La República y la guerra civil de 1936 plantearon en toda su crudeza “el problema de España”, el debate entre los españoles respecto a la ideología que debía presidir su actuación en tanto en cuanto españoles. La derrota de la “España roja” forzó al exilio a multitud de intelectuales, muchos de ellos herederos del regeneracionismo español de la segunda mitad del siglo XIX.
(El 18 de julio de 1936 estalla la rebelión militar contra la República que marcó el inicio de una sangrienta guerra civil que dejó tras de sí un doloroso estado de represión y tristeza. El final de la guerra civil supuso la consolidación del franquismo en el poder hasta la muerte del general en 1975 y señala el inicio de la conflagración internacional que será la Segunda Guerra Mundial)
Los perdedores de la guerra dejaron sentir su visión de España en la “poesía del éxodo y el llanto”. El dolor se refleja desde la añoranza melancólica de poetas como Rafael Alberti o Luis Cernuda a la violenta requisitoria de León Felipe, que compuso una elegía titulada "El hacha", convirtiendo el hacha en la divisa hispánica que corta cuerpos y sueños, que todo lo convierte en polvo. El conflicto de la guerra civil entre las dos Españas lo había reflejado bien Antonio Machado:
Ya hay un español que quierevivir y a vivir empieza
entre una España que muere
y la otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Los ganadores de la guerra civil se sintieron monopolizadores de las esencias patrias, condenando a los derrotados a convertirse en la representación de una presunta anti-España estigmatizada, con todos los atributos más peyorativos: judíos, masones, comunistas…
(Equipo Crónica se apartó del arte informal para cultivar una pintura figurativa dentro de la tendencia Pop art. Analizaba críticamente la situación política de España y la historia del arte. Se inspiró en obras clásicas como el Guernica de Picasso o Las meninas de Velázquez. El Equipo Crónica (Rafael Solbes y Manuel Valdés) ha representado en la pintura española de los setenta y ochenta la magistral superposición de los fantasmas históricos de nuestro pasado con el presente industrial y cibernético)
En 1948, Laín Entralgo escribió su obra: "El problema de España" donde planteaba las angustias por la situación española en plena autarquía y aislamiento internacional de nuestro país.
Esta obra fue contestada por Calvo Serer con su "España sin problema", manifiesto triunfalista, testimonio de que España nada tenía que cuestionarse respecto a su historia ni debía preocuparse por el rechazo exterior. Los historiadores pronto se sumaron al debate de la significación de España. En este sentido las dos interpretaciones clásicas son las de Américo de Castro y Sánchez Albornoz. El primero, autor de "La realidad histórica de España", planteó una visión histórica en la que cristianos, moros y judíos habían sido protagonistas fundamentales. El segundo, autor de "España, un enigma histórico", consideraba a moros y judíos como simples barnizadores de la cultura cristiana.
Los años cuarenta contemplaron el gran auge de una historiografía ciertamente nacionalista. Los historiadores se centraron obsesivamente en los siglos XVI y XVII en cuanto tenían de preservación de los “males” europeos y fidelidad a las esencias hispánicas. Se exaltó el Imperio, se volvió a la religiosidad contrarreformista, se apeló al recuerdo de los Reyes Católicos, en especial Isabel, y se ensalzó la Hispanidad como proyección universal de la patria.
En los años cincuenta el fin del aislamiento internacional, el relevo de generaciones, la aceleración de determinados cambios (entrada de España en la ONU, alteraciones universitarias de 1956) se reflejó en la actitud de los historiadores: tendencia a proyectarse hacia el antes prohibido siglo XIX, interés por las minorías marginadas y replanteamiento del enfoque de la crisis del siglo XVII cuyo análisis pone de relieve el cerrojo hispánico respecto a Europa y, en consecuencia, el desenganche europeo de la monarquía española.
Los años sesenta contemplaron el auge del desarrollismo y una tímida liberalización que sirvió de cobertura para los estudios sobre el siglo XVIII en los que se exaltaba el utilitarismo de los ilustrados españoles y la oportunidad perdida por los españoles de reencontrarse con Europa, oportunidad sobre todo frustada en 1808 con la guerra de la Independencia.
(Joan Miró i Ferrà ha sido uno de nuestros pintores más internacionales. Su simbología simple y directa es conocida hoy en todo el mundo y fue un embajador en el arte de una nueva imagen de España)
En las últimas décadas la historiografía española se ha insertado perfectamente en las líneas de investigación que se siguen hoy en Europa, si en un principio los historiadores españoles todavía se mostraron muy reticentes a abordar algunos temas de la historia española, posteriormente la nueva hornada de estudiosos, ya con caracter propio y desligados ya de la influencia de hispanistas extranjeros, se lanzan sin complejos al estudio objetivo de la historia de España abandonando definitivamente los fantasmas de la “España que pudo ser".
¿Leyenda Negra?
Ni leyenda, en tanto en cuanto el conjunto de opiniones negativas de España tuvieran no pocos fundamentos históricos, ni negra, dado que el tono nunca fue constante ni uniforme. Abundan los grises, pero la coloración de estas opiniones estuvo siempre determinada por los colores contrapuestos de lo que aquí hemos llamado leyenda rosa.
(Valdés Leal en el siglo XVII representó magistralmente en sus cuadros la caducidad de la vida y el fatalismo de la muerte en el contexto de la crisis de la edad barroca)
A través de estas entradas se tratado de mostrar las opiniones que el tema de España ha suscitado sin entrar de manera sistemática en la posible veracidad del contenido de las acusaciones. Creemos que no corresponde aquí profundizar sobre la certeza de los hechos ni mucho menos dedicarnos a señalar los errores cometidos por Europa para compararlos con los nuestros y hallar a los europeos más crueles e intolerantes, como tantas veces se ha hecho. Una historia de buenos y malos no tienen ninguna credibilidad.
Pese a todo, ¿quién puede sostener la infinidad de tonterías que sobre la vida de Felipe II se han escrito? Los biógrafos contemporáneos de este rey han mostrado una imagen afectiva del monarca por ejemplo a través de la edición de la correspondencia de Felipe II con sus hijos.
La derrota de la Armada Invencible ha sido reducida a sus justos límites (regresaron los dos tercios de la flota, se ha señalado la fundamental incidencia del mal tiempo…). La revuelta de los Países Bajos también se sometió a un proceso de revisión, reduciendo el papel del duque de Alba y explicando las causas económicas de los motines de los Tercios españoles. La Inquisición también ha sido privada de la importancia que se le concedía y se ha visto que tanto el número de procesados como el uso de la tortura se seguían de igual forma en los tribunales laicos.
(El duque de Alba ha sido considerado tradicionalmente el símbolo de la represión ejercida por la monarquía española en los Países Bajos. Su gobierno dejó una estela de males seculares, sobre todo por la creación del llamado “tribunal de Tumultos” que condenó a muerte a muchas personas)
Parece hoy, por otra parte, evidente que la Leyenda Negra no puede basarse en un fanático resentimiento hacia España por parte de los países extranjeros. ¿Qué razones podemos invocar actualmente para explicar la Leyenda Negra? Hay una primera explicación lógica derivada de la propia potencia del Imperio que generaría odios y envidias. La comparación con los EE.UU ha sido vista entre otros historiadores por Maltby:
“En más de un aspecto, la posición de los Estados Unidos en el siglo XX se asemeja a la de España en el siglo XVI. Blandiendo un poderío enorme en defensa de un ideal esencialmente conservador, se encuentra comjo blanco del odio y de los celos de amigos como de enemigos. Nadie que lea los periódicos podrá dudar que las naciones del mundo están compilando una nueva Leyenda Negra, ni de que los Estados Unidos han disfrutado de un poderío mundial; como España, se han permitido llevar la autocrítica hasta el extremo; y, a la postre, su destino puede ser el mismo”.
Por otra parte, el hecho de que fueran españoles muchos de los que difundieron la Leyenda Negra reforzó su creencia. Un ejemplo es la obra de Antonio Pérez que se mostró especialmente crítica contra España y su soberano Felipe II.
Todo ello explica la pervivencia de la opinión negativa sobre España. ¿Qué hacer? La peor respuesta (y más frecuente a lo largo de nuestra historia) ha sido el complejo de inferioridad, ya señalado por Ambrosiode Morales, en el siglo XVI cuando se lamentaba del rechazo que sentían los españoles por sus propias cosas “como si fueran las más viles y apocadas del universo” y que les hacía desear trajes, comidas y costumbres extranjeras.
Lamentablemente este complejo de inferioridad continúa vigente en la actualidad, aunque, sinceramente, pensamos que cada vez menos. Pero, ¿cuántas veces hemos elegido un producto extranjero por el mero hecho de serlo pensando que es de mayor calidad?
(“¡Ya somos Europa!” se decía cuando España entró a formar parte de la Unión Europea ¿Acaso no lo hemos sido siempre? ¿Acaso Europa no se ha forjado también con la influencia de España? Realmente esta exclamación aunque se refiera a un hecho político muy concreto no hacía más que demostrarnos las dudas y temores respecto a nuestra identidad)
Pensemos que el análisis histórico nos obliga a una revisión constante de los tópicos y a cierta prudencia en las generalizaciones. Revisemos las etiquetas que pesan sobre los diversos pueblos y veremos que no podemos estar de acuerdo si actuamos con rigor.
En definitiva, la historia no sirve para descalificar, aunque tampoco para legitimar gratuitamente. Pero sí nos sirve para aprender a evitar errores pasados. Lo que no es poco.
«««««« Fin de la serie »»»»»»
Fuentes :
García Cárcel, Ricardo; Mateo Bretos, Lourdes (1990). “La leyenda negra”. Madrid: Altamira.
Alvar, Alfredo (1997). “La leyenda negra”. Madrid: Akal.
Molina Martínez, Miguel (1991). “La leyenda negra”. Madrid: Nerea.
Pérez, Joseph (2009). “La leyenda negra”. Gadir.
García Cárcel, Ricardo; Mateo Bretos, Lourdes (1990). “La leyenda negra”. Madrid: Altamira.
Alvar, Alfredo (1997). “La leyenda negra”. Madrid: Akal.
Molina Martínez, Miguel (1991). “La leyenda negra”. Madrid: Nerea.
Pérez, Joseph (2009). “La leyenda negra”. Gadir.