ingleses oyen desde sus emplazamientos. Sin embargo los zapadores avanzaban y el túnel progresaba por el subsuelo hacia la muralla. El día 12 hacen explotar una tremenda carga, pero se habían quedado cortos en sus mediciones y apenas hicieron daños en la muralla.

(Tras las numerosas bajas sufridas, las mujeres tuvieron un protagonismo importantísimo en la defensa de la ciudad)

A las seis de la tarde del día 14 los ingleses, esta vez si, consiguen llegar hasta la muralla y consiguen hacer estallar la pólvora, pero gracias al apuntalamiento hecho por las mujeres, esta revienta hacia el exterior desplomándose sobre los atacantes, sepultando a más de 300 hombres de la vanguardia inglesa. Sin embargo se había conseguido hacer una brecha en la muralla, el enemigo tenía la puerta abierta......(Continuará)

sábado, 20 de noviembre de 2010

La Contra Armada Invencible de Inglaterra, Cap. 1º La Venganza.

Antecedentes:
 
En el año de 1589, los restos de la fracasada "Armada Invencible" que lanzó Felipe II para invadir Inglaterra, se reparaban en diversos astilleros españoles, al tiempo que se comenzaba la reconstrucción de una nueva flota con nuevos galeones. Esta circunstancia de debilidad quiso ser aprovechada por Inglaterra para lanzar una fuerza de ataque contra España con la llamada "Contra-Armada invencible".
Conocedora Isabel I del muy mal estado en que se hallaba la flota española y calculando que se le presentaba una oportunidad irrepetible (pues sabían que si los Tercios Españoles conseguían en otro intento desembarcar en la isla, no habría nada que pudiera pararles) quiso aprovechar esta ocasión de oro, y con inmenso esfuerzo económico para la Inglaterra de la época (la Reina empeñó su corona y asoció en la desdichada aventura a nobles y comerciantes) los ingleses prepararon una enorme armada, con la ayuda de las Provincias Unidas de Holanda (la más grande de las fletadas por Inglaterra hasta entonces) con la finalidad de alcanzar tres propósitos:

1) Destruir el grueso de la flota que estaba en reparación y construcción en la bahía de Santander;

2) Conquistar Lisboa para soliviantar los ánimos de los portugueses (que por aquel tiempo eran súbditos de la Monarquía Hispánica) contra Felipe II y provocar la secesión de Portugal entronizando al pretendiente bastardo portugués, el Prior de Crato.

3) Apropiarse de las flotas de Indias, interceptándolas a la altura de las Azores, a su regreso a la Península. El golpe sería demoledor para la economía española, pues Felipe II necesitaba aquel oro de América para realizar el gigantesco programa de rearme naval. 

(Contra Armada Invencible de Inglaterra)


Esa Contraarmada contaba con más de 150 barcos y unos 23.000 hombres era capitaneada por el almirante Francis Drake y por el general John Norris (el más prestigioso militar inglés de su tiempo, como general en jefe de los ejércitos transportados). Las claras órdenes dadas por su reina de dirigirse directamente a Lisboa las torció a su gusto el más famoso de los piratas (Drake) que prefirió venir en busca del desquite contra la ciudad desde la que había partido la Gran Armada, un año antes hacia Inglaterra).Se dispuso a atacar primero, el que entendían el puerto más débil, el de La Coruña.

¡Llegan los ingleses!

A media tarde del 3 de mayo de 1589, el centinela de la atalaya de Estaca de Bares, cuya misión consistía en encender un fuego por cada barco enemigo que avistase (y si fuesen muchos una gran fogata) ,echó toda la leña al fuego para salir seguidamente a caballo hacia La Coruña. Aún no había salido el sol cuando llegó para informar a su jefe, capitán Juan Sánchez Cotrofe

 “…son por lo menos ochenta, o cien velas, o quizá más…tal vez ciento veinte”.
 
Cotrofe lo miró con incredulidad ya que los ataques de cinco años atrás contra Vigo y Bayona los habían efectuado con veinticinco buques casi todos pequeños; ¿quién podía imaginar a cien navíos ingleses cayendo sobre La Coruña? A media tarde otro aviso dio confirmación a lo que era inimaginable: ¡Llegan los ingleses!
El segundo marqués de Cerralbo, D. José Pacheco, Gobernador de la Plaza, organiza con sus capitanes la defensa de la Ciudad, pide ayuda a Santiago y Betanzos, y reúne dentro de la Ciudad a los moradores de las aldeas de la comarca, cada hombre que se pudiera conseguir era vital para la defensa ante semejante enemigo.
En la mañana del jueves 4 de mayo una enorme fogata en Cabo Prioriño avisaba que el destino de la enorme flota inglesa era La Coruña. La Invencible inglesa, a paso lento frente a las costas de Mera se situó a la una del mediodía hacia el interior de la ría sin encontrar la menor resistencia, fondeando fuera del alcance de los cañones del castillo de San Antón, y comenzó en el arenal de Santa María de Oza el desembarco con catorce lanchones de las numerosas tropas: 120 capitanes, 17.390 soldados, 1.380 caballeros, 95 jinetes, 4.100 marineros y 290 colonos.

Castillo de San Antón en La Coruña, Galicia, en la actualidad.

Los defensores estaban perfectamente organizados en líneas de fuego en el Alto de Santa Lucía, fuera de las murallas, con 150 expertos arcabuceros conocedores del terreno y al mando del capitán Álvaro Troncoso, tendieron emboscadas a los invasores que comenzaron a sufrir sus primeras bajas y hubieron de replegarse. 
Ante el castigo infligido, los ingleses rodearon el promontorio amenazando con aislar a los españoles, dada su aplastante superioridad numérica. Troncoso y sus hombres se replegaron hábilmente mientras peleaban en forma escalonada para retroceder hasta el arenal de Garás (actual Plaza de Vigo y Linares Rivas) donde ya estaban bajo el fuego protector de las cuatro piezas del pequeño fuerte del Malvecín, en el extremo sur del muro de la Pescadería (hoy Plaza de Mina); también los cubría la arcabucería desde la muralla y los cañones del San Juan y San Bartolomé, fondeados cerca.
La temeraria acción de los arcabuceros de Troncoso tuvo efecto positivo en la moral de la plaza, mientras los invasores fueron sorprendidos y hubieron de comenzar a evacuar muertos y heridos.La Coruña disponía en ese momento de una guarnición excepcionalmente numerosa, pues a los 150 hombres de Álvaro de Troncoso había que sumar los 500 soldados viejos de infantería de Marina que eran la base de la defensa coruñesa; soldados bragados de los Tercios viejos de infantería española curtidos en mil batallas, compenetrados con sus capacitados oficiales y jefes, que regresaron en los buques de la Gran Armada que vinieron a reparar; y además de estos extraordinarios profesionales, los mejores infantes de su época, hay que contar a 560 coruñeses levantados en armas (220 arcabuceros y 340 piqueros) al mando de Meiranes, Montoto, Cotrofe y Del Lago. Esto hacía una formidable guarnición de unos 1.200 hombres.
Nada que ver con los 23.375 individuos que traían los ingleses. Esta desproporción se explica porque Drake no tenía órdenes de atacar La Coruña, sino de designios mucho mayores. Su escuadra era la apropiada para grandes empresas y no para tomar una ciudad con una población total de unos 4.000 habitantes. Pero a Drake le gustaban los botines seguros más que las grandes batallas navales, de las que huía, como lo demostró en la campaña del año anterior en aguas del Canal, y como lo iba a demostrar meses más tarde en el estuario del Tajo.

 (Francis Drake, pirata al servicio de Inglaterra)

Por la noche el muro de la Pescadería (que cerraba la Ciudad por su parte oeste) permanecía relativamente protegido. La zona más próxima de la bahía también estaba resguardada gracias a la distancia que marcaba la artillería del castillo de San Antón y a la artillería de los buques de la Gran Armada San Juan, San Bartolomé, Sansón, Diana y Princesa que trazan un arco protector sobre la gran playa de la Marina.
Pero a favor de la oscuridad los intrusos incursionan por otros puntos desguarnecidos y establecen destacamentos en puntos estratégicos: Monte y Puente de la Gaiteira, Castiñeiras, Nelle, Payo-Mouro y Labañou. Así La Coruña quedó totalmente cercada por tierra.

Al amanecer del viernes 5 de mayo, el muro de la Pescadería era la nueva frontera entre España e Inglaterra. El intercambio de fuego fue muy intenso por ambas partes, los ingleses  cañonearon con mucho acierto a los galeones San Juan y San Bartolomé que respondiendo al fuego descabalgaron a dos de las tres piezas inglesas, pero era tan fácil el blanco para los ingleses que el San Juan  (recién restaurado y orgullo de la flota de Filipinas) fue certeramente abatido desde tierra. Drake espoleó a sus hombres para robar los gallardetes de los barcos (Bandera pequeña, larga y rematada en punta, que sirve de insignia) pero desde el buque fue repelido el abordaje con una gran explosión que causó quince muertos. Al día siguiente, al estar el barco muy dañado, se le prendió fuego para hundirlo.

 (Galeón español, eran barcos de guerra poderosos y muy versátiles que podían ser igualmente usados para el comercio o la exploración, auténticas fortalezas flotantes. España basó en ellos su hegemonía en los mares durante más de 150 años.)

La noche triste

Sin la protección de galeones españoles en la bahía, y el Castillo de San Antón protegiendo sólo un flanco, la zona amurallada de la Pescadería quedaba totalmente desguarnecida por mar. El pequeño fuerte del Malvecín, al igual que toda esa zona amurallada, resultaban casi ridículos ante el poderío del ejército invasor, pero los coruñeses se aprestan a contener al inglés a cualquier precio.
A la llegada del crepúsculo cuatro buques ingleses se lanzaron a por el castillo de San Antón

“…llegaron tan cerca que su mosquetería alcanzaba el fuerte, del cual se les dio tal carga que los obligó a volverse a la Armada echando lanchas por proa que los remolcaron.” 
 Esto dio a los sitiados la certeza de que el Castillo impediría el acercamiento de buques, lo que dificultaría el cerco inglés.
Al amparo de la noche la tremenda oleada invasora ataca con estruendo el muro de la Pescadería, no se consigue impedir que 1500 ingleses tomen tierra al pie de la muralla de la Ciudad Alta.
La tragedia que entonces se adueñó de la Pescadería, Muchos defensores se zambulleron en la mar, otros se abrieron paso a sangre y fuego hacia el Castillo de San Diego, y los menos abrieron a hierro una brecha entre la soldadesca isabelina y consiguieron pasar en la oscuridad tras los muros de Ciudad Alta.
Esa noche los ingleses la dedicaron al saqueo de la Pescadería por ser morada de la mayoría de la población de La Coruña

 “…e aunque tomaron muchos a prisión…..usaron de muchas crueldades, matando muchos hombres, niños y mujeres, y algunos con fuego y otros con martirios…”
 
Ocuparon el magnífico Hospital de San Andrés, dotado con los adelantos sanitarios de la época, para atender a sus heridos. Dedicaron tiempo y placer al saqueo. Hallaron de todo y en abundancia 

“…porque hallaron muy buenas casas y camas regaladas, y que comer y beber a carretadas; ropas y vestidos para los que no las tenían y armas, y las casas llenas de otras muchas cosas.”

(Saqueo inglés, Drake logró saquear La Pescadería)

Drake y Norris celebraron con gran júbilo, junto a sus jefes y oficiales, el fácil botín. En la casa del canónigo Labora, en la calle Real, donde se habían instalado y festejaban la feliz jornada, brindaron repetida y generosamente en las copas de cristal de fina talla por la inminente rendición de La Coruña, que representaría una gloriosa escala en el rápido camino a Lisboa. Cerca de cuatrocientos coruñeses murieron en esta “noche triste” del cinco de mayo.

Los supervivientes serían los protagonistas de dos semanas de heroica resistencia....(continuará)

Gracias a la Orden de los Caballeros de María Pita :

martes, 16 de noviembre de 2010

Carlos II el Hechizado, la triste historia de un rey enfermo.

El domingo 6 de noviembre de 1661 nació “un robusto varón, de hermosísimas facciones, cabeza proporcionada, pelo negro y algo abultado de carnes”. De esta manera se contaba en la Gazeta de Madrid el nacimiento de un rey español que fue un auténtico compendio de patologías: Carlos II.
Más crítico con el aspecto de este nuevo infante fue el Embajador de Francia, quien escribió a Luis XIV: 

”El Príncipe parece bastante débil; muestra signos de degeneración; tiene flemones en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura (…) asusta de feo”.

 
Así comienza la triste historia de este desgraciado rey de España, último del linaje de los Austrias, un pobre enfermo desde su nacimiento hasta su muerte, muy probablemente por la continua endogamia practicada por sus ascendientes, tal y como expone García-Arguelles: 

«En el tronco familiar figuran repetidos los nombres de Felipe el Hermoso y Juana la Loca ocho veces; los de Fernando I y Ana de Bohemia, nueve; Carlos V e Isabel de Portugal, cuatro; Felipe III y Margarita de Austria son, a la vez, sus abuelos y bisabuelos. Su padre estaba casado con una hija de su hermana, por lo que, a la vez, era tío segundo de su hijo y su madre resulta ser prima de su propio hijo»


De Carlos II se sabe con casi total seguridad que padeció el Síndrome de Klinefelter, enfermedad genética que consiste en una alteración cromosómica expresada por un cariotipo 47/XXY, es decir, que tienen un cromosoma X supernumerario. 

Dicho síndrome se caracteriza por infertilidad, niveles inadecuados de testosterona, disfunción testicular, hipogenitalismo (genitales pequeños), ginecomastia (crecimiento de los senos), trastornos conductuales y aspecto eunucoide (talla alta, extremidades largas, escaso vello facial y distribución de vello de tipo femenino). Otras anomalías asociadas son criptorquidia (testículos intraabdominales, no descendidos a la bolsa escrotal), hipospadias (orificio de la uretra situado no en la punta, sino entre la base y la punta del pene) y escoliosis, así como diabetes y bronquitis crónica en la edad adulta. Carlos II no presentaba algunos de los elementos característicos de la enfermedad (no tenía ginecomastia ni estatura alta), por lo que se piensa que su caso podría tratarse de una variante de mosaicismo con fórmula 46XY/47XXY (es decir, algunas células con cariotipo normal en un varón, XY, y otras con cariotipo alterado XXY), con talla normal y sin ginecomastia y sin embargo, siempre con azoospermia (ausencia de espermatozoides), retraso mental, y a veces lesiones cardiacas y disfunción tiroidea.

Con el fin de que aquel débil muchacho sobreviviera, fue alimentado por 14 amas de cría distintas, que le amamantaron hasta la edad de 4 años, y no se continuó durante más tiempo porque se consideraba “indecoroso” para un monarca (su padre falleció cuando Carlos contaba 4 años de edad). Sin embargo, no pudo sostenerse en pie hasta los 6 años de edad, debido probablemente a un raquitismo por déficit de vitamina D, agravado también por la falta de luz solar, puesto que prácticamente no se sacó al niño al exterior por temor a los enfriamientos. Se sabe también que distintos padecimientos de origen infeccioso minaron la salud del pequeño monarca: infecciones respiratorias de repetición, sarampión, varicela, rubeola y viruela. Además, padeció epilepsia desde la infancia hasta los 15 años, que posteriormente recurrió al final de su vida. Y, por último, no podemos olvidarnos de un evidente retraso intelectual: Carlos II no aprendió a leer hasta la edad de 10 años y nunca supo escribir correctamente. Padecía ataques de cólera desmesurados y tuvo adicción alimentaria al chocolate (chocoholismo).


Dada la enfermiza constitución del monarca, se descuidó su educación puesto que se pensaba que iba a morir joven, y pronto se abordó el tema sucesorio, por lo que, tras fructíferas negociaciones, se casó a los 18 años con María Luisa de Orleans, de 17. Pese a que el rey estaba enamorado de María Luisa, nunca llegó a consumar el matrimonio, por padecer “eyaculación precocísima”: debido a su alteración genética, producía líquido prostático, pero no espermático, cosa que los sabios de aquella época aún no eran capaces de distinguir: de hecho, el Embajador francés logró hacerse con unos calzoncillos usados del Rey para enviarlos a dos médicos de su confianza: uno de los médicos opinó que era estéril y el otro que no. Así las cosas, María Luisa falleció virgen diez años más tarde por una apendicitis aguda, según reveló su autopsia.

A la edad de 28 años, la salud del monarca era ya muy precaria: envejeció muy rápidamente (se puede decir que pasó de la infancia a la vejez sin pasar por la madurez), por este motivo el Dr. Gregorio Marañón pensaba que el rey podría haber padecido también un panhipopituitarismo con progeria (envejecimiento prematuro). Además, presentaba frecuentes problemas gastrointestinales, fruto probablemente de la comentada adicción alimentaria al chocolate, a la mala nutrición y al pronunciado prognatismo que le dificultaba la correcta masticación de los alimentos. Presentaba también infecciones urinarias de repetición, cólicos renales por la presencia de cálculos y hematurias (sangrados repetidos de la orina).


Dada la preocupación por la falta de descendencia, al año de la muerte de María Luisa, se casó con Mariana de Neoburgo. Sin embargo, a pesar de los fértiles antecedentes de ella (los padres de Mariana tuvieron 23 hijos), la descendencia no llegaba. En su desazón, potenciada por las reiteradas simulaciones de embarazo por parte de Mariana, el mismo Carlos sospechaba que un hechizo proferido contra él le impedía engendrar, razón por la cual ordenó en 1698 investigar el tema al Inquisidor General, Cardenal Rocaberti. Los truculentos peritajes concluyeron que el rey había sido víctima de un hechizo, el cual :

«Se lo habían dado en una taza de chocolate el 3 de abril de 1675, en la que habían disuelto sesos de un ajusticiado para quitarle el gobierno; entrañas para quitarle la salud y riñones para corromperle el semen e impedir la generación». 

Carlos II fue exorcizado mediante una serie de pócimas asquerosas, entre ellas pichones recién muertos sobre la cabeza para evitar la epilepsia y entrañas calientes de corderos para sus procesos intestinales, las cuales sólo lograron empeorar su ya delicada salud. Finalmente, su esposa Mariana se apiadó del pobre enfermo, poniendo fin a los repugnantes remedios y a los embarazos simulados.


La salud de Carlos II se deterioraba progresivamente: ya en marzo del 98 el Marqués D´ Harcourt escribía a Luis XIV:

”Es tan grande su debilidad que no puede permanecer más de una o dos horas fuera de la cama (…) cuando sube o baja de la carroza siempre hay que ayudarle”. También señala la hinchazón de pies, piernas, vientre y cara y  “a veces hasta la lengua, de tal forma que no puede hablar”. Estos síntomas se debían probablemente a una insuficiencia renal provocada por los cálculos renales que tenía el paciente. Presentaba también fatiga intensa y diarreas frecuentes, muchas de ellas provocadas por las purgas que le recetaban los médicos de la corte. El 5 de octubre de 1700, el Dr. Goleen escribe: 

“Su Majestad recibió los Sacramentos e hizo testamento el día 2 aunque se ignora su contenido pues se guarda absoluta reserva. La enfermedad es grave pues en pocos días ha tenido más de 200 cursos (deposiciones); perdió el apetito y está extenuadísimo, al punto de parecer un esqueleto” 

Todavía duró tres semanas más. Extenuado, respirando fatigosamente, haciendo sus numerosas deyecciones en la cama y tras dos días en coma, precedido de una fiebre alta, murió el día l de noviembre de 1700 “entregando su alma a Dios a las dos y cuarenta y nueve de la tarde”. Sus últimas palabras fueron, en respuesta a una pregunta de la Reina: “Me duele todo”. Tuvo, después, un ataque de epilepsia, que duró 3 horas, quedando sin señales de vida. Luego abrió la boca por tres veces, tuvo una convulsión y expiró. La autopsia desveló que :

“No tenía el cadáver ni una gota de sangre; el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta; los pulmones, corroídos; los intestinos, putrefactos y gangrenados; un solo testículo, negro como el carbón, y la cabeza llena de agua”.
 
Así termina la tristísima vida del último rey de los Austrias, al que la Historia no puede juzgar como tal, sino como a un pobre enfermo desde su nacimiento hasta su agónica muerte.

Gracias por la entrada a la doctora Raquel Monsalvo, especialista en Medicina Interna.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La Perla Peregrina, la más aventurera de las joyas de la corona de España

No es la joya más valiosa de la Colección Real Española, ni siquiera la de apariencia más brillante, pero no hay en todo el conjunto real, ni posiblemente en toda la historia de la joyería, una pieza que haya dado lugar a tanta literatura como esta perla, en forma de pera, llamada desde antiguo la «Peregrina».
 
Sus orígenes, como corresponde a toda pieza valiosa, se pierden en la nebulosa de una leyenda que comienza cuando al parecer un esclavo la encontró en el golfo de Panamá a comienzos del siglo XVI. Digna de un Rey fue entregada precisamente a Felipe II, quien se la obsequió a su esposa María Tudor de Inglaterra.

¿Llegó a ser, realmente, la Peregrina, esa perla que María I luce en sus retratos?  Lo que si podemos decir, casi con toda seguridad, es que María I tuvo un cariño especial por esta joya, pues no dudó en lucirla en prácticamente todos los retratos que se pintaron de ella, siendo ya reina. Y dado el profundo amor que profesaba a su esposo, Felipe II, no es descabellado pensar que, aquella joya, fuese un regalo del rey consorte, a su reina. Sin embargo si la fecha de compra 1579-80 fuese cierta, para entonces la reina había fallecido y su perla sería otra y si realmente fuera La Peregrina, entonces al morir María regresó a España.

(María Tudor, Reina de Inglaterra con la Perla Peregrina)

La primera referencia documentada, según cuenta el profesor Hernández Talavera, la sitúa en Sevilla en 1580, cuando llega a la capital hispalense don Diego de Tebes, Alguacil Mayor de Panamá, quien ofreció la perla a Felipe II. Según queda constancia escrita, pesaba 58 kilates y medio. Al morir el Rey Prudente, su testamentaría la describe así: 

«Una perla pinjante en forma de pera de buen color y buen agua, con un pernito de oro por remate, esmaltado de blanco, que con él pesa 71 quilates y medio (...). Compróse por el Consejo Real de las Indias de don Diego de Tebes en 9.000 ducados. Tasóse por Francisco Reynalte y Pedro Cerdeño, plateros de oro y lapidarios del Rey nuestro señor, en 8.748 ducados (...) . Tiénela la Reyna, nuestra señora...»

(Felipe III con la Perla Pregrina adornando su sombrero, pinchar para ampliar)

En un inventario del siglo XVII, vuelve a aparecer la perla formando parte de un joyel de oro labrado, de relieve, con figuras y frutas, que, con su caja, pesaba 33 castellanos y estaba valorado en 714. 650 maravedíes. Este joyel fue ostentado por diversas reinas de la dinastía austríaca y, en tiempos de Carlos II, tanto la «Peregrina» como el Estanque, se vincularon a la Corona habiendo permanecido hasta entonces como bienes libres de los monarcas.

 (Margarita de Austria, esposa de Felipe III con la perla Peregrina prendida como colgante)

Aunque Mesonero Romanos llegó a decir que se había quemado en el incendio del Alcázar de 1734, la «Peregrina», junto a otras perlas similares que figuran en los inventarios posteriores, permaneció en palacio durante los reinados de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, quienes la usaron repetidas veces.

(Isabel de Borbón, primera esposa del Rey Felipe IV con la Peregrina en su cintura)

Saqueo en Palacio

La Guerra de la Independencia provocó el saqueo de las joyas existentes en el Palacio de Madrid. Nos quedan referencias de aquel expolio gracias al exhaustivo inventario entregado al conde de Cabarrús por Juan Fulgosio, y que lleva fecha del 8 de mayo de 1808. En él se describe con gran precisión la perla así como su montura y sirve para conocer como, hasta aquel momento, no habían desaparecido joyas importantes de la colección regia. El monto total superará los 22 millones de reales. Pero, desgraciadamente, podemos asegurar que entonces la «Peregrina» salió de España. Las razones de aquella salida hay que encontrarlas en el encargo que, nada más llegar a España, ordenó el rey intruso, José I, a su mayordomía mayor para que hiciera entrega al ministro de Hacienda, conde de Cabarrús, de las joyas de la Corona Española. En un inventario, fechado en Madrid, el 30 de julio de ese mismo año, y guardado en los Archivos Nacionales Franceses, figura una relación de todas aquellas joyas en la que aparecen tanto «El Estanque» como «La Peregrina». Según este mismo documento, el propio ministro Cabarrús entregó las joyas al ayuda de Cámara de José Bonaparte, Cristóbal Chinvelli, quien las hizo llegar a Julia Clary, consorte del rey José, en París.
Pero años después de perder el trono español el matrimonio se separó y Bonaparte marchó a Estados Unidos, con una amante y con la perla.

Cuando el ex rey José volvió a Francia en los años 40, tras su estancia en Estados Unidos, mantenía aun en su poder la perla que figuraba al fallecer entre sus propiedades en 1844. Según parece, dispuso que se la hiciesen llegar a su cuñada la ex reina Hortensia de Holanda con objeto de que sirviese para sufragar las actividades políticas de su hijo, el futuro Napoleón III, quien posiblemente la vendió hacia 1848 al entonces Marqués de Abercorn, convertido poco después en primer Duque de este título. Aquella misma tarde, el Marqués de Abercorn le regaló la joya a lady Abercorn, la cual la perdió en varias ocasiones debido a que no la quiso taladrar, aunque tuvo la fortuna de recuperarla siempre. 

Un documento clarificador  

Hasta aquí la historia conocida. También se sabía, por referencias más o menos fiables, que el Rey Alfonso XIII había querido adquirir la famosa perla para regalársela a su futura esposa, la princesa Victoria de Battenberg. El interés del Monarca parecía lógico, pues se trataba de recuperar una joya histórica vinculada durante siglos a la Corona Española, pero no existían documentos que confirmasen este interés. Pues bien, en el archivo del Palacio Real de Madrid se conserva un documento, fechado el 24 de octubre de 1914,  en el que un representante de la joyería londinense R. G. Hennell & Sons da cuenta al Rey de España de que la perla «Peregrina» que ha comprado su firma a la familia Abercorn en 35.000 libras, se encontraba todavía depositada en un banco. La carta, acompañada de un interesante informe fotográfico, confirma, no sólo el interés del Monarca por la pieza sino que los joyeros ingleses ya intentaban vender la joya en aquellas fechas.
 
Duelo de «Peregrinas»

No habiéndose llegado a culminar su venta al Rey de España por las elevadas pretensiones económicas de R. G. Hennell & Sons, la «Peregrina» fue vendida al multimillonario Judge Geary, de quien, en 1917, la adquirió Henry Huntingdon. El 23 de enero de 1969, como lote número 129, la galería Parke Bernet de Nueva York subastó «una de las perlas de mayor significado histórico en el mundo» que identificaban con la «Peregrina» y que, al parecer, procedía de los Duques de Abercorn. La subasta había despertado una enorme expectación, pero la mayoría de los que pujaron se detuvieron en los 15.000 dólares. Hasta los 20.000 llegó Don Alfonso de Borbón Dampierre quien, en contra de lo que manifestó su abuela por aquellos días, estaba convencido de la autenticidad de la pieza y quería adquirirla, según declaró después de la subasta, para regalársela a Victoria Eugenia.
El actor británico Richard Burton, representado por su abogado Arron R. Frosch, la compró por 37.000 dólares, es decir, 2.590.000 pesetas de la época, y se la regaló el 27 de febrero a su entonces esposa, la actriz Elizabeth Taylor, con motivo de su trigésimo séptimo cumpleaños.

(La actriz Elizabeth Taylor luciendo la Perla Peregrina)

Al día siguiente de la subasta, el Duque de Alba, don Luis Martínez de Irujo, a la sazón Jefe de la Casa de la Reina Victoria Eugenia de España, convocó a la prensa en Lausana. El comunicado, dictado por la Soberana, explicaba que la perla vendida en Nueva York no era la auténtica «Peregrina», toda vez que ésta era propiedad de su Augusta Señora, quien la había recibido de Alfonso XIII con motivo de su boda. La rueda de prensa se completó con la exhibición de la joya. 

 (La Reina Vicroria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, afirmó tener a la auténtica Peregrina)
  
La perla exhibida por el Duque de Alba será la misma que Doña Victoria Eugenia legará en su testamento a su hijo Don Juan, Conde de Barcelona, y que en 1977, con motivo de la renuncia de sus derechos dinásticos, éste transmitirá a su hijo Don Juan Carlos. Desde entonces, Doña Sofía la ha lucido en múltiples ocasiones.

(La Peregrina que regresó a la Corona Española no ha sido nunca taladrada)

Esta perla, que el Rey Alfonso XIII regaló a Doña Victoria Eugenia con motivo de sus esponsales, colgando de un broche en forma de lazo de brillantes, pesaba 218, 75 gramos y su colgante se remodeló pocos años después para adaptarlo tanto a un collar de perlas de la Reina como a otro broche de forma circular con brillantes.

 (La Reina Sofía con la perla Peregrina)

En cuanto a la supuestamente auténtica Peregrina de la actriz E. Taylor  la incorporó un collar de rubíes y diamantes, al parecer de diseño renacentista, diseñado por la prestigiosa joyería Cartier de París. Este aderezo hizo de la Peregrina, todavía más si cabe, una pieza de valor incalculable. La luciría en la película A Little Night Music en el año 1977.

Actualmente Liz Taylor sigue siendo la propietaria de una de las Perlas Peregrinas, si bien no sin incidencias. Se suele contar un chocante suceso: un caniche de la actriz mordisqueó la gema. Este dato, en apariencia inverosímil, es confirmado por un libro de memorias de la propia Taylor: My Love Affair With Jewels (Mi historia de amor con las joyas).

Según relató, estando alojada con Richard Burton en el hotel Caesar’s Palace de Las Vegas, la perla se desprendió de su engarce y cayó en una tupida alfombra de la habitación. Como Liz no la veía, se descalzó y caminó por la alfombra, con la esperanza de palpar la perla con sus pies. Pero un caniche se le había adelantado; tenía la perla en la boca, y Liz se la tuvo que arrebatar con cuidado.


Otra teoría :

Afirma que muchas personas identifican erróneamente la popular Peregrina que adorna, de vez en cuando, el escote de la actriz Elizabeth Taylor, con la original que es otra perla, fantástica, pero distinta. De nombre la Peregrina, como la primera, también perteneciente a la corona de España, aunque de procedencia borgoñona y heredada por doña Juana la Loca y que Richard Burton adquirió en la subasta de las joyas del príncipe Félix Ioussoupov (el que dio muerte a Rasputín).

Se dice también que se subastó junto al resto de las joyas que reposan en el joyero de la actriz para recaudar fondos a favor de la lucha contra el SIDA. El parecido de las dos perlas, su origen y el nombre, dieron lugar a esta confusión.

Curiosidades :

Una curiosidad más: su apodo «Peregrina» no se debe a su historial viajero, sino a su peculiar forma. En siglos anteriores, el adjetivo «peregrino» significaba «raro, caprichoso, especial». Esta perla fue también llamada «La sola», «La margarita»…

Actualmente las perlas no tienen tanto valor monetario como en épocas pasadas, principalmente debido a que la mayoría de ellas son cultivadas, lo que las ha devaluado por aumento en la oferta. De allí que numerosas parábolas y dichos que nos han llegado al presente referentes al proverbial valor de las perlas no tengan la misma resonancia y valor semántico hoy en día.

Fuente : Fernado Rayón, José Luis Sanpedro «Las joyas de las reinas de España» (Ed. Planeta) 
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