domingo, 14 de noviembre de 2010

La Perla Peregrina, la más aventurera de las joyas de la corona de España

No es la joya más valiosa de la Colección Real Española, ni siquiera la de apariencia más brillante, pero no hay en todo el conjunto real, ni posiblemente en toda la historia de la joyería, una pieza que haya dado lugar a tanta literatura como esta perla, en forma de pera, llamada desde antiguo la «Peregrina».
 
Sus orígenes, como corresponde a toda pieza valiosa, se pierden en la nebulosa de una leyenda que comienza cuando al parecer un esclavo la encontró en el golfo de Panamá a comienzos del siglo XVI. Digna de un Rey fue entregada precisamente a Felipe II, quien se la obsequió a su esposa María Tudor de Inglaterra.

¿Llegó a ser, realmente, la Peregrina, esa perla que María I luce en sus retratos?  Lo que si podemos decir, casi con toda seguridad, es que María I tuvo un cariño especial por esta joya, pues no dudó en lucirla en prácticamente todos los retratos que se pintaron de ella, siendo ya reina. Y dado el profundo amor que profesaba a su esposo, Felipe II, no es descabellado pensar que, aquella joya, fuese un regalo del rey consorte, a su reina. Sin embargo si la fecha de compra 1579-80 fuese cierta, para entonces la reina había fallecido y su perla sería otra y si realmente fuera La Peregrina, entonces al morir María regresó a España.

(María Tudor, Reina de Inglaterra con la Perla Peregrina)

La primera referencia documentada, según cuenta el profesor Hernández Talavera, la sitúa en Sevilla en 1580, cuando llega a la capital hispalense don Diego de Tebes, Alguacil Mayor de Panamá, quien ofreció la perla a Felipe II. Según queda constancia escrita, pesaba 58 kilates y medio. Al morir el Rey Prudente, su testamentaría la describe así: 

«Una perla pinjante en forma de pera de buen color y buen agua, con un pernito de oro por remate, esmaltado de blanco, que con él pesa 71 quilates y medio (...). Compróse por el Consejo Real de las Indias de don Diego de Tebes en 9.000 ducados. Tasóse por Francisco Reynalte y Pedro Cerdeño, plateros de oro y lapidarios del Rey nuestro señor, en 8.748 ducados (...) . Tiénela la Reyna, nuestra señora...»

(Felipe III con la Perla Pregrina adornando su sombrero, pinchar para ampliar)

En un inventario del siglo XVII, vuelve a aparecer la perla formando parte de un joyel de oro labrado, de relieve, con figuras y frutas, que, con su caja, pesaba 33 castellanos y estaba valorado en 714. 650 maravedíes. Este joyel fue ostentado por diversas reinas de la dinastía austríaca y, en tiempos de Carlos II, tanto la «Peregrina» como el Estanque, se vincularon a la Corona habiendo permanecido hasta entonces como bienes libres de los monarcas.

 (Margarita de Austria, esposa de Felipe III con la perla Peregrina prendida como colgante)

Aunque Mesonero Romanos llegó a decir que se había quemado en el incendio del Alcázar de 1734, la «Peregrina», junto a otras perlas similares que figuran en los inventarios posteriores, permaneció en palacio durante los reinados de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, quienes la usaron repetidas veces.

(Isabel de Borbón, primera esposa del Rey Felipe IV con la Peregrina en su cintura)

Saqueo en Palacio

La Guerra de la Independencia provocó el saqueo de las joyas existentes en el Palacio de Madrid. Nos quedan referencias de aquel expolio gracias al exhaustivo inventario entregado al conde de Cabarrús por Juan Fulgosio, y que lleva fecha del 8 de mayo de 1808. En él se describe con gran precisión la perla así como su montura y sirve para conocer como, hasta aquel momento, no habían desaparecido joyas importantes de la colección regia. El monto total superará los 22 millones de reales. Pero, desgraciadamente, podemos asegurar que entonces la «Peregrina» salió de España. Las razones de aquella salida hay que encontrarlas en el encargo que, nada más llegar a España, ordenó el rey intruso, José I, a su mayordomía mayor para que hiciera entrega al ministro de Hacienda, conde de Cabarrús, de las joyas de la Corona Española. En un inventario, fechado en Madrid, el 30 de julio de ese mismo año, y guardado en los Archivos Nacionales Franceses, figura una relación de todas aquellas joyas en la que aparecen tanto «El Estanque» como «La Peregrina». Según este mismo documento, el propio ministro Cabarrús entregó las joyas al ayuda de Cámara de José Bonaparte, Cristóbal Chinvelli, quien las hizo llegar a Julia Clary, consorte del rey José, en París.
Pero años después de perder el trono español el matrimonio se separó y Bonaparte marchó a Estados Unidos, con una amante y con la perla.

Cuando el ex rey José volvió a Francia en los años 40, tras su estancia en Estados Unidos, mantenía aun en su poder la perla que figuraba al fallecer entre sus propiedades en 1844. Según parece, dispuso que se la hiciesen llegar a su cuñada la ex reina Hortensia de Holanda con objeto de que sirviese para sufragar las actividades políticas de su hijo, el futuro Napoleón III, quien posiblemente la vendió hacia 1848 al entonces Marqués de Abercorn, convertido poco después en primer Duque de este título. Aquella misma tarde, el Marqués de Abercorn le regaló la joya a lady Abercorn, la cual la perdió en varias ocasiones debido a que no la quiso taladrar, aunque tuvo la fortuna de recuperarla siempre. 

Un documento clarificador  

Hasta aquí la historia conocida. También se sabía, por referencias más o menos fiables, que el Rey Alfonso XIII había querido adquirir la famosa perla para regalársela a su futura esposa, la princesa Victoria de Battenberg. El interés del Monarca parecía lógico, pues se trataba de recuperar una joya histórica vinculada durante siglos a la Corona Española, pero no existían documentos que confirmasen este interés. Pues bien, en el archivo del Palacio Real de Madrid se conserva un documento, fechado el 24 de octubre de 1914,  en el que un representante de la joyería londinense R. G. Hennell & Sons da cuenta al Rey de España de que la perla «Peregrina» que ha comprado su firma a la familia Abercorn en 35.000 libras, se encontraba todavía depositada en un banco. La carta, acompañada de un interesante informe fotográfico, confirma, no sólo el interés del Monarca por la pieza sino que los joyeros ingleses ya intentaban vender la joya en aquellas fechas.
 
Duelo de «Peregrinas»

No habiéndose llegado a culminar su venta al Rey de España por las elevadas pretensiones económicas de R. G. Hennell & Sons, la «Peregrina» fue vendida al multimillonario Judge Geary, de quien, en 1917, la adquirió Henry Huntingdon. El 23 de enero de 1969, como lote número 129, la galería Parke Bernet de Nueva York subastó «una de las perlas de mayor significado histórico en el mundo» que identificaban con la «Peregrina» y que, al parecer, procedía de los Duques de Abercorn. La subasta había despertado una enorme expectación, pero la mayoría de los que pujaron se detuvieron en los 15.000 dólares. Hasta los 20.000 llegó Don Alfonso de Borbón Dampierre quien, en contra de lo que manifestó su abuela por aquellos días, estaba convencido de la autenticidad de la pieza y quería adquirirla, según declaró después de la subasta, para regalársela a Victoria Eugenia.
El actor británico Richard Burton, representado por su abogado Arron R. Frosch, la compró por 37.000 dólares, es decir, 2.590.000 pesetas de la época, y se la regaló el 27 de febrero a su entonces esposa, la actriz Elizabeth Taylor, con motivo de su trigésimo séptimo cumpleaños.

(La actriz Elizabeth Taylor luciendo la Perla Peregrina)

Al día siguiente de la subasta, el Duque de Alba, don Luis Martínez de Irujo, a la sazón Jefe de la Casa de la Reina Victoria Eugenia de España, convocó a la prensa en Lausana. El comunicado, dictado por la Soberana, explicaba que la perla vendida en Nueva York no era la auténtica «Peregrina», toda vez que ésta era propiedad de su Augusta Señora, quien la había recibido de Alfonso XIII con motivo de su boda. La rueda de prensa se completó con la exhibición de la joya. 

 (La Reina Vicroria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, afirmó tener a la auténtica Peregrina)
  
La perla exhibida por el Duque de Alba será la misma que Doña Victoria Eugenia legará en su testamento a su hijo Don Juan, Conde de Barcelona, y que en 1977, con motivo de la renuncia de sus derechos dinásticos, éste transmitirá a su hijo Don Juan Carlos. Desde entonces, Doña Sofía la ha lucido en múltiples ocasiones.

(La Peregrina que regresó a la Corona Española no ha sido nunca taladrada)

Esta perla, que el Rey Alfonso XIII regaló a Doña Victoria Eugenia con motivo de sus esponsales, colgando de un broche en forma de lazo de brillantes, pesaba 218, 75 gramos y su colgante se remodeló pocos años después para adaptarlo tanto a un collar de perlas de la Reina como a otro broche de forma circular con brillantes.

 (La Reina Sofía con la perla Peregrina)

En cuanto a la supuestamente auténtica Peregrina de la actriz E. Taylor  la incorporó un collar de rubíes y diamantes, al parecer de diseño renacentista, diseñado por la prestigiosa joyería Cartier de París. Este aderezo hizo de la Peregrina, todavía más si cabe, una pieza de valor incalculable. La luciría en la película A Little Night Music en el año 1977.

Actualmente Liz Taylor sigue siendo la propietaria de una de las Perlas Peregrinas, si bien no sin incidencias. Se suele contar un chocante suceso: un caniche de la actriz mordisqueó la gema. Este dato, en apariencia inverosímil, es confirmado por un libro de memorias de la propia Taylor: My Love Affair With Jewels (Mi historia de amor con las joyas).

Según relató, estando alojada con Richard Burton en el hotel Caesar’s Palace de Las Vegas, la perla se desprendió de su engarce y cayó en una tupida alfombra de la habitación. Como Liz no la veía, se descalzó y caminó por la alfombra, con la esperanza de palpar la perla con sus pies. Pero un caniche se le había adelantado; tenía la perla en la boca, y Liz se la tuvo que arrebatar con cuidado.


Otra teoría :

Afirma que muchas personas identifican erróneamente la popular Peregrina que adorna, de vez en cuando, el escote de la actriz Elizabeth Taylor, con la original que es otra perla, fantástica, pero distinta. De nombre la Peregrina, como la primera, también perteneciente a la corona de España, aunque de procedencia borgoñona y heredada por doña Juana la Loca y que Richard Burton adquirió en la subasta de las joyas del príncipe Félix Ioussoupov (el que dio muerte a Rasputín).

Se dice también que se subastó junto al resto de las joyas que reposan en el joyero de la actriz para recaudar fondos a favor de la lucha contra el SIDA. El parecido de las dos perlas, su origen y el nombre, dieron lugar a esta confusión.

Curiosidades :

Una curiosidad más: su apodo «Peregrina» no se debe a su historial viajero, sino a su peculiar forma. En siglos anteriores, el adjetivo «peregrino» significaba «raro, caprichoso, especial». Esta perla fue también llamada «La sola», «La margarita»…

Actualmente las perlas no tienen tanto valor monetario como en épocas pasadas, principalmente debido a que la mayoría de ellas son cultivadas, lo que las ha devaluado por aumento en la oferta. De allí que numerosas parábolas y dichos que nos han llegado al presente referentes al proverbial valor de las perlas no tengan la misma resonancia y valor semántico hoy en día.

Fuente : Fernado Rayón, José Luis Sanpedro «Las joyas de las reinas de España» (Ed. Planeta) 

14 comentarios:

La Dame Masquée dijo...

Complicada historia la de una perla que al final se ha duplicado. Y menudo baile de fechas. Las de María Tudor no coincidirían, a menos que la perla hubiera vuelto a España, lo que en realidad considero probable, y por propia voluntad de la reina.

Muy curiosa su explicación final sobre el nombre de la perla. No tenía ni idea de que fuera debido a eso.

Feliz tarde

Bisous

CAROLVS II, HISPANIARVM ET INDIARVM REX dijo...

Una entrada muy interesante. No creo que la perla de María Tudor fuese la peregrina, pero lo único que cierto es que la perla en cuestión formó seguro parte de las joyas reales entre Felipe II y Carlos II, bajo cuyo reinado aparece citada en varias fuentes y documentos. Es obvio que la joya fue robada por el Usurpador, José Bonaparte ya que los napoleónicos eran muy amigos de los ajeno (joyas, lienzos, monumentos varios...y de eso el Louvre sabe un poco)...

...pues si realmente la perla que luce la reina doña Sofía es verdaderamente la Peregrina me alegro y mucho pues significaría que habría vuelto a sus legítimos propietarios...siempre había oído la historia de la Taylor pero me negaba a crear que tan magna joya hubiese ido a parar a tan indigna propietaria...

Un saludo.

Kassiopea. dijo...

Siempre nos quedará la duda de cuál de las dos perlas es la auténtica.

Saludos.

Pedro de Mingo dijo...

@Madame, gracias por sus palabras, por otra parte coincido con usted en que probablemente nunca viajó a Inglaterra, pero si lo hizo, no fue otra más que la voluntad de María la que la hizo volver de nuevo a España.
@Carolus, ciertamente esta perla formó parte de las joyas de la corona hasta que los franceses quisieron ampliar su colección, sin embargo no sólo estas joyas se han perdido, también las suyas propias. Lástima que dos casas reales de tan rancio abolengo como las de España y Francia no puedan mnostrar hoy en día tan preciados tesoros cargados de historia.
@Kassiopea, yo también quiero pensar que la perla que lleva nuestra reina es la auténtica, lo contrario sería faltar a la palabra del Rey Alfonso y eso me disgustaría aún más.
Un abrazo a los tres y gracias por vuestra visita a España Eterna.

Raquel dijo...

Me da la impresión de que la "Peregrina" que luce Elizabeth Taylor, es más parecida a las que salen en los retratos de Felipe III, María Tudor y Margarita de Austria, tiene más forma de lágrima que la que lleva la Reina Doña Sofía... En cualquier caso, prefiero imaginar que la nuestra es la "auténtica", aunque creo que eso nunca lo sabremos...
Un saludo y enhorabuena por la entrada

Pedro de Mingo dijo...

Querida Raquel, sea o no la auténtica, lo cierto es que la de nuestra reina al menos no ha sido masticada por un caniche :-) .Qué curiosos son estos actores americanos se dejan las joyas por las alfombras y las van perdiendo como el que se deja olvidado el cepillo de dientes, eso demuestra simplemente el valor que le dan a ciertas cosas.

Anónimo dijo...

Coincido en que la perla que está en propiedad de Elizabeth Taylor tiene más forma de lágrima y parece la que llevaba María Tudor. Deseo que la perla que se encuentra en posesión de la corona española sea la auténtica y no la que cayó en las fauces de un caniche que le hincó el diente, qué poco cuidado el de la Taylor con una joya de tan incalculable valor histórico ...

Un abrazo

Pedro de Mingo dijo...

Es verdad Magnolia, completamente de acuerdo contigo.

Buenas noches :-)

Raquel dijo...

Bueno, hay que tener en cuenta que tanto Liz Taylor como su entonces marido, Richard Burton, tenían "gran afición por la bebida", por lo que no es de extrañar que extraviaran objetos (valiosos o no). Gracias a que la perla no fue del total agrado del caniche... ;-)

Anónimo dijo...

Se dice que Felipe II al morir María Tudor, recuperó la famosa perla y se la regaló a su nueva espsoa Isabel de Valois, que la luce en algunos retratos.

Anónimo dijo...

Creo que en el día de hoy hay dos Perlas Peregrinas:una la de Taylor que le regaló su marido Richarl Burton, y que ella le puso varias pidras preciosas; y la otra la que posee la Reina de España Doña Sofía.Pienso por la historia, que la de Doña Sofía es la verdera. La de Taylor se va subastar en Nueva York, y la firma Christie's la expone ahora en Madrid

cheap custom jerseys dijo...

Bonito blog, gracias por compartir, me gusta.

Unknown dijo...

Si regresara a Panamá fuera como un final feliz de cuentos de hadas.que opinan amigos?

Fernando Barragán Medero dijo...

Existen motivos para pensar que Bonaparte se la llevó a Francia y cayó en manos de Napoleón III que nunca la vendió. Su esposa Eugenia de Montijo, la atraería de vuelta a España a la Casa de Alba. No existen pruebas escritas. Hemos consultado los testamentos y en ellos no se menciona la perla la peregrina. Solamente en la obra Quilatador de Juan de Arfe y por encargo de Felipe II -escribe esa obra- en la que se describe la perla por su nombre y sus características.

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