La moda en el Siglo XVII no era algo banal, se convirtió en una obsesión para una sociedad que ante todo valoraba la apariencia. Ya en nuestra novela El Lazarillo de Tormes hay un pasaje donde se describe perfectamente esta circunstancia, el amo del lazarillo, un hidalgo venido a menos, que cada mañana repetía el mismo ritual a pesar de no tener apenas qué comer y mucho menos con qué pagar a su criado, y que a pesar de todo nunca salía a la calle si no era vestido con toda la elegancia que podía aparentar :
"con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con él y con la cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre el hombro y a veces so el brazo, y poniendo la mano derecha en el costado, salió por la puerta (...) Y súbese por la calle arriba con tan gentil semblante y continente, que quien no le conociera pensara ser muy cercano pariente al conde de Arcos, o a lo menos camarero que le daba de vestir"
"!Grandes secretos son, Señor, los que vos hacéis y las gentes ignoran! ¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo y quien pensará que aquel gentil hombre se paso ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno"
Este ejemplo ilustra una circunstancia habitual en la España del Siglo de Oro, donde el vestido no era algo utilitario o funcional, ya que expresaba muchas veces la condición social de quien lo vestía, todo el mundo prestaba especial atención a esta circunstancia pues lo que realmente importaba era lo que uno aparentaba, no lo que se era realmente.
Si camináramos por aquellas calles de la España del XVII podríamos identificar la clase social o incluso la profesión de cada individuo de acuerdo con su vestimenta. Por ejemplo los médicos lucían ostentosamente una sortija en el dedo pulgar y llevaban el ropaje universitario y la capa. Un juez solía llevar una larga vestidura de paño con vueltas de velludillo (algo similar al terciopelo), llamada garnacha, y se cubría con un birrete.
"con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con él y con la cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre el hombro y a veces so el brazo, y poniendo la mano derecha en el costado, salió por la puerta (...) Y súbese por la calle arriba con tan gentil semblante y continente, que quien no le conociera pensara ser muy cercano pariente al conde de Arcos, o a lo menos camarero que le daba de vestir"
"!Grandes secretos son, Señor, los que vos hacéis y las gentes ignoran! ¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo y quien pensará que aquel gentil hombre se paso ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro trujo un día y una noche en el arca de su seno"
Este ejemplo ilustra una circunstancia habitual en la España del Siglo de Oro, donde el vestido no era algo utilitario o funcional, ya que expresaba muchas veces la condición social de quien lo vestía, todo el mundo prestaba especial atención a esta circunstancia pues lo que realmente importaba era lo que uno aparentaba, no lo que se era realmente.
Si camináramos por aquellas calles de la España del XVII podríamos identificar la clase social o incluso la profesión de cada individuo de acuerdo con su vestimenta. Por ejemplo los médicos lucían ostentosamente una sortija en el dedo pulgar y llevaban el ropaje universitario y la capa. Un juez solía llevar una larga vestidura de paño con vueltas de velludillo (algo similar al terciopelo), llamada garnacha, y se cubría con un birrete.
Los soldados, aunque carecían de un uniforme oficial, se distinguían por sus bigotazos, sus espadas, puñales o pistolas y sus sombreros emplumados.
(El socorro de Génova por el marqués de Santa Cruz (detalle) Conmemora una de las primeras victorias de Felipe IV. En 1625, la república de Génova, tradicionalmente aliada de España, fue ocupada por las tropas francesas del duque de Saboya, que sometieron a la ciudad a un duro asedio. La escuadra española, comandada por el general don Álvaro de Bazán, segundo marqués de Santa Cruz, liberó la plaza y devolvió a Génova su soberanía. Vemos aquí algunos ejemplos de vestimenta de un oficial, con los típicos mostachos, el sombrero emplumado, espada y la cruz de una orden militar en el pecho, podemos distinguir la verde de Calatrava y la roja de Santiago. Merece la pena pinchar sobre la imagen para verla en detalle)
El problema se presentaba cuando alguien se vestía como no le correspondía, imitando la moda de las clases superiores. Tirso de Molina, en una de sus obras de teatro, hablaba de que hasta un simple zapatero en vez de vestirse con cordobán (tejido basto de piel de cabra curtida) llevara ropa de gorgorán, es decir, de seda, o que una mulata se vistiera con paño fino de Sevilla. Para él, todo aquello era señal de la decadencia del país.
El gusto por el lucimiento llevó a cambios constantes en la forma de vestir. Esto era palpable sobre todo en la corte de Madrid, capital de la monarquía y del imperio, donde nobles y damas de la corte inventaban constantemente nuevas modas en la indumentaria que rapidamente alcanzaban gran difusión.
A comienzos del siglo XVII, el traje nacional, sobrio y de color negro que tantas veces lució el rey Felipe II en sus retratos dio paso a una moda completamente diferente ya durante el reinado de Felipe III, su sucesor, dando paso a los colores brillantes y a prendas de gran lucimiento.
El problema se presentaba cuando alguien se vestía como no le correspondía, imitando la moda de las clases superiores. Tirso de Molina, en una de sus obras de teatro, hablaba de que hasta un simple zapatero en vez de vestirse con cordobán (tejido basto de piel de cabra curtida) llevara ropa de gorgorán, es decir, de seda, o que una mulata se vistiera con paño fino de Sevilla. Para él, todo aquello era señal de la decadencia del país.
El gusto por el lucimiento llevó a cambios constantes en la forma de vestir. Esto era palpable sobre todo en la corte de Madrid, capital de la monarquía y del imperio, donde nobles y damas de la corte inventaban constantemente nuevas modas en la indumentaria que rapidamente alcanzaban gran difusión.
A comienzos del siglo XVII, el traje nacional, sobrio y de color negro que tantas veces lució el rey Felipe II en sus retratos dio paso a una moda completamente diferente ya durante el reinado de Felipe III, su sucesor, dando paso a los colores brillantes y a prendas de gran lucimiento.
(Felipe III y Felipe IV vemos claramente el regreso hacia la sobriedad en la vestimenta)
Con la llegada al trono de Felipe IV los colores de nuevo se apagaron y se volvió al negro. En 1623 se prohibió incluso el huso de la llamada lechuguilla (cuello exagerado en forma de gran abanico) para dar paso a la valona, cuello grande y plano que caía sobre los hombros.
(1557 el príncipe Don Carlos a la izquierda con cuello de lechuguilla del XVI, retratado por Sánchez Coello. A la derecha Felipe IV con una valona masculina, por diego Velázquez en 1632)
Ya durante el reinado de Carlos II, la moda española comienza a verse influida por la francesa y poco a poco se va consolidando el estilo de vestir francés, en unos años en que la monarquía absoluta de Luis XIV, el Rey Sol, goza del máximo prestigio en toda Europa. La moda francesa se caracterizaba por unas líneas más simples que contrastaban con la abundancia de hermosos adornos y telas estampadas.
La indumentaria femenina también sufre estos cambios, tiende a liberarse de la incomodidad impuesta por la moda anterior, desapareciendo así las anchas faldas sostenidas por el llamado guardainfante (armazón interior que las ahuecaba) y se reemplaza por el llamado tontillo que era una especie de faldellín o guardapiés que usaban las mujeres con aros de ballena o de otra materia puesta a trechos para que ahuecase el resto de la ropa. Se popularizó en España en la segunda mitad del siglo XVII bajo el reinado de Carlos II. El escote también se amplía y deja al descubierto el cuello e incluso los hombros. Se libera la melena y cae en trenzas o tirabuzones sobre la espalda.
(Velázquez retrató a la infanta María Teresa con guardainfante. Se realizaba con alambres y con cintas.Utilizado en la cintura por las mujeres españolas de los siglos XVI y XVII. Sobre el mismo, se vestía la basquiña. El guardainfante se denominaba así porque permitía ocultar los embarazos)
(María Luisa de Parma con tontillo (Goya, 1789). Aunque no pertenece a la España del Siglo de Oro, sí nos sirve para mostrar un ejemplo de Tontillo. Su uso se extendió hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Las mujeres llevaban el tontillo junto con el jubón y la basquiña una falda exterior con pliegues en las caderas. Se situaba debajo de la misma y sobre un buen número de enaguas)
El pie femenino es, en la España del Siglo de Oro, el último reducto a ceder por la dama ante el galanteo del caballero. Gustan los pies pequeños y gráciles, que se ocultan en chapines, una especie de chanclas muy elevadas con suela de madera y forradas de cordobán. Su misión era doble: ocultaban el pie en su interior y protegían a los zapatos del barro y la suciedad de la calle.
En el traje masculino destacará posteriormente la casaca cuyas bocamangas se adornarán con lujosas vueltas y encajes. En el cuello de los hombres, la golilla cede su puesto al pañuelo y la corbata, que conjunta mejor con el alargamiento de la melena y el uso de la peluca.
(Retrato de Felipe V, por Jean Ranc (1723). Vemos los encajes en los puños, la peluca y el pañuelo en el cuello. Los Borbones cambiaron definitivamente la moda de la corte de Madrid introduciendo definitivamente la moda francesa)
(Continuará...)
Fuentes :
» de Sousa, Francisco : “Introducción a la historia de la indumentaria en España”. Itsmo, Madrid, 2007.
» Dos Guimaraes, Isabel y García, Máximo: "Portas adentro: comer, vestir y habitar en la Península Ibérica". Universidad de Valladolid, 2011.
» Ruis Ortiz, María : "Vestirse a la moda en la España del Siglo de Oro". National Geographic.
» de Sousa, Francisco : “Introducción a la historia de la indumentaria en España”. Itsmo, Madrid, 2007.
» Dos Guimaraes, Isabel y García, Máximo: "Portas adentro: comer, vestir y habitar en la Península Ibérica". Universidad de Valladolid, 2011.
» Ruis Ortiz, María : "Vestirse a la moda en la España del Siglo de Oro". National Geographic.