En ocasiones, practicando otra de mis aficiones, como es viajar en moto, me he encontrado con lugares poco conocidos, casi olvidados, pero llenos de encanto. Quisiera hablaros en esta ocasión de uno de estos lugares, que no suelen figurar en los libros de historia, pero que también tienen su importancia.
Si bien ahora aparecen apartados o incluso olvidados, siendo a veces los últimos testigos de alguna población desaparecida, también se merecen su lugar en la historia de España pues aún hoy en día nos muestran sorpresas que sin duda dejarían a más de un visitante boquiabierto. Mudos testigos del paso de los siglos, han conseguido perdurar hasta nuestros días de forma muchas veces milagrosa gracias a restauraciones más o menos afortunadas.
Una de estas joyas perdidas por nuestra geografía, la encontramos en un pequeño pueblo llamado Labros, allá en el norte de Guadalajara, en el Señorío de Molina. Es uno de esos pueblos que antaño tenían todas sus casas habitadas, pero que poco a poco sus hijos fueron emigrando hacia las capitales buscando mejor fortuna y nuevas oportunidades. Ahora, supongo, se llenará en verano con los que regresan a pasar unos días de vacaciones en casa de sus padres y sus abuelos. El resto del año sus calles, casi sienmpre desiertas, tendrán a los jubilados como habitantes habituales.
(Torre de la iglesia de Santiago Apóstol de Labros)
Su solitaria iglesia, que desde lo alto domina los campos de cultivo, estuvo desmoronada muchos años, afortunadamente el esfuerzo de los vecinos de nuevo ha levantado, conservando una joya del arte románico que ha sobrevivido hasta hoy para mostrar al viajero un estilo que adornó muchos de nuestros templos hace ya mil años.
Antonio Herrera Casado y José Serrano Belinchón, describen magistralmente este pequeño rincón de España en su obra "Guadalajara pueblo a pueblo":
"Calles en cuesta, rinconcillos pintorescos de antiquísimo sabor que invitan a soñar en rondas nocturnas, cuando los pueblos gozaban de salud y había manos hábiles para templar el laúd y gargantas afinadas y potentes que cantaban jotas, porque hasta aquí, amigo lector, llegaban los efectos costumbristas del vecino reino de Aragón. Calle de San Isidro, de la Fuente, de San Roque. Por encima de la calle de San Roque hay unas peñas sobre las que se apoya la barbacana. La portada románica de la iglesia restalla al sol con sus piedras repujadas. Uno siente pasión al mirarlas. En un intento inútil de arrancarlas de allí y llevarlas consigo, uno se entretiene en sacarles fotografías. Seguro que son las fotografías número diez o veinte que uno posee de los trenzados y de los relieves de la iglesia de Labros. Dentro, tras los muros ruinosos, malamente se sostiene todavía en pie el muro frontal del ábside, y por la bóveda de cobertura nada mejor que el azul inmenso de los cielos, en esta mañana pintada de nubes."
Al borde de la plaza, en donde aún parece latir el corazón del pueblo, se conserva, entre el pairón (1) de San Isidro y el juego de pelota, una placa de vistosa azulejería talaverana en la que se puede leer:
Antonio Herrera Casado y José Serrano Belinchón, describen magistralmente este pequeño rincón de España en su obra "Guadalajara pueblo a pueblo":
"Calles en cuesta, rinconcillos pintorescos de antiquísimo sabor que invitan a soñar en rondas nocturnas, cuando los pueblos gozaban de salud y había manos hábiles para templar el laúd y gargantas afinadas y potentes que cantaban jotas, porque hasta aquí, amigo lector, llegaban los efectos costumbristas del vecino reino de Aragón. Calle de San Isidro, de la Fuente, de San Roque. Por encima de la calle de San Roque hay unas peñas sobre las que se apoya la barbacana. La portada románica de la iglesia restalla al sol con sus piedras repujadas. Uno siente pasión al mirarlas. En un intento inútil de arrancarlas de allí y llevarlas consigo, uno se entretiene en sacarles fotografías. Seguro que son las fotografías número diez o veinte que uno posee de los trenzados y de los relieves de la iglesia de Labros. Dentro, tras los muros ruinosos, malamente se sostiene todavía en pie el muro frontal del ábside, y por la bóveda de cobertura nada mejor que el azul inmenso de los cielos, en esta mañana pintada de nubes."
Al borde de la plaza, en donde aún parece latir el corazón del pueblo, se conserva, entre el pairón (1) de San Isidro y el juego de pelota, una placa de vistosa azulejería talaverana en la que se puede leer:
"A Labros, cuna de Lorenzo Cetina (1644), gaitero de por vida a cambio de 12 reales de plata. Y a todos los dulzaineros que han llevado el júbilo por los confines de esta tierra. La Escuela de Folclore de la Diputación de Guadalajara".
En nuestra humilde aportación desde este blog, vamos a hablar de aquella iglesia, que hoy en día aparece felizmente restaurada, dedicada a Santiago Apóstol y en la que podemos contemplar unos bien conservados restos de románico rural como son algunos de sus muros y especialmente su portada adornada de hermosos capiteles donde se representan historias bíblicas y dibujos de inspiración musulmana.
(Actual Portada de la iglesia de Labros, restaurada recientemente)
Parece ser que hace unos años no quedaba mucho más que una montaña de escombros y que apenas se mantenía en pie la primitiva puerta románica del templo. Ahora, la iglesia restaurada se levanta de nuevo tras siglos de abandono y guarda su joya principal, su portada y capiteles, sus arquivoltas y su cenefa jaquelada, del siglo XII o comienzos del XIII., bajo una especie de porche que los protege de las inclemencias y resguarda al visitante.
(Antigua Portada antes de la restauración)
Los cuatro capiteles se apoyan en unas sencillas columnas lisas.
El primero, empezando por la izquierda, está bastante desgastado por el paso de los siglos y puede dar lugar a diversas interpretaciones. Quizás el artista medieval quiso representar a un personaje vestido con ropa talar, signo de jerarquía, cabalgando sobre un monstruoso animal que parece ser un ave de grandes dimensiones, o quizás es el bíblico Sansón agarrando la mandíbula del león antes de matarlo. Esta es mi interpretación, pero seguramente cada viajero haga la suya, ese es precisamente el encanto de estos capiteles que sin decir qué representan claramente, dicen muchas cosas y dan lugar a numerosas teorías...
(Capiteles del lado izquierdo)
A su lado encontramos un capitel completamente ornamentado con motivos geométricos entrelazados de inspiración claramente islámica, motivos intrincados que los árabes empleaban en sus mezquitas de forma magistral y que en esta iglesia se encuentran representados de forma rudimentaria pero en muy buen estado de conservación.
El tercer capìtel representa unas aves con cabeza humana, muy bien conservadas. Estos monstruos son desconcertantes para quienes quieren ver una tipología clara en las figuras, seguramente son arpías, pájaros de mal agüero, mujeres-pájaro que entraban en los aposentos y producían daños a sus habitantes e incluso se llevaban a los infantes de sus cunas. También pueden ser almas-pájaro que no han terminado de romper sus ataduras en este mundo y por ello no alcanzan la perfección. También se asocia a las arpías con los vicios mundanos... en fin, son teorías que se me ocurren, pero que cada uno saque sus propias conjeturas.
(Capiteles del lado derecho, puedes pinchar sobre la foto para verla en detalle)
Por fin el cuarto capitel, también de difícil interpretación, muestra a dos animales en una complicada postura, o bien, como dicen otras fuentes, se trata de un anciano de alto gorro y poblada barba, revestido de ropajes ampulosos, acosado por monos o perros junto con una sierpe que se le suben a la espalda, como tratando de herirle o incitándole a pecar. Lamentablemente no podemos disfrutar ya de este último capitel que fue arrancado sin piedad y robado de su emplazamiento, grán pérdida para todos. Lo que el viajero puede ver ahora es un capitel completamente liso.
(Capitel que fue robado hace unos años)
Frecuentemente en la escultura románica, encontramos personajes o animales en escorzos imposibles, y con perspectivas absurdas, sin embargo estos factores no le restan a la obra ni un ápice de belleza. Desconozco el significado exacto de estas figuras, pero dejo aquí la cita de Santiago Sebastián López de su obra "Iconografía Medieval"
"La Edad Media parece haber pensado con pasión que todo pudiera ser símbolo, pero -cuidado- hay que estudiar estos símbolos en sus fuentes y en sus textos, pues existe el peligro de deformar con la mejor buena fe su verdadera significación" (2)
Por tanto me quedo con la duda frente a estas figuras que, de poder hacerlo, seguramente se reirían una vez más al ver la cara pensativa de otro visitante que trata de descubrir su auténtico significado.
Del resto de la iglesia, poco se puede decir, no queda mucho de la original románica, pero al menos ya no es una ruina. La torre de la iglesia aún conserva alguna rústica gárgola con forma de león rematando las esquinas. También vemos un reloj de sol grabado en piedra de la torre, y un escudo con la fecha de 1548 tallado en una esquina.
(Detalle de la torre con un escudo y una fecha)
No pude visitar su interior, que estaba cerrado a cal y canto, pero por lo que he podido descubrir por internet, dentro hubo un retablo hasta el 1500, luego se cambió por otro nuevo dedicado a Santiago Apóstol, patrón de la parroquia. En él se veían varias pinturas sobre tablas y en el centro una talla del apóstol, todo ello de estilo gótico de tradición aragonesa. También he leído que hace pocos años todo cuanto de arte encerraba la iglesia fue vendido y en un furgón llevado del pueblo.
Algunas de las fotografías con las que acompaño la entrada se hicieron durante una de mis rutas este verano, espero que sean de vuestro agrado. Si alguna vez pasáis cerca de este pequeño pueblo, no dudéis en visitarlo, merece la pena.
Notas :
(1) Los pairones son enseñas de piedra dedicadas a algún santo, Labros tiene o tenía 5 dedicados a San Vicente, a Santa Bárbara, a San Juan, a las Angustias, y a la Virgen de Jaraba)
(2) Sebastián López, Santiago, "Iconografía medieval" Etor, San Sebastián, 1988.
Fotos : Pedro de Mingo.