Ser miembro de la Orden de Santiago formaba parte de las aspiraciones más codiciadas por los hombres del siglo XVII por lo que el ingreso en esta Orden tan elitista no era precisamente un camino sencillo.
En efecto, los hábitos de las Órdenes Militares, repartidos durante los ss. XVI y XVII entre todas las elites, acabarían constituyendo la principal forma de reconocimiento de nobleza, de ahí la estima que alcanzaron. Pero bien es verdad que si el título intentó ser la insignia distintiva de un grupo muy restrictivo y homogéneo de vieja nobleza, acabaría por reconocer, sin proponérselo, otro mucho más amplio y heterogéneo compuesto por la vieja sangre -Alcántara-, la riqueza nueva -Santiago- y las carreras políticas -Calatrava-.
En sus comienzos, el ingreso no era especialmente dificultoso, pero a partir de mediados del siglo XIII cada vez fue más complicado. Una vez finalizada la Reconquista, el pretendiente que deseara ingresar en la Orden de Santiago debía probar en sus cuatro primeros apellidos ser hidalgo (o hijodalgo) de sangre a fuero de España y no hidalgo de privilegio, cuya prueba debía de referirse asimismo a su padre, madre, abuelos y abuelas. Además debía probar, de la misma manera, que ni él ni sus padres ni sus abuelos habían ejercido trabajos manuales ni industriales.
Tampoco podían obtener el hábito de la Orden aquellas personas que tuvieran mezcla de judío, musulmán, hereje, converso ni villano, por remoto que fuera, ni el que hubiera sido o descendiera de penitenciado, por actos contra la fe católica, ni el que hubiera sido él o sus padres o abuelos procuradores, prestamistas, escribanos públicos, mercaderes al por menor, o hubieran tenido oficios por los que hubieran vivido o vivieran de su esfuerzo manual, ni el que hubiera sido infamado, ni el que hubiera faltado a las leyes del honor o ejecutado cualquier acto impropio de un perfecto caballero, ni el que careciera de medios decorosos con los que atender a su subsistencia.
El aspirante tenía que pasar después a servir tres meses en las galeras y residir un mes en el monasterio para aprender la Regla. Posteriormente el Rey y el Consejo de las órdenes abolieron cierta cantidad de estos requisitos.
Muy conocido es el juicio al que tuvo que someterse Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, donde tuvieron que testificar amigos suyos, como Francisco de Zurbarán, para dar fe de que sus raíces limpias eran ciertas y que su arte no se veía motivado por la obtención de ganancias económicas de forma manual que enturbiasen su forma de vida, sino que tenía un carácter intelectual.
(Felipe IV lo convirtió en caballero de Santiago. En julio de 1658 el pintor presentó su genealogía. El 26 de Febrero de 1659 los jueces del caso rechazaron la solicitud a pesar de conocer el interés del rey, por lo que éste no tuvo más remedio que solicitar dispensa del Papa Alejandro VII. Éste la concedió y por fin el 7 de octubre de 1659 Velázquez quedó confirmado como caballero)
Francisco de Quevedo también fue miembro de la Orden. Su ingreso se hizo oficial el 29 de diciembre de 1617 y fue firmado por Alonso Núñez de Valdivia, secretario de cámara del rey Felipe III, tras presentar y verificar su genealogía.
(El extraordinario literato Francisco de Quevedo se hizo unas espuelas de oro para celebrar su nombramiento como Caballero de la Orden de Santiago)
Organización:
La subdivisión interna más importante de las órdenes militares eran las llamadas encomiendas, que eran unidades de carácter local dirigidas por un comendador. La encomienda podía tener la sede o residencia del comendador en un castillo o fortaleza o en palacio en una villa y era un centro administrativo o económico en el que se cobraban y percibían las rentas atribuidas a esa encomienda.
Cada encomienda debía sostener con sus rentas no sólo al comendador y a los otros caballeros residentes en ella, sino que también debían pagar y armar a un determinado número de lanzas, que debían acudir a los llamamientos de su Maestre perfectamente equipados para tomar parte en aquellas acciones militares que quisiera emprender.
En lo religioso se organizaban por conventos, existiendo un convento mayor, que constituía la sede de la orden. En el caso de la orden de Santiago estuvo radicado en Uclés.
Con ser importante el papel militar jugado por las órdenes militares, no lo fue menos su papel repoblador, económico y social. Porque no bastaba con arrebatar territorios al enemigo si éstos no se poblaban suficientemente como para ocuparlos y explotarlos, facilitando así su defensa. Para atraer pobladores a las tierras adquiridas, utilizaron métodos similares a los usados por otras instituciones. Uno de ellos consistía en otorgar fueros a las villas de su jurisdicción que las hicieran atractivas a gentes del norte y que llegaran a repoblar.
A imitación de las órdenes internacionales, las españolas adoptaron su organización. El Maestre fue la máxima autoridad de la orden, con un poder casi absoluto, tanto en lo militar, como en lo político o en lo religioso.
Era elegido por el consejo, compuesto por trece frailes, de donde les viene a sus componentes el nombre de «Treces». El cargo de maestre es vitalicio y a su muerte los Trece, convocados por el prior mayor de la orden, eligen al nuevo. Cabe la destitución del maestre por incapacidad o por conducta perniciosa para la orden. Para llevarla a cabo se necesita el acuerdo de sus órganos superiores: consejo de los trece, «prior mayor» y «convento mayor».
Curiosidades y cuestiones finales:
» En el monasterio de Uclés se guardaba el sello de la Orden y el pendón llamado santo por haber sido bendecido en 1175 por el papa Alejandro. Allí se fue formando el Archivo General de la Orden, a base de documentos relativos a su organización, a sus establecimientos y a sus ordenanzas, a su administración y a sus disposiciones generales. Tal volumen adquirió esta documentación que para su custodia se creó la llamada Encomienda de la Cámara. Se conserva hoy íntegro este fondo documental en el Archivo Histórico Nacional, Sección de Ordenes Militares, desde 1872.
» La Orden tenía un inmenso poder, se podía ir desde Uclés a Portugal sin pisar fuera de los territorios controlados por los caballeros. El Maestre de la Orden llegó a obtener una renta anual de 64.000 florines de oro.
» Aunque Santiago de Compostela, en Galicia, es el centro de la devoción a este apóstol, no es ni la cuna ni la principal sede de la Orden. Dos ciudades lucharon por tener el honor de ser la sede, León, en el reino de ese nombre, y Uclés en el antiguo reino de Castilla.
» La Orden en tiempos del maestre santiaguista Martín Peláez se hermanó con la de Calatrava y su Maestre Gonzalo Ioanes y se juraron socorro y ayuda mutua en momentos difíciles:
'favor en todas las cosas y ayuda a buena fe'.
Algunos años después, el maestre de Santiago Gonzalo Rodríguez y el de Alcántara, Benito Suárez, firmaban otra Carta de Hermandad en términos muy semejantes.
» Las Órdenes modificarían su sentido con el paso del tiempo. A partir de las primeras décadas del s. XVI, dejarían las armas y reorientarían su acción hacia el ámbito del espíritu. Desde entonces, y al menos durante el período confesional, se mantuvieron como una caballería espiritual.
(La I República suprimió la Orden en 1873 y, aunque en la Restauración fue nuevamente restablecida, quedó reducida a un instituto nobiliario de carácter honorífico regido por un Consejo Superior dependiente del Ministerio de la Guerra, que quedó a su vez extinguido tras la proclamación de la II República en 1931. Hubo una persecución religiosa en la Segunda República y sufrieron martirio una buena parte de los caballeros pertenecientes a alguna de las órdenes existentes.
La Orden de Santiago, junto con las de Calatrava, Alcántara y Montesa, fue reinstaurada como una asociación civil en el reinado de Juan Carlos I con el carácter de organización nobiliaria honorífica y religiosa y como tal permanece en la actualidad.
Todos los Reyes de España son los Maestres de las 4 grandes órdenes militares, en este caso vemos un retrato del Rey Alfonso XIII con el hábito y las 4 cruces de Gran Maestre)
» El capitulo décimo de los Estatutos de la Orden, dice así:
"Agora, caballeros de Cristo, despertad y alcanzad de vosotros las obras de las tinieblas y vestíos de las armas de la luz, porque el enemigo, vuestro antiguo adversario, no vos pueda engañar, el cual anda alrededor buscando a quien haga pecar, y se esfuerza en muchas maneras para vos retraer de la carrera de la justicia y de las senda derecha de la verdad. Nunca desistáis de la defesion de vuestros fieles y prójimos y de la Madre Iglesia. Ninguna cosa hay tan gloriosa ni agradable a Dios que, por defesión y conservación de su ley, escoger fenecer su vida por cuchillo, o fuego, o agua, o captividad, o por otros cualesquiera peligros que pueden acontecer. Y así, freiles bien amados, vos conviene por muchas tribulaciones entrar en el reino de Dios y alcanzar aquella bienventura que prometió a los que le aman, la cual ni ojo vivo, ni oreja oyó, ni corazón de hombre pudo pensar ni saber. De donde se sigue que si alguno enflaqueciera su cuerpo por poco comer o por grandes ayunos y las fuerzas suyas le desfallecieran para la defesión de la ley de Dios y de los prójimos, sepan que hizo muy mal, y será culpado de juicio ante Dios. Que para sufrir los grandes trabajos continuos, nos muestra la Sagrada Escritura ejemplo de Elías, que el Angel vino a él y le puso debajo de la cabeza pan cocido sobre la ceniza y le dijo: Levántate y come, que gran camino has de andar. Y Nuestro Señor en el Evangelio hubo misericordia de las campanas que vinieron a él, y no los quiso enviar ayunos a casa porque no enflaqueciesen y desfalleciesen en el camino".
» Especial importancia tuvieron los hábitos de las órdenes en la recaudación de fondos para la Monarquía. El Conde-Duque de Olivares revela muy bien su valor a Felipe IV:
'...Si V.M. quiere honrar no tiene con que si no ennoblece con un habito porque nadie quiere otro premio sino honra, ni nadie es considerado mientras no tiene un habito y a V.M. no le engrandece tanto muchos millones como poder repartir gran cantidad de su honra'.
Fin.
fuentes :
« Seminario Internacional para el estudio de las Órdenes Militares», c.s.i.c., Madrid 2002
« Derek W. Lomax, "La Orden de Santiago (1170-1275)", C.S.I.C., Madrid 1965
« Web del Monasterio de Uclés http://www.monasteriodeucles.com
« Heraldaria.com : http://www.heraldaria.com/santiago.php
« Mariana, Juan de,"Historia general de España"
« Nuevo Portal : http://www.nuevoportal.com/andando/santiago.html
« Martínez Lamela, José Félix, "Algunos antecedentes y anécdotas de las órdenes de caballería españolas", Instituto Genealógico Heráldico de Rosario, Rosario, 1994.